2. La línea

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Esta cansado de la insistente mirada sobre sus acciones, como un gato a punto de cazar a su presa, en otra ocasión no le molestaría, pero él es el ratón que ese fantasmas quiere cazar.

Mira de reojo la entrada del aula, se pregunta si de verdad el fantasmas no puede ingresar o no quiere, se ve titubeante aún con el ceño fruncido. Su mirada también observa a sus compañeros en busca de alguien que observe lo mismo que él, pero no hay nadie, de hecho en su afán de no ver al fantasma estuvo observando más a sus compañeros, notando que faltaban al menos seis de ellos, sus nombres eran desconocidos puesto que jamás pregunto por ellos, pero estaba seguro de que no estaban en el aula.

Las siguiente media hora la paso sentado bebiendo del jugo de naranja que compro con antelación para evitar salir de su aula, en cierto momento se pierde observando el pizarrón blanco hasta que uno de sus compañeros terminan de salir del salón arrastrando un poco la silla provocando un molesto ruido, su mirada finalmente se aleja del pizarrón y través de sus lentes observa el salón vacío.

Mira directamente a la entrada en donde su mirada choca contra la del fantasma, ahí sigue, aunque él lo sabía, los escalofríos nunca se detuvieron indicando su presencia.

Ahora lo puede ver con mayor tranquilidad, antes causaba una sensación sofocante, una sensaciónde querer correr, para Tsukishima era como un espectro en la escuela, pero su apariencia juvenil y semblante tan humano, tan vivo, hacía que ese miedo se disipará.

—Al fantasma le da miedo entrar a la clase —se burla sin pena con una sonrisa ladina, una situación que le parece extraña.

—No tengo miedo —la respuesta es instantánea, eso hace que se divierta.

—Entonces piensas quedarte todo el tiempo ahí —señala con autosuficiencia, en cambio el otro frunce más el ceño.

Pero su gesto titubeante que había estado presente en todo el momento desaparece, su mirada es desafiante y su sonrisa torcida llena de enojo llama su atención. Solo da un paso y esta dentro del salón, pero no se detiene, continua su camino hasta llegar y posicionarse enfrente del asiento de Tsukishima.

Luego ninguno dice nada.

Solo un monosílabo en donde indica al fantasmas que se puede sentarse en la silla de a lado. Tsukishima esta muy lejos de comprender porque lo ha invitado de manera indirecta a estar a su lado. El joven fantasma en cambio siendo ignorante de los pensamientos del rubio hace caso y se queda ahí, mirado al frente el pizarrón blanco.

El ambiente no es incómodo, tampoco agradable, simplemente deciden ignorarse mutuamente.

La presencia que ante gritaba por obtener su atención, esta ahora sentado a su lado, apenas siendo como un susurro. Mira de reojo al fantasma, no se ve incómodo, todo lo contrario observa el salón con atención, posiblemente recordando sus días de clase.

Un fantasma que no da miedo, tal vez por que finalmente sabe quién es.

Ya no causa temor observarlo, los escalofríos que antes sentía con tanta frecuencia son menos, pero entonces una pregunta invade su mente, da vueltas y ahí se queda en espera de ser respondida. Imprudente nunca ha sido por lo cual duda que en algún momento vaya a preguntar en voz alta y clara.

—No me quiero ir.

No dice más que eso, se levanta y recorre el salón sin esperar una respuesta, ni siquiera parece interesado en entablar un conversación. Entonces Tsukishima llega a la conclusión que lo dijo más para sí mismo y en realidad no quiera compartir nada con él.

Kageyama, parece conocer su situación como fantasma, no se ve intrigado o asustando de ese hecho. Pero hay un aire lleno de tristeza rodeando su cuerpo, su mirada muestra enojo mientras sus manos se mueven inquietas. Ya no hay nada de aquella sombra que no expresaba nada, en su lugar la figura de un adolescente lleno de emociones sin expresar. Lamentablemente él no está interesado en ser un apoyo emocional.

El fantasma enamorado || TsukikageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora