8. Un poco más

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Tsukishima observa al chico de ojos azules, esta extrañamente tranquilo y en silencio, no ha dicho palabra por varios minutos que fácilmente pueden contarse y transformarse en una hora, sin embargo se niega a decir algo, a intervenir en el silencio en el cual Kageyama lo ha obligado a permanecer.

Con tanto silencio sus pensamientos toman más fuerza, pero decide simplemente mirar alrededor, perderse mirando a la nada, cubierto por el silencio y acompañado de un vista maravillosa y solitaria del patio de enfrente, y así es como sin darse cuenta las horas pasan, tampoco es demasiado consciente de que se quedó dormido de una muy extraña manera, pero cuando nuevamente abre los ojos se encuentra con el rostro de Kageyama demasiado cerca del suyo, con esos ojos azules llenos de curiosidad, una expresión asombrada en el rostro ajeno y se siente fuera de lugar.

—¿Qué haces? —se atreve a preguntar mientras mira a cualquier otro lado que no sea el rostro del chico, están cerca, mucho.

—Te dormiste, no sabia que eso se podía.

Es algo incomodo ser el foco de atención del chico fantasma, ver como lo observa como si fuera la cosa más maravillosa del mundo y como se niega alejarse lo hace sentir demasiado inquieto. Entonces finalmente lleno de valor, lo mira con el ceño fruncido, una clara advertencia que parece entender Kageyama, puesto que se aleja y toma asiento a su lado.

—Cuando te hablé estabas dormido, tenías la cabeza recargada en la pared y los ojos cerrados, yo no he dormido en mucho tiempo, aunque tampoco tengo sueño.

Tsukishima no le ve tanta importancia ha algo así, desde que esta en esa forma realiza actividades diarias como si estuviera vivo, va a casa, se ducha, come y duerme, aun así suspira algo cansado de la situación extraña a su alrededor. Mira alrededor y tras ver como ya atardecio y no tarda mucho en terminar las clases extras que muchos toman y las puertas de la escuela se cierre, se levanta con pereza del suelo, Kageyama jamás deja de verlo.

—Me iré —dice, antes de lentamente alejarse, Kageyama no tarda mucho en alcanzarlo.

—¿Cómo es tu casa? —no entiende de donde viene la pregunta, pero decide no comentarlo y solo responder.

—Grande, moderna, algo tradicional.

Kageyama murmura algo a su lado, algo que no logra escuchar y que el chico no quería que él escuchará.

Varios alumnos empiezan a llenar el sitio en poco tiempo, algunos simplemente se despiden mientras otros sigue conversaciones sobre las clases o algún plan que tengan. Tsukishima observa como el azabache permanece caminado detrás de él en silencio, pero tranquilo.

Antes de cruzar las puertas que separan la escuela de la calle se detiene, observa atrás y se encuentra con Kageyama a unos pasos de él, observándolo como frecuentemente lo hace, esperando su retiro.

—¿Has tratando de salir? —pregunta en un murmuró, Kageyama tararea una repuesta negativa.

—No puedo salir. Cuando estoy cerca de ahí simplemente no puedo seguir caminando por más ganas que tenga de hacerlo.

Se encoge de hombros con un gesto desinteresado, como si no estuviera atado a vivir en la escuela para siempre, ese lugar posiblemente será en donde pase el resto del tiempo y no parece importarle algo como eso. Tsukishima decide no decir nada, no es nadie para exigir alguna explicación al pensamiento del chico.

—Quiero ver a mi madre —dice perezoso, tratando de tarda y llegar a casa noche, simplemente le parece extraño ir a casa y saber que realmente no está ahí, ver el gesto agotado de su familia, como él es causante de ese ambiente decaído.

Kageyama solo asiente sin decir nada, de acuerdo con su plan, así que Tsukishima suspira algo cansado, claramente Kageyama no es capaz de notar el mensaje.

El fantasma enamorado || TsukikageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora