{Alan Leatherwood}
Perdí ya la cuenta de cuantas horas me han mantenido encerrado en este lugar, varias veces he estado en esta sala, pero como el que interroga, nunca imaginé que algún día me tocaría ser el que esté sentado en esta silla, esposado, siendo vigilado detrás de ese enorme espejo que les deja ver todo del otro lado, pero a mí no me deja ver más allá.
Suspiré mirando al techo mohoso. Al sentir el chirrido de la puerta de metal siendo abierta me incorporé mirando al oficial Lynch entrar con parsimonia y sentarse frente a mí, sus ojos negros me miraban intimidantes.
—Por decimoquinta vez lo repito ¡No fui yo! Lo juro oficial Lynch, me han puesto una trampa, me han inculpado. Yo sería incapaz.
—Era tu arma, cinco personas murieron y fue con tu arma, Leatherwood. Todos los hechos apuntan a ti y ni siquiera tienes cortada.
—¡Pasé la noche en casa de la oficial Scratch!
—Ella niega que eso sea cierto, Leatherwood. La investigación seguirá en curso, se hará un juicio. Por ahora pagaron tu fianza —fruncí mi ceño. No tenía familia y no había hecho mi llamada.
Cuando me soltaron salí de la sala, hecho una furia, bufando y mirando mal a todos a mi paso.
Una figura alta, delgada, con buen porte y elegancia me miraba riéndose. Su cabello corto negro y su flequillo, aquellos ojos profundos y el lunar en su pómulo, los labios carnosos y rosados. Mi corazón latía por ella hasta esta mañana cuando fui acusado de algo que no hice y supe que ella estaba detrás de todo.
—Lexa —gruñí con fastidio.
—Alan —canturreó divertida.
—¿Cómo pudiste hacerme eso? —mis ojos grises se llenaron de lágrimas. Me sentía herido, traicionado.
—No me culpes ¡Tú te pusiste en bandeja de plata! Fue como poner un queso en una trampa, el ratón se mete solo —alzó las cejas divertidas.
—Eres una víbora, Lexa Scratch. Pero la justicia existe y tú tendrás tu merecido —sin más salí dejándola con la palabra en la boca.
En el exterior la luna llena alumbraba la oscura noche, suspiré mirando al cielo cuando recibí un golpe en la cabeza con un trozo de madera.
Me sobé la zona golpeada y miré con el ceño fruncido al chico de cabello castaño claro que me miraba enojado. Era más bajito que yo, pero cuando se enojaba daba mucho miedo.
—¡Te lo dije! ¡Te dije que esa mujer iba a arruinarte Alan! ¡Te lo mereces por pensar con la cabeza de abajo!
—Ya, ya. Benjamin ¿Tú pagaste mi fianza?
—¿Pues quién más si no? Lamento informarte que soy la única persona que aún te soporta —se cruzó de brazos, enojado.
—Prometo que te lo pagaré, sé que trabajaste mucho para reunir ese dinero —lo abracé y besé varias veces su mejilla haciendo que él se alejara con una mueca
—¡Iugh! No me beses con la boca que besaste a esa descarada.
—Benja tengo hambre —hice puchero.
—Ven, te comparé comida y agua —entró a la tienda mientras yo me quedaba afuera revisando mi celular.
Un empujón hizo que mi teléfono cayera al suelo, el chico se disculpó y se fue, yo sin prestarle atención me agaché a recoger mi teléfono.
Estaba jodido.
Nadie le daría trabajo a un hombre que está siendo investigado por asesinato. Y posiblemente me pudra en prisión por el resto de mi miserable vida.
Metí el teléfono en el bolsillo de mi Jean, pero al tocar una especie de tarjeta fruncí el ceño y la saqué.
"Parabellum busca agentes como tú"
San Pedro #196.
{Narrador}
A la mañana siguiente Alan ya estaba en la parada de autobuses, vestía un pantalón negro, abrigo azul con una imagen de angelitos al frente, zapatillas blancas y la mochila negra ajustada a su hombro.
Un vaho salió de su boca por el frío mientras él frotaba sus manos. El autobús llegó y sin esperar ni un segundo corrió y se montó en este, al estar en su asiento peinó sus cabellos castaños oscuros que eran tan rebeldes que no se acomodaban y suspiró mirando por la ventanilla.
¿Qué le esperaría en esa tal Parabellum?
El autobús lo había dejado unas calles antes así que tuvo que caminar hasta la dirección que le habían dado. Al llegar entró a una tienda de antigüedades, frunció su ceño al ver esta. ¿Le habían hecho una broma? El anciano que atendía le miró sonriente.
—¿Cuál es tu nombre?
—No yo creo que me equivoqué de lugar.
—¿Nombre?
—Alan Leatherwood
—Procedimiento —un pinchazo en su cuello lo dejó inconsciente.
Un rato después despertó en una habitación completamente blanca, vestido con un uniforme negro y el número 5151 en blanco.
Un chico rubio le miraba de brazos cruzados y expresión seria.
—Bienvenido a Parabellum, Alan.
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Alan Leatherwood (el apellido se pronuncia como leidervud)

Lexa Scratch

Benjamin (se pronuncia como Benyamin)
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Boy Meets Evil
AçãoAlan era un joven amable, sociable, todos le tenían cariño, se hacía querer por su inocencia y ternura, pero esto mimo le hacía blanco de manipulaciones y personas con malas intensiones. Alan creía fielmente en la justicia, en hacer el bien, por esa...