💜02: Verdad💜

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— ¡¿Qué hiciste qué?! — gritó Moonbin, importándole poco que los demás puedan verlo.

— Ya tranquilízate, tu olor a perro amargado no me intimida.

— ¡JinJin! — volvió a gritarle.

— Solo te organicé una cita. ¿Qué tan feo es? — rodó los ojos.

— ¡Yo no quiero involucrarme con nadie! — lo miró fijamente. — ¿Quieres que la humille como a todas las demás? Porque si es eso, créeme que no tengo problema alguno.

— ¿Por qué eres así? ¡No te entiendo!

— ¡De seguro mi papá te lo pidió! — soltó un leve gruñido. — Tendré que hablar con él.

— Él solo quiere verte mejor, tu papá también pasó por un mal momento pero ¿Acaso lo ves derrotado?

— No es lo mismo. — murmuró.

— ¿En serio? Yo creo que su problema fue más grave, es decir, que su alfa, esposo y padre de su hijo a la vez lo haya dejado, es verdaderamente fatal para cualquier ser en esta tierra.

— No es necesario que me lo recuerdes. — siseó molesto.

— Pero es la verdad, una verdad que tu padre ya afrontó y siendo un omega pudo soportarlo. ¿No tienes idea de cuánto duele un lazo roto? Es más, de seguro no sabes qué se siente al saber que la pareja que tuviste no fue tu destinado.

— Tú tampoco lo sabes. Y ese cuento de los destinados no existe. — en su garganta se formó un agrio nudo. —... Él se fue porque así quiso, no le importó que pasaría después.

— Quizás yo tampoco lo sepa. Pero le tengo un gran cariño a tu padre y trato de entenderlo. Lo admiro mucho, Moonbin, es un gran omega que a pesar de todo solo vela por tu bienestar. — el alfa pelinegro lo miró. — ¿Y tú como estás tan seguro de que los predestinados no existen? Tal vez...

— Esas tonterías solo son cuentos para estúpidos. Mi felicidad no es tener un omega. ¿Por qué mierda no entienden eso? — frunció el entrecejo.

— No se trata de solo emparejarte con cualquier persona, se trata de que te des la oportunidad de conocer a alguien que quizás tengo mucho en común contigo.

— No existe nadie así, es imposible que alguien más puede soportarme.

— No digas eso.

— Es la verdad y, tampoco es como si quisiera a alguien. Estoy bien solo y así me voy a quedar. No quiero enredos, no quiero problemas, no quiero rupturas ni cambios. ¿Entiendes? No quiero absolutamente nada.

Park suspiró cansado. A veces lidiar con el peligris era demasiado difícil.

— Yo sé que algún día lo querrás, Moonbin. ¿Te imaginas compartir momentos que más te gusten con la persona que te gusta, con aquella persona que te haga sentir especial? — un brillo especial se instaló en el alfa pelinegro.

— No estoy para estupideces y cursilerías, JinJin. — rodó los ojos y sobó su sien. — ¿Cuántas veces tengo que decir que no?

— Bueno, olvídalo. Cancelaré la cita. — suspiró. — La chica se pondrá muy triste, cuando se lo dije desprendió tanta emoción que ahora no sé si seré capaz de verla a los ojos.

— Eso fue tu culpa. Yo no te mandé a que la invitaras. Solo quiero ocuparme en estudiar y quizás conseguir un buen trabajo, no quiero que mi papá se sobrecargue con todos los gastos.

— Me alegro por eso. — sonrió levemente. — Si deseas puedo llevarte a la cafetería en donde trabajo, necesitan más empleados y apuesto que te aceptaran.

— Eso suena bien, gracias. — habló algo aliviado.

Ambos decidieron seguir su camino por el pasillo, buscando su aula respectiva antes de que la campana sonara.

Moonbin resopló fastidiado. ¿Por qué casi todos lo veían como un trozo de carnada? Sinceramente le daba asco la gente que se humillaba y le rogaba hasta lo último para salir con él. Pero por más que hicieran lo que hicieran, la respuesta siempre era la misma. Un grave y profundo "NO".

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A veces se exasperaba demasiado al punto de querer estar completamente solo. ¿Por qué nadie podía entenderlo? No quería involucrarse con nadie, no después de ver a su padre tan sumido en una depresión. ¿Tan doloroso era el abandono de alguien? Moonbin supo que sí, desde aquella noche en la que era un pequeño cachorro y se despertó por los constantes sollozos en el dormitorio de sus padres. No sabiendo mucho de la vida, se levantó con pereza, acercándose hacia la otra habitación.

Su corazoncito se quebró y su pequeño lobo recién presentado como alfa aulló lastimero. Su papá Sanha lloraba sin control alguno, sentado y abrazándose a sus piernas. Rápidamente corrió y se abalanzó para abrazarlo.

— P-papá... ¿Qué pasó? — musitó con pena y preocupación. Jamás lo había visto así. Siendo un omega tan brillante y feliz, ahora solo lo veía exhausto y totalmente apagado.

El mayor lo tomó en sus brazos y lo apegó a su cuerpo, ambos creando un poco de calorcito en una habitación tan fría como la era esa.

— N-no es nada cariño, so-lo me duele un poco el cuerpo, n-nada más. — sorbió, limpiando bruscamente sus mejillas y tratando de sonreír de manera forzada.

— ¿Dónde está papá? — los ojitos del alfita curiosearon por todo el cuarto.

— Él s-se fue a trabajar.

— ¿A trabajar?

Sus ojos ahora miraron al omega, alterándose un poco al ver como el cuello de su papi estaba muy rojo y la marca que sus padres decían que era muy especial, ya casi ni se notaba. No entendía nada, pero su lobito solo quería tirarse a llorar. ¿Qué estaba pasando?

— ¿C-cuándo volverá?

— No lo sé, bebé, no lo sé.

Y fue así que después de aquella noche, Moonbin comprendió que el amor que sus padres se profesaban no era tan sincero como él creyó.

Pasaron dos años, tiempo en el que su papá se limitó de muchas cosas para solamente trabajar día y noche. Viendo muy pocas veces al pequeño Moonbin, que cada cierto momento preguntaba por su padre alfa. ¿Algún día iba a volver?

Fue cuando cumplió los once años que supo la verdadera razón. Su padre había encontrado a su pareja destinada y lo había dejado a él y a su papá omega solos contra el mundo. ¿Qué necesidad de romper una familia de esa manera?

Por esa razón odiaba esa leyenda de las parejas predestinadas. Rogaba para no ser víctima del destino. ¿Y si se enamoraba de alguien y este lo dejaba porque encontró a su destinado?

Fue así que Moonbin creció con recelo, temiendo que su papá Sanha conociera a alguien más y lo lastimaran otra vez. Ya no era un cachorro, ahora era un alfa que quería proteger a su progenitor de cualquier situación. Su papá nunca se mereció todo lo que había pasado. Es más, Moonbin anhelaba el que sus padres nunca se hubieran conocido, de seguro Sanha no hubiera sufrido y a pesar de que él no existiría, ambos hubieran tomado su camino correcto como el destino lo planeó. Sin falso amor y una fuerte ruptura, una familia incompleta y una marca que fue borrada.

El alfa peligris resopló dolido ante los recuerdos, ante una verdad que ya no quería tener más en su mente.

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El príncipe y el plebeyo ☆ BinwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora