Historias al azar

Merecido Descanso

Con ganas de salir a dar una vuelta, se escabulló fuera del bar, esquivando a sus guardias con una sonrisa de triunfo. En un instante, se teletransportó y...

Así fue como acabó en mitad de un bosque, medio perdida, medio cansada y totalmente divertida. Claro, ¿para qué habría de necesitar habilidades de rastreo si siempre tenía a alguien siguiéndola? Suspiró y se dejó caer en la hierba, mirando hacia el cielo despejado.

—Seguro me encuentran pronto... —murmuró, acomodándose sobre el suave césped—, pero mientras tanto, disfrutaré del globo brillante allá arriba.

Extendió la mano, con la intención de hacer aparecer una manta, pero se detuvo, pensativa.

—¿Y si jugamos al escondite por un rato? —Recogió la mano y se giró, percibiendo una vibración en el éter que indicaba la llegada de alguien. Justo antes de que rompieran el velo, se desvaneció una vez más.

Reapareció entre las sombras de unas palmeras, escuchando el sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla. Un día en la playa no sonaba nada mal, y si tenía suerte, tal vez su compañero la alcanzara, aprovechando esa breve oportunidad de libertad, cortesía de un despistado dios. Avanzó hacia la arena, extendió una toalla y se tumbó, dejando que el sol transformara su piel en un hermoso tono dorado. No es que no pudiera disfrutar del sol; simplemente detestaba al condenado dios del día, así que solía preferir la noche. Sacó la lengua en dirección al cielo, luego se levantó y se entretuvo jugando con las olas, riendo, y finalmente se acomodó en una hamaca para observar la puesta de sol, rodeada de varias bebidas con pequeñas sombrillas de colores.

—Esto es vida —dijo, sonriendo con satisfacción—. Si pudiera quedarme aquí siempre, sería perfecto. Solo espero que los niños se hayan portado bien. Los extraño... pero no tanto como para levantarme de esta hamaca.

Miró la puesta de sol una última vez, disfrutando de esos breves minutos de paz. Luego, suspiró y se dejó llevar por el sonido del mar.

—Cinco minutos más —se prometió—, y volveremos a la realidad.