Capítulo 8

7 0 0
                                    

Labios rojos

Me miré al espejo sin creer lo que veía en él.

Había pasado mucho tiempo sin maquillarme, tanto que no reconocí a la chica que me miraba directamente a los ojos, atónita e incrédula.

¿De verdad? ¿Realmente soy yo?

Mi mamá en su juventud trabajó como maquilladora profesional.  Empezó maquillando en un pequeño salón de belleza para eventos, luego trabajaba de casa en casa, ahí conoció a la mamá de una actriz que al ver su trabajo la recomendó en el suyo y así fue como mi madre terminó maquillando a muchos actores para distintas películas.

Así que, mis dotes del maquillaje se debían a las veces que me llevaba a trabajar con ella. Una parte la aprendí viendo y la otra la aprendí con sus explicaciones, trucos y consejos.

Aún así y pese a saber que tenía habilidades para el maquillaje seguía sin reconocerme.

Me había duchado rápidamente después de que Lory colgó y con las ganas de no decepcionarla me senté frente al tocador de mi habitación para hacer uso del maquillaje, cosa que no había hecho en años.

Mis ojos cristalinos y celestes resaltaban mucho más con el delineado negro que me había hecho, y aunque mis ojos se veían fascinantes por el contraste de colores, lo que más resaltaba y llamaba mi atendió eran mis labios rojos.

Me sentía diferente... Diferente de una buena manera.

Sonreí al reflejo aún sin creerlo del todo y solté mi cabello que cayó en una desordenadas ondas por mis hombros. Peiné las hebras marrones hasta darles el volumen que deseaba y una vez satisfecha sonreí aún con más gracia sin creerlo.

Miré mi celular que timbro con un nuevo mensaje de Lory

Lory
En cinco minutos pasará
Mi chófer por ti. Espero que
estés lista.

No sabía cómo podría agradecerle a Lory lo que estaba haciendo hoy por mi. Pero, ya encontraría la manera de hacerlo.

Me puse rapidamente el vestido negro ceñido al cuerpo que me regaló una tía hace ya mucho tiempo y lo acompañé con los tacones negros que compré solo por complacer en una tarde de compras a mis amigas.

No sabía si podría caminar con ellos, pero nunca sabría si no lo intentaba ¿No?

El vestido mostraba mis piernas desnudas hasta un poco más arriba de la rodilla, mientras que mi cintura se veía verdaderamente diminuta, y aunque nunca tuve mucho que lucir en un escote, justo ahora, sentía que se me veía excepcional.

Con un nivel de autoestima más que elevado, salí del departamento y bajé las escaleras hasta el lobby intentando no caer en el intento y una vez abajo me senté a esperar el transporte que me enviaría Lory.

Pero, entonces, vi al señor Carlos, el dulce sujeto que trabaja aquí desde que me mudé.

–Buenas noches, señor Carlos– Saludé algo tímida como de constumbre.

Se aseguró sus lentes y achicó los ojos intentando enfocar bien la imagen que tenía ante sí.

–¿Nos conocemos, dama?– Me ruborice aún más

–Soy... Cleare ¿La chica del piso 15?

Abrió los ojos como platos y se quitó los lentes para limpiarlos con su camisa.

–Vaya... Disculpa, te ves....– Fue lo único que pudo articular– Por un momento pensé que eras la pareja del chico que vino a rentar la habitación A del piso 15.. Aún no se terminan de mudar del todo.

El secreto del café.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora