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Una lágrima cayó por la mejilla del azabache, mientras sus dedos adoloridos tocaban suavemente las marcas que habían echo los grilletes en sus tobillos. Había llegado ahí a causa de una deuda. Había sido vendido por su alfa a cambio de dinero. La cicatriz en la nuca del azabache,  ya mostraba los colores pálidos de una unión cercenada. Su cuerpo rechazaba a su antiguo alfa a causa de la decepción y la distancia. Unos meses más y la marca se vería como una mancha borrosa.
Un beta ya anciano, colocó un brazo sobre sus hombros tratando de consolarlo y el joven omega le sonrió tristemente.

Empezaba a oscurecer y la brisa del ocaso prometía una noche fría. El omega y el viejo beta se acurrucaron juntos, sentados en el suelo, mientras veían al traficante que los había comprado, caminar impaciente de un lado a otro.
Esa tarde vendría un alfa por el joven omega de ojos morados. El joven azabache no pudo evitar sentir aprensión, pero era orgulloso. No bajaría la mirada cuando fuese comprado por el Lord al que había sido prometido de antemano. El trataría de escapar en cuanto pudiera. Haría lo que fuera para ir a matar a su antiguo alfa y luego recuperar a su cachorro.

De pronto hubo una pequeña conmoción, cuando el traficante de esclavos vió un carruaje elegante aproximándose, hizo que todos los escalvos se pusieran de pie en fila. Los grilletes metálicos de todos hicieron un sonido deprimente al unísono.
Del carruaje bajó un hombre alto de hombros anchos y cuerpo atlético. Sus ropajes eran magníficos y finos en tonos de blanco y dorado. Vestía totalmente de blanco, con botas de cuero fino que llegaban hasta sus rodillas. Llevaba su cabello blanco en una coleta. Sus ojos verde esmeralda y pómulos afilados lo hacían resaltar, proyectando una imagen intimidante.

Se acercó a los esclavos y empezó a caminar frente a ellos examinando a cada uno, con sus manos en la espalda. El omega azabache sintió como si estuviera ante un pelotón de fusilamiento. Sabía que venía por él.
El hombre se detuvo frente al azabache, con el vendedor a su lado. El omega azabache miraba al suelo, con su deseo de luchar estando en conflicto con su naturaleza cautelosa. Podía sentir los ojos del alfa recorrerlo desde sus cabellos azabache y aceitosos por falta de un baño, pasando por los harapos que tenia por ropa, a las rodillas hasta llegar a sus pies sucios.
Un sonido de contemplación salió de la garganta del alfa mientras examinaba al omega. Otro carruaje llegó a la escena de la sombría callejuela del mercado de esclavos y la postura del alfa cambió. Estaba más rígido y una esquina de sus labios se levantó en mueca de enojo, mostrando un colmillo al instante que el aroma de otro alfa se acercaba.

Una voz burlona y falsa comenzó a discutir con el traficante animadamente. Era otro alfa, uno albino, que también quería al azabache.
El joven omega se tensó.
Todos conocían el rostro de Guillermo Díaz. Todos le temían o envidiaban en desproporcionada medida. El azabache no queria pertener ni un solo día a aquel mostruo.
De repente y sin avisar sintió una mano enguantada tocar su mejilla. El alfa de ojos esmeralda y mirada penetrante lo veía fijamente. El hombre se quitó sus guantes sin apartar la vista del omega. Los colocó en el bolsillo de su gabardina y empezó a soltar las cintas de cuero que ataban la camisa sucia y raída del azabache. La voz acentuada y amable del hombre mayor lo despertó de su trance.

-Cuál es tu nombre, omega?

El azabache parpadeó y alzó la vista.

-Samuel, mi Lord.

-Lindo nombre-dijo asintiendo el alfa, apartando la tela que cubría el pecho del omega.

Detrás de ellos Guillermo parloteaba con el traficante, luego se dirigió al otro Lord, pero se quedó sin palabras al ver lo que sucedía ante sus ojos.
El omega era en verdad hermoso bajo los harapos que cubrían su cuerpo. Sus pechos cargados y grandes saltaron al ser liberados de la tela. Uno de ellos goteaba sin cesar líquido blanco de uno de sus pezones.
Las manos del alfa de ojos esmeralda los tomaron. Midiendo a tientas el peso y la curvatura. Sus pulgares rozaron los pezones rígidos, limpiando la leche y apreciando su color rosáceo.

Samuel estaba muy rojo a causa de la verguenza y enojo de ser humillado de tal manera. Solo apretó los dientes y continuó callado viendo la expresion del alfa, quien parecía estar examinando un objeto delicado. Notó como las cejas del hombre se fruncieron un segundo, como si estuviese molesto por algo. Pero el momento pasó muy rápido, mientras Guillermo se acercaba.
El Lord cerró la camisa del azabache y pidió con voz dura y cortante al traficante de esclavos.

-La llave.

El traficante sonrió pensando en que ya tenía asegurado el negocio de su vida. Sin duda Lord Doblas pagaba mejor que nadie sus adquisiciones. Le entregó rápidamente la llave y el alfa liberó los tobillos enrojecidos del omega de los grilletes que lo apresaban. Puso una mano bajo las rodillas del hombre y otra en su espalda y lo alzo en brazos. No había razón para hacerlo, pero habia notado las ampollas en los pies decalzos del omega.
Samuel parpadeó sorprendido y se agarró con los brazos del cuello del Lord. Al pasar al lado de un sirviente que tenía gafas, el Lord asintió y el otro alfa respondió cerrando los ojos y asintiendo. El hombre de lentes se dirigió a la parte de atrás del carruaje. Samuel no pudo ver más porque fue subido al carruaje y depositado sobre un asiento acolchado. Lord Doblas cerró la puerta y Samuel permaneció sentado, esperando con un gesto de nerviosismo.

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Espero que disfruten de esta nueva historia. Sera cortita, pero intensaヾ(uωu*)ゞ

Be Yours ❥Rubegetta Omegaverse❥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora