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Esa tarde había condenado a muerte a tres personas y exiliado a cinco, su trabajo era bastante agotador, ser un juez era un trabajo de miseria, él necesitaba algo mejor que ser un juez. En su cabeza tenía un "plan B" por si su "plan A" de llegar a la iglesia no funcionaba, después de todo no habían más jueces en Brilthor, nadie podía juzgarlo por pecar en secreto a Dios, aunque, Dios ya sabía de sus planes y estaba demasiado seguro de que estaba de acuerdo con él, Dios jamás estaba en desacuerdo con él. Solo un poco de veneno en la copa del sacerdote no le haría daño a nadie ¿Cierto? Si las cosas no marchaban como lo esperado, no tendría de otra.

—Amo...¿cree usted que hoy pueda salir?—San lo miró con ojos brillosos, había disfrutado mucho salir en la misión de espiar al general Mingi.

—Uhm, creo que no—estaba en desacuerdo, no iba a dejar salir al regalo que el demonio le había otorgado.

—En la salida anterior me divertí mucho, amo.

—Uhm, no creo que debas seguir espiando a Mingi, San, eso está mal y lo que está mal Dios no perdona.

—Usted lo pidió...

Seonghwa rodó los ojos y suspiró agotado colocando una de sus manos en su cara, era bastante difícil lidiar con esa criatura.

—Puedes buscar a un hombre de ojos azules oculto en algún lado, San, si lo encuentras, traelo, debe pagar su condena.

—Lo haré—sonrió emocionado, buscaría a un chico de ojos azules.

Sonrió de lado y dejó la torre después de que San la abandonó, era un ingenuo hombre de mente débil, era fácil de manipular y lo tenía a su merced, San era su marioneta. Caminó por el pueblo observando detenidamente a cada pueblerino y llegó al palacio de la justicia donde convocó a todos sus hombres, debían iniciar una cacería por todo Brilthor, debían encontrar a ese hombre y no le importaba destruir Brilthor a su paso, hasta no tenerlo en sus brazos no iba a detenerse, esta vez no iba a permitir que tocara la iglesia, no iba a permitir que el hogar de Dios interrumpa sus planes. Ese chico iba a ser suyo.

Salió con su caballo y con sus hombres empezó a tocar puerta por puerta, casa donde encontrara a un hereje casa que desaparecía, no iba a permitir a la escoria de la humanidad caminar por sus calles. Sus joyas robadas y los talismanes los revelaban, también sus ropas inapropiadas, las mujeres con mangas cortas y los hombres con pantalones cortos y descalzos no era una buena señal, la gente debía tener cuidado de con quien se relacionaba o podrían ir por el camino del mal.

Quemó casas y el cielo de Brilthor estaba oscuro por el humo, personas inocentes murieron en sus manos y el único testigo de sus actos era Dios, ninguno se atrevía a meterse con él porque sabían las consecuencias, él era intocable, su poder era máximo al lado del de los pueblerinos, él no era un simple pueblerino, él era la autoridad y todos debían respetarlo, si no fuera por Dios él sería la máxima autoridad.

Nadie gritaba, nadie lloraba, el pueblo estaba sumido en un silencio total, solo se escuchaban las llamas y los pasos de su caballo y el caballo del general, el infierno había llegado a Brilthor.

[...]

Hongjoong llevaba días refugiado en la casa de Mingi, estaba harto de estar ahí sabiendo que había sido el amante de Mingi y más nada que eso, incluso vivía con Wooyoung, la actual pareja de Mingi, era una total tortura a pesar de que Wooyoung no se veía molesto con su presencia y lo trataba bastante bien, nunca se comportó de manera agresiva o maleducada con él mientras que Mingi a escondidas de Wooyoung trataba de seguir ligando con él, era tan asqueroso. Vivir en un sótano sin poder ver la luz del día era la peor pesadilla que pudo vivir, se sentía ahogado. Las peores noches en casa eran cuando ambos tenían relaciones, aún no entendía como no se había ido de ahí.

PREGAMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora