Capítulo 17

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Aquella mañana había sido tan satisfactoria y perfecta, Javier y él ya se encontraban desayunando juntos mientras platicaban de cosas triviales. Sonriendo y riendo entre la amena platica, aunque Miguel se encontraba un poco disperso mientras escuchaba al mayor hablar.

— ¿Sucede algo? — confundido se dirigió al castaño, logrando así que este saliera de sus pensamientos y volviera su vista al mayor. —

— No, no, en absoluto. — Miguel le dedicó una sonrisa para así terminar de desayunar y levantarse de su asiento, dirigiéndose alegremente al lavabo a dejar los platos que había utilizado. — ¿Te parece si salimos en la tarde? Me siento un poco cansado. — Javier lo miró con preocupación y no dudó en dirigirse hacia él para así tomar con ambas manos sus mejillas, haciendo que estas se abultaran tiernamente. —

— ¿No dormiste bien anoche? ¿Necesitas algo? — Miguel sonrío ante la preocupación del más grande, haciendo que su corazón se acelerará mientras sus mejillas se tornaban de un bello color carmesí, negando con suavidad. — Estás rojo, definitivamente pasa algo. — concluyó pasando la palma de su mano sobre la frente del castaño. —

Miguel simplemente soltó una risa mientras apartaba la mano del contrario y la dirigía a su cintura, pasando poco después sus propios brazos alrededor del cuello de Javier. Se le hacía tan adorable el cómo se comportaba Javier y lo mejor es que él había sido así siempre con él... Por fin logró notar que Javier siempre se preocupaba por él, siendo o no algo más que amigos y sabía que eso no iba a cambiar.

— Estoy así porque eres jodidamente tierno conmigo. — confesó mientras se colocaba de puntitas y depositaba un beso sobre los labios del más alto, sorprendiendo a este por su confesión. —
Ambos se miraron en silencio y se sonrieron, al poco tiempo Javier se levantó de su asiento para tomar los platos que había utilizado y así llevarlos al sink.

— ¿Quieres ir a dormir? —

— No, siento que llevo encerrado en este apartamento por años. — Miguel suspiró, se sentía cansado, pero a la vez no tenía ganas de quedarse encerrado en su apartamento, fue así que un puchero adornó sus labios mientras observaba al pelinegro lavar los platos. —

— ¿no te parece esto un bucle? —

— ¿A qué te refieres?

— Siempre estamos en los mismos lugares, hablamos con las mismas personas y parece ser que somos los únicos protagonistas. —

Miguel se quedó callado, analizando así las palabras de Javier. Se le notaba claramente sorprendido y un tanto confuso.

— Piénsalo, esto parece bastante irreal.

— No digas tonterías, bobo. — Javier soltó una risa sin voltear a mirarlo, seguía concentrado en lavar los platos. —

— ¿Y si alguien está escapando de su realidad? —

Miguel, ya algo incómodo, se removió en su lugar, no sabía por qué, pero tenía la necesidad de irse en esos momentos de huir.

— Cállate ya, Javier... —

— ¿Y si tú y yo no existimos y solo somos una alteración de los sueños de alguien? —

Fue en ese momento en el que por fin el pelinegro se giró, logrando ver su rostro, el cual parecía verse borroso...

Miguel asustado, no pudo evitar gritar ante aquella escena, causando que cayera de la silla por la fuerza de su susto más, sin embargo, el impacto nunca llegó.

— ¿Estás bien? ¿Qué sucede? — Javier, asustado por los gritos del castaño, despertó, mirando cómo el antes nombrado se había incorporado sobre el colchón con una expresión de terror. —

Su cuerpo sudaba debido a los nervios y su respiración parecía no tener un orden. Miguel solo sostenía con fuerza los bordes de las sábanas mientras sus ojos se mantenían abiertos.

— Miguel, ey. — con cuidado acercó su mano al hombro del chico para brindarle seguridad, esto hizo que Miguel lo mirara y su expresión de terror fuera desapareciendo. — ¿Fue una pesadilla? —

— Sí... algo así. —

Javier asintió ante sus palabras y acercó al menor para así abrazarlo, el castaño sin queja alguna se aferró al pecho de su mayor mientras cerraba sus ojos.

— Yo no suelo soñar... hace mucho que no soñaba algo y esta vez fue tan real. —

— Está bien, no tienes por qué hablar de eso ahora. —

Un beso fue depositado en la frente del castaño para intentar tranquilizarlo, cosa que poco a poco Javier fue logrando hasta que por fin ambos volvieron a quedarse dormidos. Esta vez mientras se abrazaban.

Mikellino (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora