1-Un cabo suelto del pasado

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El tiempo ha pasado, y el paso del tiempo se nota en sus hijos, ya tienen casi 6 años en unos meses.

  Ellas son la familia para sus hijos que les hubiera gustado tener, son la familia que Alejandro y Charles le dieron a Scar, así como George a Atenea. En esta casa siempre tienen lugar para hablar y como el tiempo con ellos es sagrado, solo quedan prendidos sus teléfonos personales y los de trabajo apagados.

   Son felices, pero alguien va a socavar esa felicidad, alguien que no puede dejar el pasado atrás y no esta dispuesta evidentemente a soltar.

   Atenea lleva a los niños a la plaza a jugar, se sienta en una banca y la espera. La mujer llega corriendo con un out fitness, como quien se sienta por casualidad en la banca que está ocupada.

   —Hola diosa griega.

   —Hola.

   —¿Cómo has estado?

   —Vamos a lo que viniste, aquí está lo tuyo    —Ella abre el bolso donde lleva la ropa de los niños y deja ver el sobre de papel madera lleno de dinero— tómalo y desaparece. Fue un error en primer lugar haber accedido a esto, si Scarlett se entera...

   —No se va a enterar por mí, a menos que tú le digas.

   —¿Me crees idiota? ¿Crees que me casé con ella para perderla y por ti encima que no vales nada?

   —No dijiste lo mismo hace tiempo, recuerdo que estabas muy conforme con quedarte con...

   —Ya basta, hice lo que pensé que era lo mejor. Si Scarlett se entera... —la observa seria bajándose los lentes de sol— déjala a ella afuera de esto, y no vuelvas a amenazarme con que ella va a enterarse de lo nuestro, porque te juro que será el último día que duermas tranquila.

   —Tranquila Atenea, no quiero problemas contigo, pero necesito el dinero, es que...

   —Me importa una mierda tu vida, no quiero saber para que es, solo quiero que desaparezcas de una vez y para siempre.

   Se quedan un momento en silencio, la mujer a su lado saca el sobre en cuanto Atenea se levanta a ayudar a Valentín que se ha caído, para luego volver al banco.

   —¿Y tu hija?

   —Ella la mira mal— Que te importa.

   —Mamá —se acerca Alma corriendo a Atenea— ese niño le dijo nerd y ñoño a Valen, ya le dije que no se meta con él y si lo hace voy a pegarle.

   —Hija no le pegamos a la gente que no nos agrada —mira a la mujer— aunque nos encantaría hacerlo, pero eso no se hace. Tú juega con tu hermano lejos de ese niño.

   —Okay mamá —se va nuevamente a los juegos.

   —Es una niña preciosa, al igual que tu hijo...

   —¿Hay alguna razón en particular por la que hayas pensado que somos cercanas? Ya tienes lo que viniste a buscar —cierra el bolso— espero no volver a verte.

   —Si necesito más, te llamaré.

   Se levanta antes de darle la posibilidad a hablar y se va trotando. Atenea está demasiado arrepentida de ocultarle cosas a Scarlett, pero espera que resolviendo este tema, esa mujer no vuelva a interferir en sus vidas. Ahora resolverá esto definitivamente y para siempre, antes de que más problemas se presenten, y para que esa no crea que ella es su cajero automático personal, del cual puede sacar dinero cuando se le antoje.

   —Hola amor —asoma Scar desde la cocina— hola mis amores —corren a abrazarla— mmm están súper transpirados y llenos de... mamá los va a bañar mientras yo termino de cocinar.

   —¿Macarrones con queso? —entre cierra los ojos Atenea— ¿Otra vez?

   —Me ofendes profundamente.

   —Es carne al horno con verduras asadas —saca la bandeja de verduras muy asadas— digo, es carne al horno.

   —Su diosa sonríe— ¿Quieres el postre?

   —Estamos con los niños ahora y hay que baña...

   —Hablaba de esto, saca una caja llena de cosas dulces de una pastelería— De verdad que tienes la mente sucia. Igual —comienza a meter su mano adentro de su remera— en cuanto los niños se duerman, te como.

   Suena su teléfono, mira la pantalla y sale a atender afuera, algo raro ya que no es de atender llamadas y alejarse para hablar de su esposa.

   Los niños aparecen por la cocina, Valen con la toalla a la cintura y Alma desnuda con la toalla al hombro, Scar deja la carne afuera del horno, lo apaga y se va a bañar a los pequeños.

   —Dejame ya sigo yo.

   —Ya estoy terminando, solo queda vestirlos —alza la diosa a Alma y su esposa a Valen— ¿Todo bien?

  —Sí, todo bien —su respuesta es cortante— ya puse la mesa, los cambiemos y a comer.

   Los niños ya vestidos corren al comedor, de verdad que tienen hambre. Quedan ambas solas, Scarlett la toma del brazo antes de que salga.

   —¿Atenea está todo bien? —ella levanta una ceja— perdón ¿Amor está todo bien?

   —Sí, porqué no iba a estarlo.

   —Porque hace tiempo que estás rara, que sales a atender llamadas afuera, el contador me llamó... —Atenea abre los ojos grandes— ¿Pasa algo con el dinero?

   —Suspira— Amor está todo bien, y las cuentas tienen las cifras suficientes para vivir tranquilas por un buen tiempo ¿Está bien? Solo he tenido demasiado trabajo en el buffet y me vendría bien tu ayuda...

   —Sabes que lo del buffett me dio experiencia, pero quiero trabajar con estás personas de bajos recursos, de verdad siento que marco una diferencia.

   —Está bien —la besa— será mejor que vayamos al comedor sino no vamos a encontrar comida cuando lleguemos, venían muy hambrientos.

   Scarlett pasa por la puerta de la habitación, toca el picaporte y su vientre, ve las letras colgadas en la puerta con el nombre. La voz de los niños llamándola desde la cocina, la sacan de sus pensamientos.

   Atenea la alcanza en el pasillo y de la mano, caminan al comedor, a la diosa le llega un mensaje, lo mira con mala cara intentando disimular su hastío pero no fue tan rápida como lo es su esposa para prestarle atención.

   Algo esconde Atenea, algo que pone en peligro no solo su matrimonio, sino también a su familia, si Scarlett imagina algo, les aseguro que es mucho peor que eso.

La favorita de la profesora 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora