Si los cielos tuvieran que pronunciarse de la forma más hermosa, su alegría natural quizá me favorecería al igual que tu sonrisa lo hace. Sus cielos me parecen tan perfectos que por una extraña percepción siento que no puedan ser reales. Y...
Me siento tan perdido en mi tormento que hay veces no puedo notar que eres jodidamente especial, pero es ahí cuando me ves desde tu edén con tanta dulzura que no puedo evitar devolverte la misma.
De tu amanecer desconozco, por lo que podría ser mi más bella falacia dar por hecho que cuando inicia el día si o si tiene que ser precioso. Y porqué no ha de serlo si cuando escapas de tu atmósfera traes el paraíso contigo.
Es allí cuando mi corazón desacelera y acelera desde otro sentido, ya que por obra del destino casi siempre escapas en dirección a mi cruzada. De modo que dejo atrás mi exigente estrategia en medio del caos para ocasionar la tregua contra los infieles que se apoderaron de mis lugares santos con el propósito de maravillar a la nueva deidad que está por pasar.
Y tanto es el misterio de tu divinidad que alguna noche puede que me guste investigar a alguno de tus cuerpos celestes con el propósito de descubrir su universo no observable y descifrar cada una de sus paradojas sin importar el tiempo y nuestro espacio.
Dicho así, con el hechizo de tu encanto conviertes la sangre de los caídos de mencionada cruzada en el más dulce néctar para así poder saciar tanto la sed como del hambre de todos mis guerreros. Los motivas más allá de su angustia, por ende me gustaría que lucharas de mi lado como yo del tuyo.
Ahora que la guerra acabó te marchaste siendo tu sonrisa el último gesto en tu rostro, quedándose en mi mente en aquel instante mientras le veía ir más lejos fijándome en ese cabello tuyo tan bonito. Te ves mucho más linda así despeinada, aunque de ciertos detalles que de ellos acabo de hacer poesía fueron los que me enredaron hacia ti. Tocará esperar al todos los días de mañana para volverte a ver.
Finalmente siendo su anochecer lo que más duda me siembra porque yo de noche cuido a mis plantas desde sus raíces para estar felizmente orgulloso de darles mi amor mientras les veo crecer, pero ¿tú que haces? Quizá y una vez te conozca lo suficiente, tu y yo podamos sembrar el reino de dios siendo nuestra religión el producto de nuestros espíritus.