Unexpected Royal Love - HS

10

"Victoria"

Al cruzar el umbral de la puerta, noto la mirada curiosa de mi hermano sobre mí. Archie no corre a mi encuentro, y no percibo la presencia de Meg ni de Lili, ni de las perritas. Henry permanece en silencio, pero su mirada no se aparta de el mí hasta que desaparezco subiendo las escaleras.

Me dirijo directamente a mi habitación temporal, encaminándome al baño.

Tal como lo imaginaba, mi rostro está enrojecido e hinchado, al igual que mis ojos. Me lavo la cara con agua fría para intentar apaciguar la hinchazón.

Regreso a la habitación y me dejo caer sobre el colchón. Me quito las medias, que ahora están sucias de pasto.

Saco mi teléfono móvil y los auriculares, dejándolos sobre la mesita de noche.

Hago algunos ejercicios de respiración para intentar calmarme, pero la sensación de tranquilidad no dura mucho. Mi hermano abre la puerta y Archie corre hacia mí, levantando sus brazos en señal de que quiere subir conmigo.

Lo acomodo a mi lado en el colchón.

—¡Mira! —grita emocionado, mostrándome su cuaderno de dibujos.

—¡Qué hermoso! Eres todo un artista —le digo, acariciándole el cabello y apartándolo de su frente.

Mi hermano se sienta en el borde de la cama, mirándome fijamente.

—¿Qué ocurrió?

—¿A qué te refieres? —Archie me entrega su crayón morado, y empiezo a colorear con él.

—Sobre Styles, que salió de la casa echando humo por las orejas —le dirijo una mirada rápida.

—¿De verdad?

—Solo se despidió y salió corriendo hacia su camioneta. Vic, condujo durante cuatro horas para verte, y lo echaste en cuarenta minutos.

—Yo no le pedí que viniera.

—Victoria —su tono autoritario me obliga a rodar los ojos—. Mírame —levanto la vista, tragando con dificultad el nudo que siento en la garganta—. ¿Qué ocurrió?

—Harry quiere que lo acompañe unos días —admito, resignada.

—¿A Los Ángeles? —asiento—. ¿Y?

—Le dije que no.

—¿Por qué?

—Porque no.

—Victoria...

—Harry...

—¡Archie! —interrumpe mi sobrino, haciéndonos reír. Me acerco y le doy un beso en la mejilla. Me sonríe antes de lanzarse a mis brazos y aferrarse a mí como un koala, acurrucándose en mi pecho.