LA RAZÓN

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Sus movimientos eran como un abismo, podrías tratar de adivinarlos, pero al final, no importa lo que hicieras, solo seguías hundiéndote cada día más. Ese pensamiento pasaba por la mente de Kojiro mientras había sido guiado a una habitación, para su sorpresa, una buena habitación. Enorme, llena de lujos que no sabía que existían, en diferentes tonos azules con blanco, donde el atractivo principal era esa enorme cama.

Tragó saliva y suspiró, observando a detalle cualquier parte. Salir por una ventana no era lógico, el palacio de su maldito prometido era en los mares, y esa habitación tenia vista al mar profundo, hermoso, pero a la vez letal. Por lo cual, sus rutas de escape se veían reducidas, si lo pensaba bien, solo había pocas formas de salir. Había escaneado cada movimiento de ese palacio, los sirvientes de mayor rango, utilizaban una especie de pequeño medallón con una caracola como escudo en ella, que les abría los mares y los llevaba a la superficie. Había otros que utilizaban a los animales marinos, tragando una pequeña perla, para poder respirar bajo el agua y salir.

Y la tercera, era simplemente seguir los pasillos del palacio, y llegar a la superficie. Porque si, el Palacio del rey de los mares es de los más gigantescos que hay, ocupando el mar y la superficie. Pero allí había un problema, ¿cómo lograr que Poseidón baje la guardia y lo deje explorar a sus anchas todo? Eso nunca pasaría, era su esclavo, tendría que optar por un plan B, ganarse la confianza de un sirviente y robarle su método de ir a la superficie.

Sintió su piel erizarse cuando escuchó suaves pasos acercándose a su habitación. No tenía ninguna arma, pero, Musashi le había enseñado, sus compañeros del dojo se lo grabaron en la memoria, no importa si no tienes espada, peleas con las manos, y si las pierdes, con las piernas, y si las pierdes, con los dientes, pero nunca, nunca te rindes.

No podía rendirse, no estaba peleando con sus compañeros, con sus hermanos, con Musashi.

— Me rindo... — susurró mirando la puerta. — Como me encantaría poder decir eso ahora.

Y entonces le vio entrar.

De nuevo sus ojos se cruzaban con los ojos azules de ese dios, mirándose fijamente sin decirse nada, y aunque sintiera la muerte en su nuca, no bajaría la guardia, no se permitiría perder, no le daría la satisfacción a ese idiota de hacerlo sentir como un perdedor.

— No estás durmiendo. — dijo el dios de los mares, cerrando la puerta tras de sí, recargándose en ella. — El día a terminado, duerme.

— No pienso hacer lo que me ordenas. — replicó Kojiro, haciendo que Poseidón frunciera el ceño. — Ahora estamos cara a cara, idiota, ¿por qué no vamos a un duelo y dejas de atacarme por la espada como un cobarde?

En la mente de Poseidón habitaban dos cosas, una, el coraje de no darle un buen golpe en el rostro a ese idiota frente a él, que debería estarle besándole los pies, al darle el honor de ser su reina, y otra, eran las palabras de Hades, él lo mencionó, debía ganarle de manera mental al humano, ya que física podía ser vencido por este.

— Si quieres salir, tienes que curar esas heridas. — dijo Poseidón apartando la mirada, buscando en su cinturón un pequeño recipiente de cristal, en forma de delfín, con un líquido extraño dentro. — Es un elíxir, úsalo y tu rostro quedará como nuevo.

— ¿Qué? — el rostro de Kojiro era un poema de comedia, no tenía idea porque de pronto ese idiota parecía mostrar algo de humanidad.

— No estás encerrado aquí. — Realmente Hades le tendría que dar regalos y tratarlo como un dios, después de todo el esfuerzo que estaba haciendo para decir esas palabras. — Puedes salir cuando quieras, usando los elevadores, o puedes abrir los mares con esto.

CHECKMATE (JAQUE MATE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora