Entre Lágrimas [MESSI X OCHOA]

Capítulo VIII

“Duele tanto vivir, duele tanto sin vos...
     No sé qué extraño más...
                          Si tu olor, tus besos, tu cuerpo o tu dulce voz diciendo que me amas...
 
Y a veces me pregunto, ¿seguirás amándome?, ¿seguirá existiendo en vos ese amor tan puro y maravilloso que yo no supe cuidar?

No te voy a mentir...
        he llorado, he llorado mucho y espero que las lágrimas que he derramado sean más que las que vos has derramado por mí.   Porque si no es así, nunca me lo perdonaré...

Estas amargas lágrimas son el cruel recordatorio de que no supe cuidar de un amor. 
 
    Pero siendo sincero... ¿Cómo iba a ser capaz de cuidar un amor tan grande y maravilloso como el que me diste si no sé cuidar ni de mí mismo?

Guille, mi ricitos, te debo tanto, mi amor, sólo te quiero pedir perdón por no saber cómo hacerte feliz.
          Por marchitar nuestro amor.

En este momento sólo deseo saber en dónde estás, yo soy ahora el que le implora a Dios o a quien sea que te comuniques conmigo, tan sólo para saber si estás bien...
 

Por favor Guille, por favor... "
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𝐄𝐧𝐯𝐢𝐚𝐫

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El argentino apretaba sus puños buscando la fuerza para mandar aquel mensaje, pero con mucho temor a la respuesta que obtendría, logró mandarlo. Quizá no era el momento, definitivamente no era el momento de involucrar sus sentimientos con su deseo de saber en dónde se encontraba el mexicano.

—Joven Lionel.

A sus espaldas, aquella voz bastante conocida para él pronunciaba su nombre.

—¿Qué querés, Javier?, ¿estás tan tranquilo aún sin saber en dónde está tu novio?—le respondió con ese tono poco amigable.

Desde que se supo del embarazo de Memo y peor aún, que el padre era Hernández, no soportaba verlo a la cara sin desear golpearlo.

—Usted no merece ninguna explicación de mi parte, sin embargo, tengo la obligación de dársela, esta mañana no pude llevar a Guillermo a la Universidad porque acompañé a la señora desde temprano al doctor, ella en verdad se sentía mal y no había nadie más que la ayudara... No está en posición de decir que es mi culpa que Memo no esté aquí, porque no lo descuidé por cualquier tontería, ¿o la salud de su madre le parece poca cosa?

—¿De qué hablás?... No es verdad, estás intentando justificar el mal novio que sos—mencionó enojado—¿en dónde está mi madre?—irguió la cabeza, mientras que su mirada dejaba claro su rechazo hacia el chef del hogar.

—¡Piense lo que se le dé la maldita gana!

Javier no pudo más, todo ese coraje reprimido brotó de sus labios por medio de esas palabras, ya no le importaba que éste le amenazara constantemente con despedirlo.

Ya no le importaba nada más que saber que Guillermo se encontrara bien.

Aun si perdía su trabajo, si estaba Guillermo a su lado sabía que buscarían la solución para salir adelante juntos, pero si Guillermo no aparecía, todas sus ganas de seguir se irían con él.

Sus ganas de vivir buscarían a Guillermo hasta el cansancio, porque Memo ya era más que un compañero de trabajo, era más que un amigo. Javier veía en Memo a un hermano al cual cuidar y proteger de lo malo del mundo y de las personas que como Lionel, no hicieron más que lastimar a su querido amigo.