Capítulo III

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[Dos semanas después de la noche que Leo y Memo pasaron juntos]

"Últimamente no he pasado mucho tiempo con Lionel, sé que debe estar muy ocupado porque su graduación se acerca, pero... Realmente lo extraño"

Escribió aquello en una pequeña libreta que parecía ser un diario en el que Memo desahogaba sus sentimientos al no tener a alguien a quien poderle contar sus secretos.

Guardó esa libreta en uno de los cajones de su clóset, si alguien lo descubre sería su final en esa casa.

Salió de su cuarto después de ponerse su uniforme para comenzar su día de trabajo, la noche anterior la hija de los Messi tuvo una fiesta con sus amigos, por lo que la casa estaba hecha un desastre.

Comenzó por la gran sala de la casa, en la cual habían más de 5 botellas tiradas en el suelo, Memo recogió una a una y las colocó en una bolsa negra, pero sobre el sofá se encontraban más botellas, algunas aún no estaban completamente vacías.

Memo sintió curiosidad, ya que, nunca en su vida había visto ese tipo de marcas.

—A ver, a ver, qué diferencia puede haber entre las de mi país y las de acá.

Antes de poder abrir una de esas botellas, apretó sus ojos y frunció el ceño, sintió muchas náuseas de un momento a otro. Se sentó en el sofá por unos segundos tratando de relajarse.

—Tranquilo, Memo, todo está bien...

Habló para sí mismo, mientras acariciaba su cabeza, pues un pequeño mareo acompañó ese malestar.

—Buenos días, Guillermo—la voz grave del jefe de la casa era difícil de confundir.

—Buenos días, señor Messi—como pudo, se levantó para saludarlo.

—Te ves un poco pálido, ¿te sentís bien?

—Sí, muchas gracias por preocuparse, pero estoy bien—le sonrió y continuó con su trabajo.

Memo tenía cierta obsesión con la limpieza, por lo que su trabajo no le pesaba mucho, pues le causaba satisfacción ver todo ordenado y limpio, esa sala desordenada le provocaba más náuseas.

—Está bien, seguí con el laburo, nos vemos más tarde—se despidió y salió de la casa.

Después de colocar todas esas botellas en la bolsa negra, se dirigió a la parte trasera de la mansión para depositarlo en los contenedores de basura, giró su rostro a dirección donde se encontraban los autos, y notó que faltaba el carro de Lionel.

Supongo que hoy nuevamente llegarás tarde... ¿Verdad?

Pensó Memo y sintió un nudo crecer en su garganta, deseaba volver a revivir ese momento mágico de la última vez que estuvieron juntos, pero no sabía cómo acercarse a Leo y expresarle que sentía un fuerte distanciamiento de su parte.

Volvió a la sala y sonrió tranquilo al verla completamente limpia, continuó con otras partes de la casa hasta que Javier le llamó para desayunar.

—Hey, Memo, no te pases cabrón, ya casi limpias toda la casa y no has comido nada—dijo molesto.

—No tengo hambre—y no era mentira, desde que esas náuseas se hicieron presentes por la mañana su apetito era realmente nulo.

Entre Lágrimas [MESSI X OCHOA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora