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22.

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Alexandra oyó lo que parecían gritos de guerra mientras veía cómo brujas y magos empezaban a correr en ambas direcciones. De algún modo, Neville ya se había liberado de la maldición que ataba su cuerpo, empujando la cabeza de Alexandra hacia abajo y alejándola de las flechas que disparaban contra la multitud de mortífagos que corrían hacia el castillo. Neville soltó a Alexandra, corriendo entre la multitud y dejándola en medio de la batalla. Escudo hechizo tras hechizo, se estaba convirtiendo en abrumado. De repente, la cantidad de hechizos disparados hacia ella disminuyó, y vio que Draco estaba ahora a su lado.

—"Estás loca, ¿lo sabías?" —Le preguntó, gritando por encima del caos.

—"¡Soy bastante consciente de ello, sí!", —se rió. —"¡También estás loco, luchando aquí fuera donde todo el mundo puede verte!".

—"Decirle a alguien que le quieres mientras luchas a su lado es mucho más romántico que las flores y los bombones, ¿no crees?".

—"Supongo que sí. Afirmó Alexandra, con una sonrisa creciendo en su rostro. Draco apretó su espalda contra la de Alexandra, ambos protegiendo los puntos ciegos del otro mientras se dirigían al Gran Comedor, donde se desarrollaba el corazón de la batalla.

—"¡Hijo! Hijo!" —La voz de Lucius gritó presa del pánico mientras él y Narcissa corrían entre la multitud, aliviados de que su hijo estuviera vivo.— "¡Debemos irnos!"

—"¡No me voy!" —Gritó Draco, sin dejar de lanzar y desviar hechizos a su alrededor, al de Alexandra y ahora al de sus padres. —"¡No soy un cobarde!"

—"Me alegro de verle, señor Malfoy. No lo veía desde que intentó matarnos a mis amigos y a mí",— saludó Alexandra.— "Aunque eso ha ocurrido en más de una ocasión. No somos los mejores para los reencuentros, ¿verdad?".

—"¿Cómo se te ocurre hacer un chiste en un momento así?". —preguntó Lucius, esquivando los hechizos mientras se quedaba sin varita.

—"Aprendo de los mejores", —sonrió Alexandra, mirando a Fred mientras luchaba a unos metros de ella. —"Supongo que debería darte las gracias. No habría conocido a los Weasley de no ser por ti, después de todo. Y, antes de que me digas que son unos sucios traidores a la sangre, recuerda que yo tengo varita, y tú no".

—"¿Es eso una amenaza?"

—"Mucho menos amenazante que lo que me ha dicho en el pasado, señor",— sonrió Alexandra. —"¿Decirle a una niña de diez años que nunca crecerá si no toma las decisiones correctas? Horrible, de verdad".

—"Yoo-"

—"Pero te perdono. Sólo un padre tratando de proteger a su familia, supongo. Tú..."

—"¡Protego!" —Una voz atronadora interrumpió. Las cabezas de todos se volvieron hacia la fuente del ruido, y el corazón de Alexandra se detuvo.

—"¡Harry!" —Gritó feliz, incluso oyendo a Draco vitorear en voz baja detrás de ella.

—"Increíble", —murmuró Lucius para sí mismo. Una mirada culpable en el rostro de Narcissa hizo creer a Alexandra que sabía algo, pero no se hizo ninguna pregunta.

De repente, la sala se quedó en silencio. Harry y Voldemort se rodearon mutuamente, manteniendo una conversación durante lo que parecieron horas mientras la multitud observaba y esperaba a que ocurriera algo. Harry afirmó que Dumbledore había ido un paso por delante de Voldemort, incluso en la muerte, y Voldemort no se lo tomó a la ligera.

—"¡Dumbledore pretendía ocultarme la Varita de Saúco! ¡Quería que Snape fuera el verdadero maestro de la varita! Pero yo llegué antes que tú",— vitoreó Voldemort triunfante, pensando en cualquier momento en que pudiera demostrar que era él quien realmente estaba por delante de todos los demás.

A Alexandra se le cortó la respiración. El tema de la Varita de Saúco no era necesariamente un tema que le gustara. Seguía sin entenderlo del todo, pero el pasaje arrancado del libro que Tom le había dejado le decía todo lo que necesitaba saber. Al menos, eso creía ella.

—"La varita no funciona bien, ¿verdad?"— preguntó Harry. Voldemort hizo una pausa.— "No funciona porque asesinaste a la persona equivocada. Severus Snape nunca derrotó a Dumbledore".

—"¡Él lo mató!" —protestó Voldemort.

—"¿No me estás escuchando?" —se burló Harry. "—La muerte de Dumbledore estaba planeada desde el principio. Dumbledore quería morir, invicto, el verdadero amo de la varita. Pero la varita reconoció a un nuevo amo antes de que Dumbledore muriera. El amo le quitó la varita a Dumbledore contra su voluntad, sin darse cuenta de que la poseía. El verdadero amo de la Varita de Saúco era Draco Malfoy".

—"No",— gimoteó Alexandra, agarrándose a Draco cuando la cabeza de Voldemort salió disparada en su dirección. Lucius y Narcissa se colocaron de forma protectora frente a ellos, protegiéndolos de la mirada del Señor Tenebroso.

—"¿Qué más da?" —Voldemort rió, volviéndose hacia Harry. —"Después de matarte, usando sólo la habilidad, me ocuparé de Draco Malfoy".

—"Pero llegas demasiado tarde", —sonrió Harry con suficiencia.— "Yo llegué primero. Lo dominé hace semanas y tomé su varita".

—"No está en tu mano",— rió Voldemort. Alexandra escondió la varita detrás de su espalda mientras Draco usaba su cuerpo para ocultar cualquier visión de ella.

—"Se ha roto, pero ¿qué importa?". —mintió Harry, aferrando la varita que sostenía en ese momento en la mano. —"Soy el verdadero maestro de la Varita de Saúco".

Luces de todos los colores llenaron la sala y, para cuando la multitud pudo volver a ver con claridad, Harry estaba de pie sosteniendo dos varitas mientras Voldemort yacía muerto frente a él.

La respiración de Alexandra se aceleró, sin poder creer lo que tenía delante. No podía estar muerto. No podía.

Pero lo estaba.

—"¿Significa esto...?"

—"Tú no eres la maestra de la Varita de Saúco",— le dijo Harry a Alexandra cuando por fin tuvieron un momento para hablar. Pensó que se sentiría decepcionada, pero se sorprendió al ver que estaba aliviada.— "Draco te dio su varita voluntariamente, pero aun así lo desarmé en la Mansión cuando tenía la varita de Colagusano".

—"Le has llamado Draco", —sonrió Alexandra.

—"No te acostumbres", —se rió Harry. —"Entonces, ¿lo que ha pasado hoy se parece en algo a lo que viste en 1943?".

—"En realidad fue muy parecido, sí", —admitió Alexandra.— "Sin embargo, los resultados fueron muy diferentes de lo que esperaba. Mucha muerte tramposa por todas partes, diría yo".

—"¿Está contenta? ¿Con cómo salieron las cosas?"

—"No creo que pueda mirar atrás y sentirme feliz. No con todas las vidas que aún se han perdido", —explicó Alexandra, pensando específicamente en Lupin y Tonks. —"Pero supongo que puedo tener esperanzas de seguir adelante".

—"Nunca dejes que nadie te haga creer que el amor no vale nada", —le dijo Harry. —"El amor ganó esta guerra".

—"Deberías buscar a Ron y Hermione", —sugirió Alexandra, empezando a llorar.— "Seguro que están deseando hablar contigo. Hay mucha gente ahí dentro, así que usa tu capa para escabullirte o nunca saldrás".

—"Nos vemos pronto", —sonrió Harry. Alexandra le devolvió la sonrisa, eternamente agradecida de que su amigo hubiera sobrevivido.

—"Sí, nos vemos".

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