Capítulo 3: "Caos Embolsado".

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            Llega el lunes y ya es momento de ir a trabajar.

Ya un mes sin hablarnos. Es invierno y digamos que ir a trabajar con este clima no es muy gratificante que digamos. El gerente me recibe con un saludo apático como siempre y tras ponerme mi uniforme de trabajo me pongo detrás de la caja para comenzar a recibir a la clientela.

Sí, yo trabajo de cajero. Un trabajo que depende en su gran mayoría en la atención al cliente, más que nada por el lema de la compañía y no por otras cosas. Aunque al final, al estar casi al lado de un súper mercado raramente hay un cliente que no sean los habituales o que simplemente no quieran comerse una fila 30 personas en el Súper Mercado.

"Limpieza en el pasillo 5, limpieza en el pasillo 5".

Comienza el verdadero trabajo. En este Mini Mercado en el que trabajo soy técnicamente el único trabajador que hay, así que todo termina recayendo sobre mis hombros. Soy como un rey sin sirvientes y con un gerente que no para de romperme las pelotas cada que puede hacerlo.

Tomo escoba, trapeador, cloro todo lo que es necesario para hacer la limpieza y me embarco en mi aventura a través de los pasillos del pantano abandonado que es este maldito Mini Mercado.

Llego al Pasillo 5 y lo primero que veo es una fosa de vomito que se extiende de estantería a estantería mientras al lado, la madre del niño vomitado espera por mí con una sonrisa que decía el "lo siento" más sincero que me han transmitido en mucho tiempo. Yo solo le asiento con tranquilidad y me pongo a limpiar el vómito, sin antes desearle una buena compra a la mujer.

—Eso te pasa dar vueltas luego de haber comido dulces.

—F-fue divertido.

—Pues si vomitar es una manera de divertirse, vaya forma más peculiar de hacerlo.

Cuando termino de limpiar, tiro el agua que utilice por la parte de atrás de la tienda, dejo los utensilios de limpieza a un lado y vuelvo a la caja soltando el primer suspiro del día. Será un día atareado al parecer.

Llega una de las clientas más habituales. La señora Momochi. Una señora que todas las mañanas se compra una cajetilla de cigarros y un paquete de seis cervezas para que luego de dejar las cosas en la caja, comience a hablar cosas de poca importancia para mí pero que me veo obligado a escuchar.

—Han pasado meses desde la última vez que me visito mi hijo. Bueno, no lo culpo. Fui muy mala madre en su tiempo.

Siempre habla de lo mismo. Siendo sincero no conozco a esta señora pero no siento que nadie deba pasar por esa clase de cosas. Al menos creo que no abandonaría a la vieja de esa manera.

No lo haría, ¿Cierto?

Deje a un lado el pensamiento y le entregue sus compras a la señora la cual dijo gracias mientras se retiraba. Suspiro mientras los pensamientos intrusivos volvían a invadir mi mente. El día no iba mal y no quiero echarle la culpa a la señora por mis delirios mentales. Pero si no fuera por su comentario no pensaría en esto.

No recuerdo muy bien cuando comenzó, lo más probables desde que desperté mi peculiaridad. Desde siempre impulsándome a ser el numero 1 siendo en ese entonces, lo único en lo que podía pensar en mi vida.

—Bakugou, acomoda estos rollos de papel higiénico en sus respectivas estanterías.

—Sí, señor.

No solo fue mi madre la que me metía presión en ello. Toda mi antigua escuela me incitaba a serlo, diciendo que lo más probable yo sería el próximo número 1 y yo lo creí. Si hubiera tenido conocimiento del One For All en ese entonces lo más probable es que no habría terminado sobre esforzando mi cuerpo para ser héroe, que lo más probable es que hubiera tomado ese camino solo por el dinero que trae serlo.

Dejate Llevar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora