Capítulo 11: "Una Despedida sin Palabras".

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—¿Ni una llamada?

—No, ni una sola por ahora.

Ha pasado días desde el concierto y todavía no nos llama nadie. Probablemente tengamos que ir a más conciertos, hasta entonces me veré enfocado a producir dinero para la casa. Al menos ahora ya no soy el único que trabaja.

—Para el sábado tenemos practica Bakugou.

—Lo sé.

—Oigan, cambiando de tema. ¿Qué pasara con la salida?

—¿Salida?

—La venimos planeando del año pasado, pero han pasado muchas cosas como para que si quiera pudiéramos plantearnos salir.

Es un viaje importante también. Llevo años sin ver o ir a ese lugar y realmente, aunque me tiene un poco de los nervios... es momento de ya cerrar este ciclo.

—Bakugou, ¿tú quieres ir? —me pregunto Kirishima—. No tienes que ir si no te sientes cómodo.

—Voy a estar bien, tranquilo.

—¡¡Red Riot, se acabó el descanso!! ¡¡A patrullar!!

—Uy... me tengo que ir chicos, hasta pronto.

—Yo igual, tengo que terminar de empacar algunas cosas.

—¡¡Es cierto!! —Kyoka palmeo sus mejillas—. Dentro de 2 meses se van, ¿cierto?

—Que rápido pasa el tiempo —declare con cierta incredulidad—. B-bueno, no molesto más. Yo me tengo que marchar a hacer unas cosas.

Observe hacia la puerta y mis ojos se detuvieron en la figura derrotada de mi madre, está esperando por lo menos por unos 5 minutos allí mientras mira el suelo. Yo suspire y volví a la pantalla.

—Nos hablamos mañana para salida chicos.

—Está bien, nos hablamos.

—¡¡Nos hablamos!!

Baje la pantalla de mi portátil y suspire nuevamente. Volví mi cuerpo lentamente hacia la puerta para mirarle otra vez. Hubo silencio en el momento, mi mirada iba y venía desde ella y sus maletas de una manera redundante. Ella ya se marchaba y yo, pues, no sabía cómo sentirme.

La mudanza se vio cancelada porque no hay viviendas disponibles todavía y la gran mayoría, son para una sola persona en Tokio, pero ese tipo de departamentos siempre terminan siendo para oficinistas que, fuera de su propia vida, no tienen más responsabilidades.

Ahora mi vieja se ira a vivir con mi abuela. Ya que nos quedaremos aquí con mi papá ella no tiene nada más que hacer con su relación... lamentablemente. Así que, aquí termina algo importante, pero, no quita que me deja cierta sensación amarga el hecho de que ella se vaya sin más.

No hemos conversado en lo absoluto y ahora estamos aquí, observándonos mutuamente en un silencio que probablemente ya lleva los 5 minutos de duración. Me puse de pie para caminar hacia la vieja, y tome una de sus maletas ante la neutra mirada de ella.

Ambos bajamos las escaleras para salir de la casa. Cuando traspasamos el portal de salida finalmente comenzamos a caminar hacia la estación de buses.

La caminata fue larga, pasamos por todo el vecindario, hasta de paso pude saludar a la tía Inko. La mirada que le dio Inko a la vieja fue una de preocupación, pero no dijo nada y procedimos a seguir nuestro camino.

Llegamos a la ciudad a las una y media de la tarde. Pasamos por distintas tiendas, yo solo observaba las vitrinas pues el camino se hacía, cada vez más aburrido.

Pensaba a cada rato que podría sacar un tema de conversación, pero ella tampoco se notaba dispuesta a intercambiar palabras conmigo y eso hacia cada vez más difícil estar donde estaba.

En definitiva no me sentía cómodo.

No quería que ella se fuera con un sentimiento de culpa y yo no me quería quedar con algún sentimiento de que deje algo inconcluso con ella. Después de todo no estoy muy seguro de si la volveré a ver después de esto. No sé si ella quiere arreglar las cosas o algo por el estilo, o no sé si ella realmente se siente mal por algo y eso.

No sé, no veo tampoco a mi vieja sintiéndose mal por algo que hizo o disculpándose si quiera.

¿Podrá cambiar si quiera?

A veces durante esos momentos del día me pregunto si las personas malas pueden cambiar, si hay personas malvadas que realmente pueden hacer un cambio por más mal que haya hecho esta persona. Suena ridícula la pregunta para alguien de mi edad, pero... si alguien como yo pudo cambiar, ¿por qué otras personas no?

Por eso a veces me cuestiono si la vieja puede cambiar, o si esta tan sumida en sus pensamientos egoístas que simplemente piensa que todo lo que lleva sucediendo el último tiempo no es culpa suya.

Me detuve enfrente de un puesto de ramen y pedí dos para llevar. Tuve que esperar un rato corto pues estos estaba ya listos. Luego de unos 5 minutos ya tenía dos cajas en mis manos y camine nuevamente al lado de mi mamá, entregándole una de las cajas para que vaya comiendo en lo que venía de camino.

Yo igual abrí mi caja y comencé a comer para lo que quedaba de camino.

Pensar mucho de lo que pasaba hacia que mi cabeza se calentara demás. No quiero obviarlo, pero creo entender ahora que hay cosas que se deben arreglar al pasar del tiempo, y bueno, si no se arreglaron pues que lastimas.

No es que sea... flojo en ese sentido, pero si el buscar arreglar las cosas es reciproco no puedes hacer mucho ya.

Pasaron unos minutos en los cuales me comí mi ramen. Lance la caja a un tacho de basura que había a un lado y suspire, satisfecho con esa comida.

Resulta que finalmente llegamos a la parada del autobús y sorprendido, observe a la vieja. No le veía el rostro, más bien, parecía querer evitar contacto visual conmigo.

¿Así terminara todo? Pues resulto que sí, porque apenas llego el autobús tomo sus maletas, la metió al vehículo y se subió rápidamente para sentarse en su asiento, de alguna manera, de la forma más bruta posible.

Yo suspire sobándome la cien. Si estoy termina así, vaya manera. No me siento feliz por el resultado, pero tampoco triste. Es simple un amargo gris que no puedo terminar de comprender.

[Capitulo corto, pero que da pie al siguiente capitulo. Esperen hasta el próximo domingo].

Dejate Llevar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora