CAPITULO 22

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NUEVA HISTORIA,NUEVAS EXPERIENCIAS 

EMMA

Las sábanas nos envolvían en un calor que apaciguaba el frío de la madrugada en Barcelona.

Yo mantenía su mano envuelta en la mía y nuestros sueños se juntaron a lo largo de la noche apciguando lo que dejo la fiesta de mi amiga.

Los tragos, las luces y la música me hicieron perder la cuenta del tiempo y las horas, lo que significó pasar una buena noche acompañada de mi mejor amigo y de la persona con la que en este momento busco encontrarme completa.

¿En que momento llegue a la casa Ferran?, no tengo ni Idea, solo desperté a su lado y tenia el pensamiento claro de que estaba hecha un desastre, me sentia como una maniática que acaba de salir de su manicomio.

Con delicadeza me levanto para evitar que mi compañero se despierte por mi culpa.Y mis pasos dezcalsos se mueven por la habitación del español, buscando un espejo en el cual pueda observar mi aspecto.

Me dan ganas de gritar cuando me pongo frente al espejo del baño. Mis ojos están manchados de negro a causa del rimel y delineado que no me quite la noche anterior y ni hablar de mis labios que se ven rotos y en una situación parecida a la de los ojos, por causa del labial.

Abriendo un poco la llave de agua y tomando un poco de papel intento limpiar el desastre de mi cara, cosa que no resulta como pasa con el agua micelar o las toallas desmaquillantes, lo que me alegra es haber visto la mejoría en mi cara.

Dando media vuelta sobre mi eje después de verme en el espejo choco con el cuerpo de alguien, dando unos cuantos pasos hacia atrás por el choque.

La risa de Ferran llega a mis oídos mientras masajeo la punta de mi nariz al  sentir la punzada de dolor golpearme en esa zona.

—Lo siento,no te vi a mi lado y vine a buscarte— dice con una sonrisa traviesa.

Le doy un golpe en el brazo y pasó por su lado para buscar mi teléfono en medio del desorden de la habitación.

Su mirada la siento presente en mi nuca mientras busco cualquier rastro de mi bolso, por lo que con una sonrisa en labios y sin que me pueda ver le respondo.

—¿Me quieres decir algo?

No recibo respuesta de su parte, solo puedo sentir como su presencia se acerca más a mi y sus pasos son los que ponen mis pelos de punta.

Sus manos son las primeras que hacen acto de presencia en mi cuerpo, pasándolas suavemente en mi cintura y pegándome a su pecho antes de hablarme al oído.

—Que tal si nos bañamos y pasamos todo el día juntos, solo los dos— me susurra al oído, provocando una risa en mi.

Me doy la vuelta y dejo un beso en la comisura de su boca, para luego alejarme de el y continuar con mi tarea.

—Perfecto— digo con una pequeña sonrisa al ver como se quedo esperando otro tipo de beso— solo déjame encontrar mi teléfono.

El rueda los ojos a lo que yo le mando un beso con un gesto de mano, a lo que el lo recibe con una nueva sonrisa.

Siento como el se va después de seguir buscando mi teléfono entre la revuelta de ropa en la habitación.

Este hombre vive muy desordenado.

Quito y busco sin saber donde fue que deje mi celular. Ya un poco rendida después de unos cuantos minutos sin encontrar mi bolso y mi teléfono decido tomarme una ducha para tratar de hacer memoria.

Primera Vez| Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora