CAPITULO 21

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ARREGLEMOS LAS COSAS

E M M A

Al ser alguien reconocido en la industria del entretenimiento, es algo que te llena de ego y también de mucho dinero.

Que Catalina Montaño sea una influencer reconocida a nivel mundial por sus storytimes, vlogs y muchos otros contenidos, ha ganado dinero por su cuenta y ya tiene una comunidad grande en Instagram y TikTok.

La fama la convirtió en una persona que no conocía antes, y el dinero también logró cambiar a la pequeña colombiana tímida que llegó el primer día de clases.

La sigo queriendo; es mi amiga y una parte fundamental en mi vida. No podría romper esta amistad cuando ella volvió a recibirme tan pronto como llegué a Barcelona.

Las luces en el lugar son las que me permiten divisar las diferentes partes del lugar con color, un color lleno de fiesta y vida.

La noche es lo que más me emociona y mi compañero es lo mejor que me ha pasado desde que me fui a Madrid.

Tras de que los dos tenemos el corazón roto, intentamos acompañarnos el uno al otro, buscando la compañía que nos vuelva a devolver la felicidad.

Mi mano, envuelta por la de él, es lo que me causa seguridad al entrar en el recinto.

Intentar algo con Ferran Torres no estaba en mis planes; de hecho, todo lo que me ha pasado no estaba pensado cuando mi padre me dijo que volveríamos.

Pasé una buena semana en Madrid, disfrutando de su compañía y del calor que sus labios me regalaban en cada beso.

Sin darme cuenta, y sumergida en mis pensamientos, no pude ver en qué momento me encontraba frente a frente con la colombiana.

Ella, con un vestido rojo arriba de sus rodillas y unos tacones que se veían dolorosos.

Como siempre, lo primero que vi en esa cara fue una sonrisa brillante, seguido del rojo puro del labial de sus labios.

Yo no dudé en corresponderle y soltar la mano del español para acercarme a darle un abrazo a la que en este momento era la cumpleañera.

—Después de meses, puedo volver a estar contigo en tu cumpleaños —le susurro al oído en el abrazo que nos envuelve.

Las dos nos separamos y vuelvo a mi sitio con Ferran, quien no duda en tomar mi cintura con seguridad y firmeza.

Cata nos mira con incomodidad y luego murmura unas ciertas palabras que no puedo reconocer, para por último irse.

Ferran ríe a mi lado como si encontrara gracia en lo que acaba de pasar, a lo que yo correspondo dándole un codazo suave en el estómago.

Él se toca su estómago fingiendo dolor y yo me volteo para verlo a la cara con una sonrisita bailando en mis labios.

—Gracias por acompañarme —le susurro, a lo que él vuelve a tomarme de la cintura y yo correspondo rodeando su cuello.

Él me sonríe e, inclinándose un poco, rozando mi nariz, responde tranquilamente.

—Estoy intentando algo contigo y así mismo, yo quiero intentar algo contigo, deseo hacerlo —susurra suavemente sintiendo sus suspiros en mi cara.

Primera Vez| Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora