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KILLIAN

Me subí al coche de Alex destino a un pub donde había quedado con Bella, no sé cómo se las arreglaría después de que Zoe rechazase irse con Austin y entiendo que quiera estar sola si hoy tuvo problemas.

Cuando le resumí en una frase de camino a las atracciones no dudo en decirme que al irnos nos veríamos. Le expliqué a Alex que tenía que quedar con ella para hablar unas cosas y que más le vale que no le diga nada a nadie. Sé que es un bocazas.

Me senté en la barra, lo bueno de aparentar tener veintiuno era que me servían una cerveza, pero a Bella le darían un refresco. La vi entrar en el pub, era fácil de ver con aquel vestido floreado en un pub a las nueve y media de la noche.

―Killian ―decía apresurada―. No sabes lo que me ha costado convencer a Quentin que tengo más amigos que vosotros.

―¿Los tienes? ―Me burlé un poco de ella.

―Sí los de la clase de dibujo ―reía―. Dejamos a Austin en casa algo decaído, Zoe no quería nada más que subirse a su cuarto y no tuvimos más remedio que decirle a mi madre que se pasara a darle algo de comer. Quentin no sé qué hacía, pero cuando salí de casa poco más y me monta un interrogatorio.

Se me quedó mirando con una ceja alzada.

―Mira Killian, sabes que estoy enfada ¿no? Lo que hiciste en la fiesta estuvo más que horrible y Zoe no merece eso. Ahora todos saben casi toda su vida, doy gracias que solo Austin sabe algún detalle de aquella noche.

―¿Lo del divorcio, cuernos y chillidos? ―Suspiré―. Nos lo contó a Quentin y a mí.

―¿Qué? ―Casi se ahoga con el refresco.

―Pues que es un bocazas ―gruñí―. Se supone que Zoe se ha abierto con él porque confiaba y lo primero que hace es largarlo, aunque sean sus amigos. No soy ejemplo porque yo la lie bastante lo admito, pero si en un momento vulnerable me lo hubiera dicho...

―Killian, no sé qué rollos te traes con Austin y ni si quiera Quentin va a soltar prenda, pero vamos a dejar eso en segundo plano porque estoy aquí por Zoe ―decía seriamente.

―Sé que sabes que desde el suceso con su padre en la playa dejó de ser ella totalmente ―me pasé las manos por la cara―. Aunque ahora que sé a medias lo de aquella noche supongo que empezó ahí.

―Lo de aquella noche... no puedo olvidarlo nunca porque estuve en esa casa, viví aquella discusión. Zoe estaba destrozada, aunque se ve que no era la primera vez, pero sí que es de las más fuertes. Cuando llamamos a mi casa, salimos mi madre, Zoe y yo de la mano. No paraba de llorar Killian, estaba rota solo decía que no quería seguir viviendo ahí, ni vivir en general porque le dolía mucho levantarse por las mañanas.

―Bella, tenía ocho años... ―Murmuré.

―¿Por qué crees que no la dejo sola, Killian? ―Suspiró―. Porque odio verla tan frágil, como si rozarla fuera a romperse. Con Cody pensé saldría bien todo, pero no quiere saber nada de nadie que no seamos los de siempre. Cuando volvimos de la playa Killian, no era ella, te lo prometo que no era Zoe. Como si se hubiera comido a su antigua yo.

―¿Cómo la ves en clases? ―Inquirí nervioso―. ¿Ves algo extraño?

―Como siempre, la noto más cansada de lo normal pero no hay nada nuevo a parte de sus ojeras ―negaba con la cabeza―. Parece un poco zombie y apenas tiene ganas de nada, el otro día se llevó un libro para leer, pero no leyó nada. Se puso música y desapareció en algún punto de su mente.

―¿Sigue pensando eso? ―Me preocupé.

―Puede ser Killian, a mí me cuenta todo e igual lo camufla entre frases suyas y tú me has preocupado más. ¿Cómo has caído en todo esto, Killian?

NI LUZ ROJA NI LUZ VERDE, LUZ ÁMBAR (Nueva versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora