four

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En los días siguientes, Ansu obligó a Gavi a convivir con Martín porque estaba solito, a pesar de que ya sabía de los posibles sentimientos del fisioterapeuta hacia Gavi, le daba mala leche que estuviera solito siempre. Aquella cercanía de Gavi y Martín hizo que Pedri se sintiera más irritado de lo normal, acostumbrándose a perderse en sus pensamientos muy seguido, incluso si no piensa en nada. Pinchó el pedazo de sandía con un poco de rabia, era el desayuno y Gavi estaba sentado en otra mesa con Ansu y el fisioterapeuta. Rodó los ojos y masticó la sandía.

—La pobre fruta no tiene culpa que tu amorcito no esté en la mesa, Pedrito. —Morata le habló, solo estaban ellos dos en la mesa porque no le apetecía mucho compartir mesa con muchísimas personas.

—¿Mi amorcito? —Preguntó confundido, centrando su mirada en Morata pero queriendo centrarla en otro lado.

—¡Sí! ¡Gavi! —Sonrió Morata mientras cortaba un poco el plátano frito que tenía en su plato.

—No es mi amorcito, solo me siento desplazado. ¡Pasaba todo el día pegado al lado mío y ahora solo lo veo en los entrenamientos y no hablamos en la habitación! —Pedri hizo un berrinche, se sentía desplazado hace días. Pablo le dejo de hablar todo el día, sí, lo veía todo el día pero no le hablaba. ¡Se supone que eran mejores amigos! Todo fue tan progresivo que no pudo hacer nada para que le hablara más. De solo recordarlo, sus sentimientos se llenaron de un toque agrio. Apartó su plato, que estaba casi lleno, no tenía más apetito. Bueno, no tenía apetito hace tres días seguidos, Luis le mata si se entera que no ha comido bien.

—Bueno, ya hablando en serio, si te sientes así deberías de hablar con Gavi. Sabes que es algo distraído, no se da cuenta muchas veces de sus acciones. —Comentó mientras picaba un poco de fruta del plato de Pedri, este asintió un poco serio y no comentó nada más. Morata suspiró, no sabía que hacer para hacerle ver a esos dos idiotas que tenía como amigos que estaban enamorados. Por un momento se sintió mal porque puede llegar a entender lo que siente Pedri. —¿Quieres jugar futbolito? —Preguntó con total intención de distraer al menor.

—Está bien. —Se alivió un poco cuando visualizó una sonrisa en el rostro contrario, bueno, estaría bien. Tenían un poco de tiempo antes de que iniciara el entrenamiento, ambos se levantaron de la mesa y salieron del comedor, para Pedri fue difícil no poder ir con Gavi y decirle que estaría con Morata. Cuando llegaron a la sala de juegos no sentía los ánimos demasiado altos, Morata conectó su celular a una pequeña bocina y puso Quevedo para animar un poco a Pedri.

—Levanta esos ánimos chaval, no te voy a permitir estar triste cuando vas a debutar en un mundial. —Pedri rió ligeramente y Morata lo abrazó, haciendo que fueran a la mesa de futbolito. Cada uno agarro su lado y Morata agarró una pelotita que estaba en uno de los hoyos que conectaba con las porterías.

—¿Listo para que te meta una goleada? —Preguntó Pedri mientras se frotaba las manos, como seña de que iba totalmente serio.

—Ajá claro, esto es un clásico español, imaginemos que sigo en el Madrid. —Pedri rodó los ojos mientras ponía una mueca.

—Hubieras sido perfecto si no fueras madridista, tío. —Se quejó, claramente era una broma, le daba totalmente igual.

—¿Qué dices? Tú serías perfecto si fueras madridista y no culé. —Pedri se encogió de hombros y empezaron a jugar, ambos pegaban gritos por cada error, gol, jugada, etc. La partida la terminó ganando Pedri, no porque Morata fuera malo, si no que quería ver a Pedri ser feliz luego de verlo por aproximadamente tres días seguidos.

—¡Yay! ¡Te dije que te iba a ganar! —Celebró Pedri, saltando sobre la espalda de Morata, el español le agarro de los muslos para que no se cayera. Iban de camino al entrenamiento y por las burlas de Pedri hacia Morata, el último no le pudo bajar y llegaron así al entrenamiento. Pedri estaba extremadamente feliz y Morata estaba feliz por ver feliz a su amigo.

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