eleven

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El baño estaba lleno de llanto, las cosas estaban regadas por el suelo. El canario estaba hecho una bolita en el suelo mientras abrazaba sus rodillas y ocultaba su rostro en ellas. Pronto, unos brazos lo rodearon y pequeños besos fueron depositados en la corona de su cabeza.

—¿Qué sucedió? —El sevillano sentía que su pecho dolía, demasiado. Abrazó más fuerte al canario en sus brazos al notar como temblaba, este último se aferró más a él.

—Yo...no puedo —Sorbió su nariz y escondió su rostro en el pecho contrario, quien aceptó el abrazo.

Ahora, Pablo se encontraba sentado en el suelo del baño mientras rodeaba a Pedri con sus brazos, el canario estaba sentado de lado encima de él. Siempre manteniendo su rostro escondido en el pecho contrario, que se iba humedeciendo conforme el tiempo.

Gavi hizo su cabeza para atrás, permitiendo el contacto de esta con la pared mientras miraba un punto fijo y acariciaba el pelo de Pedri. Los sollozos se calmaron un poco de a como lo encontró y le parte el alma ver a Pedri así.

—¿Ya estás mejor? —Preguntó, haciendo que el enfoque de sus ojos fuera el canario. Este asintió con la cabeza, permitiendo por primera vez que viera su rostro. Estaba rojo y húmedo por las lágrimas. Gavi sintió su corazón doler; besó la punta de la nariz del contrario —Tranquilo, sé que todo estará bien. Haré que esté bien —Pedri sonrió ligeramente mientras volvía a abrazar al sevillano, sin ocultar su rostro. Dejó que su oído escuchara los latidos del menor, suspiró.

—No voy a jugar en el mundial —Reveló y Pablo pudo jurar que sintió el agua fría caer sobre él. Buscó que su cuerpo no se tensara para poder brindarle algo de tranquilidad al intranquilo corazón del canario —No subí de peso, bajé. Yo...quería tanto jugar en el mundial y que no pueda por esta...estupidez —Las lágrimas se volvieron a formar en sus párpados, apretó más la playera de Pablo.

—No es una estupidez si implica tu salud, Pedri. Entiendo el sentimiento de no poder jugar en el mundial, pero...

—¡No, no lo haces! ¡Tú sí vas a jugar! —Lloró más el canario sobre su desgracia, Pablo frunció el ceño y luego cerró los ojos. No quería hablarle mal a Pedri, entendía que era suceptible en este momento pero él no tiene el mejor control sobre su ira.

—Mira, sí, voy a jugar, pero sin ti. ¿Crees que se siente bien? No, no se siente bien. Quería que estuvieras a mi lado en este momento tan importante para ambos, pero hay muchas oportunidades por delante que seguramente tomarás —El llanto de Pedri no cesó, pero se calmó ligeramente. El temblor en su cuerpo seguía presente, quería refugiarse en el cuerpo del menor —Ahora ven, vamos a un lugar más cómodo.

Pedri asintió y se bajó del regazo del sevillano. Ambos se pararon del suelo y se dirigieron a la cama, donde el canario escondió su rostro en el pecho del sevillano, quería escapar de su realidad.

El constante masajeo de Gavi a su cuero cabelludo hizo que cayera dormido, llevaba demasiado tiempo encerrado en el baño. Sentía cansancio emocional y mental.
Pablo tenía la mirada perdida en el techo, sin saber qué pensar o como sentirse. Por un momento, se sintió
mal por todo el tiempo que llevaba llorando el canario porque duda que solo haya llorado cinco minutos, tuvo que haber sido desde que le dieron la noticia.

Suspiró mientras decidía cerrar sus ojos también, para bien o para mal, solo puede apoyar al canario dándole ánimos, porque mucho más no puede hacer.

El tiempo pasó relativamente rápido, Pedri abrió los ojos primero por el molesto ruido de un celular. Con cuidado, se separó de Gavi (que se veía muy bonito desde su punto de vista) y cogió el teléfono.

—¿Aló? —Preguntó con voz ronca y adormilada, se restregó un ojo mientras intentaba bajar la voz y el volumen del teléfono.

—¡Pedri! ¿Gavi está contigo? Luis lo anda buscando como un loco, bueno, supongo que si tienes su teléfono sí estás con él —Reconoció la voz de Ansu a través del celular.

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