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Revista de sociedad Lady Whistledown

Querido lector, me temo que ya habéis perdido la batalla mujeres casaderas por el corazón del vizconde Bridgerton, se me ha sido informada de que nuestro empedernido lord ha estado muy ocupado esta mañana en el mercadillo para ser más específicos en un puesto de flores y no cualquier ramo sino el más grande y pomposo que había.

¿ Querido vizconde ya se siente listo para el gran paso o solo prueba nuevas experiencias ?

¿ Es nuestra princesa la afortunada?, después del baile de Lady Danbury nadie deja de preguntarse aquello, es más que obvia la química que había entre el par pero, ¿ Fue solo la magia de una noche ?.

Díganos Vizconde, quien es merecedora de sus cortejos y aún más importante, de su corazón.



— ¿ Cómo me veo ? — preguntó Anthony a su cochero por décima vez en la mañana, desde que habían partido de la casa Bridgerton sus nervios estaban a flor de piel y era perceptible para cualquier persona con buen ojo que el mayor de la familia estaba muy pero muy nervioso en ese momento.

— Está bien, Lord — Respondió el joven cochero con un ligero tono de aburrimiento.

— Vizconde Bridgerton — Saludo el ama de llaves de la casa Danbury — Que sorpresa, avisaré a Lady Danbury y a sus majestades de que está aquí.

— Gracias — Hablo, los pocos segundos que pasaron desde que entró se sintieron como una eternidad, la misma mujer salió y le pidió que le siguiera, cosa que no tardó en hacer.

— Majestades, Lady Danbury — Saludo cortés haciendo una reverencia a los presentes, su mirada recorrió cada parte del salón sin encontrar la presencia de la persona a la que buscaba.

— Vizconde, que agradable sorpresa — hablo finalmente Agatha — Venga, únase a nosotros, estabamos a punto de desayunar.

— Gracias, lamento irrumpir tan pronto pero estaba impaciente.

— ¿ A qué se debe su impaciencia, Bridgerton ? — preguntó Aiden poniéndose de pie frente al aludido.

— Venía a hablar con vosotros sobre un tema importante, majestades.

— Bueno, eso podemos hacerlo ahora o prefiere un lugar mas privado — sugirio el mayor de los hermanos reales, sabia la razon de la visita, era despistado mas no tonto, era bastante facil leer a alguien como Anthony Bridgerton.

— Aquí está bien. Venia a pediros vuestro permiso para cortejar a la princesa Delilah — habló con el poco valor que albergaba en su cuerpo mientras miraba a los tres que no dejaban de observarle — Me gustaria ser yo quien sea merecedor de la gracia de la princesa con vuestro permiso.

— Yo estoy de acuerdo — soltó Ethan — No le veo nada de malo, al contrario parece buen chico.

— Yo igual — añadió Lady Danbury, tenía planes para aquella pareja.

— Yo no lo estoy — una cuarta voz se unió a la conversación , Simon Bassett entraba al salón con su ropa y botas de montar recibiendo inmediatamente una mirada de desaprobación por parte de la dueña de la casa — Tu y yo sabemos por qué, Anthony.

— Cambiare, he cambiado, yo... solo, de verdad quisiera cortejarla — Anthony se sintió estupido, ¿ Desde cuando se comportaba como un crío ?.

— Bueno sea lo que sea, no es una decisión que nos compete a ninguno de nosotros sino a Delilah, si ella desea ser cortejada por Lord Bridgerton que así sea, solo ten en cuenta que es de nuestra hermana de quien estamos hablando, has algo que le lastime y yo mismo llevaré las armas. ¿ No es así, Delilah ?.

— El discurso iba tan bien, Aidan — todos miraron a la joven princesa que entraba acompañada de su dama de compañía — Pero tienes razón hermano, yo decido quien puede y quien no cortejar. ¿ Está dispuesto a hacerlo, mi lord ?.

— Así es princesa — una sonrisa se apodero del rostro del lord siendo copiada al instante por la sonrojada joven — Me gustaría cortejarla, si me lo permite.

— Puede usted hacerlo, Lord Bridgerton — respondió con feliz, si vino después de todo.

— Ya que esto se ha solucionado, vamos a desayunar — anuncio Lady Danbury comenzando a andar — se queda Lord Bridgerton.

— Deja que decida — regaño Lilah a la mayor — Disculpela, Lord Bridgerton.

— Me encantaría y por favor tuteame — pidió el — y me temo que le debo algo su majestad.

La chica le miró inquisidora sin estar segura de lo que diría a continuación el vizconde, le entregó el gran ramo de tulipanes que había comprado esa misma mañana y que no supo cómo no se había percatado de ellos en cuanto le vio.

— Tulipanes blancos y esmeraldos, Non potevo dire verita, la verdad que no pudo ser contada, son hermosas — sonrió, Delilah se preguntó si el vizconde era consciente del significado detrás de las flores — Gracias, Anthony.

Había leído la historia de la extraña flor, una historia de amor que conmovió su corazón cada vez que se acordaba de ella.

— Es mi disculpa por lo del baile — rascó su cuello esperando algún comentario de la pelinegra — No me comporte como debía, no debí haberle dicho todo eso.

— Está todo en el pasado, venga vamos a desayunar que me encuentro famélica.

El chico se asustó, temió enamorarse por primera vez de ella, de la hija de la reina.

ᴛʜᴇ Qᴜᴇᴇɴ'ꜱ ᴅᴀᴜɢʜᴛᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora