ººEspecial de navidad ºº

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— Esto no puede ser posible, ¿Por qué no hay suficientes velas? — pregunto una joven Delilah que había pasado toda la tarde rebuscando decoraciones para su habitación, por una vez quería hacerlo ella sola y le hacía muchísima ilusión — ¡Ethan, Aidan! ¡Parad de romper las velas!.

— ¡Son nuestras espadas, hermanita! — respondió el mayor de los hermanos, Ethan y él no habían podido resistirse a las grandes velas, el problema era que no soportaban lo suficiente y tenían que cambiarlas por otras.

— ¡Iros de una vez de mi habitación! — grito la chica intentando que le dejaran decorar en paz más los príncipes tenían otra cosa en mente, molestar a su hermana — Iros de una vez o llamaré a mama.

En cuanto esas palabras salieron de la boca de la chica ambos dejaron a un lado sus espadas improvisadas y salieron despavoridos por los largos pasillos de palacio, ya encontrarían otras espadas con las que pelear.

Delilah amaba la navidad, la nieve cubriendo los jardines de palacio y las decoraciones del interior, miles de velas, abetos y muérdagos colgando por todas partes, era sin duda su época favorita después de su cumpleaños. El baile de invierno era lo mejor de todo, sus amigos y familiares se reunían la noche del 24 de diciembre y se llevaba a cabo un gran banquete que concluía con un precioso baile.

Ese año no sería la excepción, esta vez había invitado a su mejor amigo y eso la tenía casi saltado por los aires, quería que todo fuera perfecto, sobre todo su habitación, ya que habían prometido intercambiar regalos y quería que fuera allí, en su pequeño refugio de adultos y sus molestos hermanos.

El salón estaba repleto de personas con sus mejores galas, incluso su primo Friedrich estaba presente jugando junto a sus hermanos y un joven Simon Bassett. El vestido rojo con dorado que había elegido junto a su madre había sido la mejor elección para la ocasión y más cuando su mejor amigo portaba una banda con los mismos colores, para la pequeña Delilah que en ese entonces sentía mariposas en su panza cada vez que estaba junto al futuro duque no pudo hacer más que sonreír con su mejor sonrisa y correr directo a abrazar al niño.

— ¡Simon! — saludo la pequeña niña abrazada a Simon — Vamos, vamos, vamos.

Simon, quien no se podía negar a nada de lo que la princesa quisiera simplemente tomo su mano y dejo que esta le guiara a donde quisiera.

— Vale, cierra los ojos — pidió el chico una vez estuvieron en la habitación de la menor, frente a él sostenía una pequeña caja con un gran lazo de color rojo adornándola — bien, puedes abrirlos.

La pequeña Delilah hizo caso, tomo la caja de las manos de su mejor amigo, con sumo cuidado quito el lazo y la tapa. Dentro de la caja reposaba una caja de música adornada con varias piedrecillas preciosas de color rojo y verde, en cuanto la abrió la melodía inundó el lugar.

ᴛʜᴇ Qᴜᴇᴇɴ'ꜱ ᴅᴀᴜɢʜᴛᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora