Summary: Byun Baekhyun era un omega como cualquier otro. Hasta que su vida dio un vuelco cuando descubrió que estaba embarazado. Y como padre soltero, tuvo que luchar a diario para cuidar a Sehun, su pequeño. Así como también, ignorar las miradas y...
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Unas pocas semanas después...
Los días habían pasado, y con eso, la rutina de esa pequeña familia cambió por completo...porque Park se convirtió en parte de ella. El pelinegro siempre estaba con ellos – pasaba más tiempo en el departamento del omega que en el suyo propio.
Los tres desayunaban juntos, cenaban y salían juntos. El alfa se encargaba de Sehun, incluso le hacía dormir, a veces lo llevaba y lo recogía de la escuela cuando Baek necesitaba llegar temprano o salir tarde del trabajo.
El hombre incluso ya tenía un cepillo de dientes en el baño del otro y también algo de ropa en el armario de Baekhyun. Los tres prácticamente vivían juntos; eran una familia y eso era genial. La sensación de que algo faltaba se había ido porque Chanyeol había llegado para completar ese espacio.
Todo era perfecto.
Tanto que era aterrador.
[***]
Park estuvo inquieto durante la tarde, no sabía por qué, pero de repente, estaba así...como con una extraña sensación. O más bien, un extraño presentimiento, como si algo fuera a salir mal o estuviera punto de suceder.
"Park." Jongdae llamó su atención. "¿Está todo bien? Te ves un poco pálido."
"Tengo un mal presentimiento." Confesó. "¿Alguna vez has tenido eso? De la nada el ambiente se pone raro...como si en cualquier momento algo pudiera salir mal..."
"No sé. Quizás." El otro alfa se quedó pensativo. "No sabía que eras sensible."
"Y no lo soy." Respondió. "Por eso estoy preocupado."
Kim dejó el mostrador y se acercó a su amigo, sentándose al lado de Chanyeol.
"¿Tienes alguna idea de qué podría estar poniéndote así?" empezó. "¿Problemas con tus padres? ¿Algo aquí en la tienda? ¿En casa?"
El alfa de cabello negro se puso serio. En ese momento pensó en Byun y Sehun.
"Disculpa, necesito hacer una llamada."
El alfa se retiró a un rincón menos concurrido de la tienda, su corazón estaba acelerado, sentía algo nuevo. Miedo. Pero no es un miedo común.
El hombre estaba asustado, como si alguien le fuera a quitar algo importante.
Sacó su celular y marcó el número del omega.
El bajito no tenía trabajo ese día.
Llamado cinco veces, pero en ninguna de ellas contestó el chico – lo cual era raro porque el pelirrojo siempre contestaba sus llamadas, incluso si estuviera en el trabajo.
Park respiró hondo. Había algo mal allí.
Marcó el número de teléfono del departamento del otro. Sonó una, dos, tres veces, pero nadie respondió. Y eso, de nuevo, no era una buena señal, algo debe haber pasado.
