——————— & ———————Buenos Aires, Argentina
19:30 p.m.Regresaba del trabajo, cansado, con las mangas de mi camisa arremangadas y con una cara de orto. No había sido el mejor día, y esperaba que mejorara.
Pero no fue así.
Llegue, tire las llaves al pequeño recipiente que teníamos en la entrada, dejé el saco en el perchero y subí para cambiarme, me quite los zapatos y cambie mi camisa blanca y pantalones azul marino por una camiseta y shorts.
Un estruendo sonó en la parte de abajo, fruncí mi ceño, sabía que ella no había llegado todavía del trabajo, me había dicho que llegaría más tarde. Me asuste pero aún así baje, con los nervios al tope fui bajando escalón por escalón, cuando la vi solté un suspiro de alivio, pero al seguir bajando ese alivio desapareció.
Ahí estaba ella, con el castaño de enfrente, el con sus manos en su cintura y las de ella en su cuello, no habían captado mi presencia hasta que aclare mi garganta, tratando de deshacerme del nudo de mi garganta más que para llamar su atención.
Los dos voltearon, vi miedo en el rostro del hombre, pero de parte de mi mujer vi decepción, no pude percibir ningún tipo de miedo en sus expresiones.
—Entonces por esto te ibas y regresabas tarde.— volví a aclarar mi garganta para que mi voz no se cortara, mientras me cruzaba de brazos tratando de verme imponente
—Puedo explicarlo
—Adelante, te quiero escuchar.— escupí, mientras mi esposa le decía al castaño que se fuera
—No fue mi intenc..— La interrumpí
—¿No fue tu intención? Enton..— ahora era su turno de interrumpirme
—¿Me dejas hablar?— dijo segura, a lo que me dejo con las palabras en la boca.— Se que no está bien, se que te lastime, no era mi intención, al principio, pero el me dio de su tiempo, vos siempre te ibas de joda, y me dejabas sola, y simplemente pasó un día, me disculpo por ello y aunque no creo obtener tu perdón, lo entiendo completamente.— termino de explicar, todavía con una cara neutral
—¿Te arrepientes?— pregunte inseguro
—¿De que?
Que estúpida pregunta.
—¿Te arrepientes?— volví a repetir
—No.
Eso es todo.
—Me voy.
Subí las escaleras y empecé a tomar mis pertenencias, con el corazón partido a la mitad y un dolor increíble de cabeza, a tal grado que pensé que me desmayaría.
Tome las maletas y volví a bajar, abrí la puerta y le volteé a ver la casa, ahí estaba ella parada, viendo cada movimiento que hacía.
—Te amo.
Deje el anillo en la mesa de la entrada y me fui.
Pero no me iba a ir con las ganas.
Iba a cruzar la calle para ir a la casa de enfrente, cuando escuché un claxon y unas brillantes luces me cegaron.
