XIV. La sed insaciable de victoria.

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Su cuerpo, exhausto y desgastado por la intensa batalla, finalmente cedió bajo el peso de la fatiga. Sakura se dejó caer con suavidad sobre el suelo, asegurándose de estar a salvo en el refugio que ofrecía la cavidad arbórea.

El silencio reinaba en aquel lugar apartado, solo interrumpido por el susurro del viento entre las hojas. La tensión y la agitación del combate se disiparon lentamente, dejando espacio para una profunda sensación de alivio y vulnerabilidad. El corazón de Sakura latía con fuerza, su respiración entrecortada reflejaba el agotamiento físico y emocional que la había consumido.

— ¿Qué debo hacer, Naruto? —con movimientos delicados, Sakura acomodo el cuerpo de Naruto, retirando la banda de su frente para dejarla a un lado, dejando que la cabeza reposara sobre la chaqueta que le había quitado.

Acarició su mejilla, sopesando con las yemas de sus dedos las finas cicatrices que comenzaban a desvanecerse gracias al poder del zorro de nueve colas.

—No quiero alejarme de ti. Ni de Kakashi-sensei. Sé que suena egoísta de mi parte, y tal vez debería considerar tomar la vida de Sasuke y la mía para evitar que sufras más en el futuro, pero simplemente no puedo hacerlo. Lo intenté, de verdad lo intenté. —sollozó Sakura, aferrándose con fuerza a la mano de Naruto. Sus palabras resonaron en el silencio del bosque, como un eco de su batalla interna.

—Pero quiero vivir a tu lado. Quiero presenciar tus sonrisas, esas que iluminan mi día y se funden en mi corazón como si cada día de mi vida fuera primavera. Te necesito a mi lado, Naruto. Déjame ser testigo de cómo avanzas hacia la realización de tus sueños. Permíteme quedarme a tu lado para protegerte siempre... No quiero, no quiero que lo que vi en esa ilusión se vuelva a convertir en realidad.

El manto oscuro de la noche descendió sobre el paisaje, envolviendo el bosque en un silencio profundo y sereno. El viento, ahora suave y delicado, acariciaba con suavidad las hojas de los árboles, susurrando secretos al oído de la noche. El murmullo del arroyo cercano se desvanecía, dejando atrás solo el eco distante de sus aguas.

Dejó de llorar después de un rato, sus ojos al igual que su cuerpo le pedían descansar, recordándole que al amanecer aquellos sujetos del sonido atacarían. Necesitaba estar preparada, mucho más. Aún así, solo se sentó a la cabeza de sus dos compañeros de equipo, alternando la mirada entre ellos para después centrarse en Sasuke, el cual parecía tener un mal momento debido a la marca de Orochimaru. Sakura se mordió el labio, tocándose su propia marca; ¿cómo es que habían terminado las cosas así? Debió desenmascarar a Orochimaru desde un principio, aunque hubiese quedado como una loca, de esa forma, no estaría en esa situación ahora, con su vida entrelazada a la de Sasuke.

—Sasuke. —remojando con un poco de agua un trapito, lo colocó en su frente, queriendo disminuir la fiebre del otro. —Nunca voy a olvidarlo. No voy a perderlo jamás de vista. La persona por en la que debo dejar caer mi puño seguirá grabada en mi mente con esa ilusión. Así que no te atrevas a morir aquí. A partir de hoy, yo te tengo a ti. Y tú, me tendrás a mí.

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El amanecer se asomó por encima del horizonte, iluminando gradualmente el paisaje y disipando las sombras de la noche. El nuevo día llegó con una serenidad inesperada, como si quisiera borrar los recuerdos oscuros de la lucha que tuvieron lugar la noche anterior. En el interior de la cavidad arbórea, Sakura revirtió la fiebre de Sasuke, al igual que la de ella; así mismo administró en la noche un ligero sedante en ella para quitar el dolor, y en Sasuke uno mucho más fuerte.

Sakura dejó a ambos mucho más estables que en la noche, pero era tiempo de darles la espalda por un momento. Así que sentándose al borde la oscuridad que proyectaba el tronco, se dedicó a esperar; primero a la ardilla, después a sus acompañantes.

No me enamoraré en está vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora