XLV. Donde la noche encuentra el alba.

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—Kakashi-sensei...

Sus labios apenas pronunciaron un susurro que quedó ahogado por el rugido del cielo. Pero antes de que sus palabras pudieran cobrar vida, Kakashi se movió. Fue tan rápido que ninguno tuvo tiempo de reaccionar. En un abrir y cerrar de ojos, él ya no estaba entre las sombras, sino que se encontró a escasos metros de Sakura.

Por esos miseros segundos, Sakura notó el dolor en los ojos contrarios, una tristeza infinita que lo aplastaba cada día de su vida. Aunque esa visión fugaz se desvaneció cuando un dolor punzante estalló en su hombro. El golpe fue brutal, y su cuerpo, movido por puro instinto, reaccionó lanzándola hacia atrás, su figura volando varios metros lejos de él antes de estrellarse contra el suelo húmedo.

— ¡Sakura!

Escuchó a Sasuke gritar su nombre, pero ella solo pudo concentrarse en el hombre delante de ella que se alzaba con una majestuosa y terrorífica figura. La lluvia continuaba cayendo en torrentes, empapándolos, lavando la sangre que dejó en la espada. Un rayo iluminó el cielo, revelando el destello mortal en la hoja mientras él se preparaba para atacar de nuevo.

El trueno que siguió pareció resonar en el metal de la espada en cuanto la volvió a dirigir a ella. Sin embargo, aquella sensación fue recorriéndola de pies a cabeza, haciendo subir el calor en su cuerpo pese al agua fría que corría sobre ella. Así que, en lugar de retroceder, en lugar de luchar por evitar el golpe, permitió que la espada la alcanzara. La hoja se hundió en su abdomen, cortando a través de su carne y piel, permitiéndose solo gemir por el creciente dolor.

Kakashi pareció sorprendido por su reacción. Sakura, en cambio, se aferró a la espada con ambas manos, envolviendo el frío metal mientras terminaba de hundirlo en su cuerpo. Al compás, una serie de líneas negras comenzaron a serpentear su piel, haciendo resplandecer el sello centenar, permitiéndole envolver cada parte de su cuerpo.

— ¿Por qué no lo intentas de nuevo... Sensei? —murmuró Sakura, formando una sonrisa en su rostro.

Algo resplandeció en los ojos de Kakashi al escucharla.

— ¡Kakashi! —el grito de Sasuke rasgó el aire, sacando a Kakashi de su trance en el último segundo. El chidori en la mano de Sasuke se acercaba con una velocidad letal. Kakashi se apartó justo a tiempo, sintiendo el calor de los rayos rozar su piel cuando el ataque pasó a escasos milímetros de su cuerpo.

Sakura se quejó cuando la espada fue bruscamente retirada de su estómago, aunque duró poco pues la herida se cerró por completo cuando Neji y Karin se situaron a su lado. Neji pareció evaluar aquella habilidad con curiosidad momentánea.

— ¿Estás bien? —preguntó.

Se tensó en cuanto sus ojos se cruzaron con los de Sakura. Había algo inquietante en su mirada, un brillo oscuro que no había visto desde los lejanos días de los exámenes Chunin. Aunque no mostraba la furia descontrolada de entonces, podía sentir la misma sed de poder emanando de ella, algo mucho más peligroso y calculado.

Sakura le lanzó una mirada desdeñosa. Un matiz rojo comenzaba a filtrarse en el verde, como si algo oscuro y poderoso estuviera luchando por salir a la superficie.

Neji al tener el Byakugan activado pudo ver la perturbación en su flujo de chakra, algo no era natural. Karin tragó saliva, dando algunos pasos atrás al notar, al igual que Neji, lo que pasaba dentro del cuerpo de Sakura.

—Sa...Sasuke—murmuró, intentando llamarlo. Él la miró por el rabillo del ojo, lucía inquieta—. Algo no está bien.

—Mierda—gruñó—. ¡Sakura...!

Cuando Sasuke estuvo a punto de hacer los movimientos de sus manos para encerrarla en el genjutsu, ella saltó, directo a Kakashi.

— ¡Sakura!

No me enamoraré en está vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora