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"A pesar de los lazos de sangre y el parentesco, la familia no siempre es nuestro hogar. Un verdadero hogar es aquel que te acoge y te protege, sin importar nada más y muchas veces un hogar está en amigos y conocidos que procuran tu felicidad."

A la mañana siguiente de aquel cumpleaños e ignorando por completo el humo que salio tras su llanto, Arabella despertó y abrió algunos regalos, de los cuales solo resaltaron los de su madre y su hermano. Por parte de su hermano, había dulces como ranas de chocolate, grageas de todos los sabores, varitas de regaliz, plumas de azucar y además un cuaderno muy lindo, con páginas negras y con tinta blanca escrita en el. Había lugares ocultos de Hogwarts y sus respectivos mapas, dependiendo de la zona, algunos con escrituras sobre como acceder a aquellos lugares y en las últimas páginas había hechizos que podrían serle de ayuda, todo eso con una bonita nota.

"Estas creciendo y Hogwarts, comenzará a ser tu nuevo hogar, te déjare aquí los mejores lugares ocultos y algunos no tan ocultos del colegio.
Recuerda, papá y mamá no están en todos lados...

Te quiere

Esmond."


Y por otro lado, el regalo de su madre eran unas zapatillas preciosas, que aparentemente eran transparentes con detalles en brillo tornasol. Aquello había desconcertado a Arabella, puesto que su madre era alguien severa y siempre corregía su vestimenta; unas zapatillas no serían algo que su madre regalaría, aparentemente.

"Estas creciendo y estoy consciente de que aun no te quedan, pero se que en algún momento, te quedarán y cuando eso pase, es que has llegado a la edad y al momento correcto.

Te quiere

Mamá."


Arabella aún estaba confundida con la nota, sobre todo por todos los sucesos de la cena del día anterior, además no había notado que las zapatillas aún eran grandes y por mera curiosidad decidió probarselas. Al ponerlas, las zapatillas dieron un pequeño destello y adoptaron el color de la pijama que Arabella estaba usando, de esta manera es que se dio cuenta que las zapatillas eran mágicas y que adoptarian el color de su ropa.



Con el pasar de los días, Arabella había comprado ya los regalos de navidad y aquella fecha se acercaba de manera rápida, lo cual le favorecía ya que regresaría a Hogwarts y eso era lo que quería, sin embargo solo había un pequeño detalle que no quería y eso era que todos sus compañeros vieran su mejilla amoratada, que persistía en seguir en su mejilla.

Por otro lado, su familia nisiquiera se había disculpado con ella por el incidente de su cumpleaños, todos actuaban con normalidad como si nada hubiera pasado y eso le remordiala conciencia a Arabella, pero guardo todos esos sucesos en sí.

Al llegar la navidad, ella por la mañana ocupo la lechuza de su familia y envío el regalo a Draco, quien ella consideraba su amigo. Había comprado para él algo que compensará el gran gasto que él había hecho con la escoba a Arabella, ella compro un equipo completo de pociones y una guía, ya que sabía que Draco amaba hacer pociones.

Todo lo demás del día transcurrió con normalidad, ya que su familia no festejaba la navidad, solo cenaban un platillo delicioso, daban los obsequios y cada individuo seguía con sus actividades, lo cual hacía que sus navidades fueran aburridas, apagadas y monótonas. Aunque esa noche no sería así, solo por una sola razón...

-Bien, es hora de dar los regalos, bueno, el intercambio... ¿Quién comienza?-Hablo Eloise, lista para repartir los regalos.

Aquello transcurrió de manera rápida, Arabella recibió su regalo de navidad y entregó el presente a su padre, quien era la persona que le correspondía en aquel intercambio de regalos y tras un forzado abrazo con su padre, ya se disponía a ir a su habitación, pero la detuvo su hermano antes de que ella partiera.

《 E f e c t o  M a r i p o s a . 》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora