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Las circunstancias eran pésimas, no favorecían ni a Draco, ni a Arabella. McGonagall llevaba de la oreja a ambos niños hacia las mazmorras, exactamente al despacho del profesor Snape y al llegar, este se encontraba leyendo un libro llamado "Lenguaje de flores" lo cual le resultó extraño a Arabella, viniendo de un profesor tan estricto.

—¡Severus!—Dijo la profesora McGonagall entrando al despacho de Snape.—¡Estos alumnos estaban fuera de la cama! ¡Yo le quite veinte puntos a Malfoy y veinte a Ohardy, pero esto lo tienes que saber tu!

—Bien, Minerva. Yo me encargo, puedes retirarte.—Replicó el profesor y tras la partida de la profesora, prosiguió.—¿Se puede saber que hacían fuera de la cama los dos?

—Es que señor, Potter tiene un dragón, bueno no él, él guardabosques, ese tal Hagrid lo tiene en su casa y en una carta que le quite a ese Weasly decía que hoy en la noche sacarían esa cosa de aquí. Traigo la carta, pero la profesora McGonagall no me hizo caso.—Hablaba Draco mostrando la carta al profesor.

Mientras tanto, Arabella tomaba su collar, el vial entre sus manos y lo acariciaba de manera continua en modo de ansiedad. Ella no quería que se supiera la verdad, puesto que estaba involucrada y el miedo le corría por la sangre. No sabía si sus padres se enterarían, si la expulsarian.

—¿Y usted que opina, señorita Ohardy?—Decía el profesor Snape mientras leía la carta.

—Mmh...—Arabella no sabía que decirle, así que tenían que improvisar de manera rápida. Y tenía practica porque muchas veces mintio en su casa.—Yo creo que fue una trampa, profesor. Potter y Draco no se llevan bien y creo que Potter quería lograr que expulsen a Draco, porque estuvimos mucho tiempo espiando y nunca aparecieron. A-Ademas, la profesora McGonagall nos trató muy mal, a Draco lo tomó desde la oreja.

—¡Es verdad, señor! ¡Si mi padre-...—Decía Draco.

—Bien, es suficiente. Esta vez les perdonaré los puntos, no se anularan esos cuarenta puntos perdidos. Pero si cumplirán el castigo, más tarde les informaré que se debe hacer. ¿De acuerdo?—Les dijo el profesor Snape a ambos niños y asintieron.—Ya se pueden retirar.

Era obvio que Snape favorecía mucho a los de su casa, él no perdonaría que por situaciones de ese tipo, perdieran puntos, así que lo omitió. Sin embargo eso no fue lo único, sabía que alguien mentía ¿Quién? No lo detecto, pero sabía que alguien estaba involucrado.

Por otro lado, Arabella quería cuestionar si sus padres se enterarían de aquel hecho, sin embargo, no pensó que eso sucediera y encontró calma en que quedaría en privado. Y esperaba que tras el castigo todo se olvidara y que la existencia de aquel dragón dejara de traerle problemas.

La semana transcurrió con tranquilidad, aunque se comenzó a propagar el relato de que "Harry Potter, el heroe" le había hecho perder cincuenta puntos de tajo a los Gryffindor, no sabía porque razón, se imagino algunas cosas, ya que Hermione, Harry y hasta Neville se veian desanimados, pero no quería ni acercarse a preguntar, mientras menos se relacionará con ellos, mejor. Tenía suficiente con la lección de que encubrir a un dragón en Hogwarts, era demasiado para lo que le había dicho su hermano. Además no quería perder más puntos. Y no fue hasta el día que les informarian de su castigo que siguió como si nada sucediera, ya que se verían ella, Draco y Filch en el vestíbulo de la entrada. Para su sorpresa, no solo estarían ellos, si no Harry, Hermione y Neville.

—Oh no...—Murmuro Arabella y se aferro al brazo de Draco, por la ansiedad de que ellos hablaran acerca del dichoso dragón.

—¡Puaj! ¡También los castigaron!

—Silencio.—Dijo Filch.

Tras eso, el grupo se unió y caminaron fuera del castillo, a Arabella no le importaba el castigo, ni por su puesto, todo lo que balbuceaba Filch, así que solo se aferraba a Draco y este sujetaba su mano, ya que pensaba que era miedo por otras razones. Pronto supieron que el castigo sería con Hagrid, en el Bosque Prohibido y nada pudo poner más feliz a Arabella y más infeliz a Draco.

《 E f e c t o  M a r i p o s a . 》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora