Capitulo 19

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Lucero se acostó pesadamente en su cama luego de haber salido de la ducha. Erick se acostó a su lado en el más completo silencio. Ella se veía enojada, molesta, enojada de nuevo. Y desde que habían salido de la cocina no le había dicho ni una sola palabra.

-¿Vas a decirme que te sucede, Silvia? -
inquirió.

-No me pasa nada-musitó ella.

En realidad ni ella misma sabía que le pasaba.Pero a decir verdad tenía muchas ganas de golpear a alguien... a alguien llamada Ana. Sacudió la cabeza. Eso era completamente absurdo.

-Es porque el Bombón Campestre tiene novia, ¿cierto?-preguntó con suma delicadeza. No quería alterar la delicada línea de paz de Silvia.

-¡Pffff!-escupió ella-¡Ja estar así por eso?

Erick no pudo aguantarse la risa, pero trató. Había tanto sarcasmo en las palabras de su mejor amiga.

-No lo sé-prosiguió él-Quizás estás un
poquitin celosa.

-¿Celosa?-Repitió con ironía y se echó a reír -Ay, Erick, no estoy celosa de esa...esa... de esa campesina desubicada.

-¿Campesina desubicada? -dijo divertido-¿Desde cuándo utilizas la palabra CAMPESINA para insultar a alguien?

-Bueno-ella se sonrojó un poco-En realidad no quise decir eso... pero si lo de desubicada, ¿Quién se cree que es para entrar así a mi casa?

-¿La novia del cuidador de este campo y casa?-inquirió con algo de duda. Ella lo miró molesta.

-Eso no le da derecho a entrar como si
estuviera pancho por su casa.

-Es una muchacha bonita.

-Seeee, claro-murmuró entre dientes -Se
nota a leguas que es teñida...

-¿Y?-quiso saber él.

-¡Y nada, Erick, nada! —chilló molesta y
escondió el rostro en la almohada.

Erick se puso boca abajo y se apoyó sobre sus brazos para observarla realmente divertido. Era genial verla celosa... jamás la había visto de esa manera.

-Vamos, Silvia, admite que estás muy celosa de que el Papacito de telenovela tengo una novia tan linda...

Ella sacó el rostro de la almohada y lo miró.-No, no estoy celosa... No tengo por qué estarlo. Manuel puede tener 1 millón de novias si tienie ganas. No me interesa.

-Mentira-sonrió.

-Además, yo también tengo novio.

-Oh, por favor... no empieces a hablarme de ese imbécil. Y se te nota, se te nota terriblemente que te mueres por dentro. Tú quieres ser la novia de ese hombre, tú quieres estar con ese hombre. ¡Por Dios! Si vieras como sonríes cuando está cerca... simplemente eres otra...

-¡Ya basta, Erick Gabriel Donnovan!

Él la miró sin poder creerlo, como si ella acabara de darle el peor insulto de toda su vida. Se puso de pie y la miró con cara de pocos amigos.

-¡Cuando aclares tus sentimientos y estés totalmente segura de lo que te pasa, podrás llamarme Erick Gabriel!-dijo enojado-Antes no...

Él salió de la habitación de la rubia  dando un firme portazo. Si resopló y volvió a esconder el rostro en la almohada. Quería agarrar y romper algo. No podía entender por qué estaba
celosa.

¡¿PORQUE ESTOY CELOSA?! -Pensó mientras volvía a esconder la cara en una almohada.

Y lo peor de todo aquello, era que al parecer Manuel jamás le había hablado de ella a Ana.

Pero tratando de calmarse un poco y ahora que lo pensaba bien ella tampoco le había hablado a Nicolas sobre Manuel, Todo era demasiado confuso. No quería sentirse más así, no.

-¿Lucerito?

Ella levantó rápidamente la cabeza y en ese mismo instante se puso de pie. -¿Qué haces en mi habitación?-preguntó nerviosa.

Él estaba allí parado con cara de sueño, un pantalón de dormir y una playera blanca que dejaba a la vista los fuertes músculos de sus brazos. Luceño tragó saliva.

-Necesitaba hablar contigo-dijo Manuel

-¿Sobre qué?-dijo y sacó su vista de él.

-Sobre lo que pasó en la cocina...

-Nada pasó en la cocina-se apresuró a decir.

-¿No? -Preguntó él-Te fuiste así, como si nada...

-De verdad no pasó nada-sentenció la trigueña-Y voy a pedirte que por favor te vayas. Ya es tarde... y que la próxima vez golpeas antes de entrar. Ya no somos unos niños Manuel él la miró extrañado-Y que tu novia no vuelva a entrar así...

-Comprendo-asintió él-Lo siento-Manuel caminó hasta la puerta y luego se giró a verla.

-Hasta mañana-le dijo.

-Adiós-asintió ella.

Manuel salió de allí; mientras ella se quedó quieta observando la nada... lentamente se sentó en la cama y de poco a poco la culpa la invadió. Ella no tenía derecho de tratarlo de esa manera. Él solo había ido para hablar.

Se acostó en su cama y apagó la luz de la mesita de noche. ¿Qué estaba pasando con ella, por Dios? No se sentía igual que hacía una semana atrás.
que había pasado anoche.

Al día siguente...
-Manuel... —logró decir.

Él se giró a verla y soltó un suspiro para luego dejar las cosas que estaba utilizando para arreglar a White, en el piso. Se acercó unos pasos a ella.

-Quiero aclarar la cosas Manu...- empezó a decir ella, pero Manuel la interrumpió antes

-Creo que usted las dejó bien claras anoche...

-Pero...-él volvía a tratarla de usted.

-Y va a ser mejor que las cosas se queden como están. Usted es la hija del jefe, y yo soy su empleado. Va a ser mejor no mezclar más las cosas.

-No, Manuel...-sintió una presión en el pecho y un nudo en la garganta.

-Ya no somos unos niños — sentenció y se fue de allí, dejándola con la palabra en la boca.

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Bye, los adoro
Olivia

Corazón Salvaje Donde viven las historias. Descúbrelo ahora