I'm not yours. •||MYG||•

21

Ese mismo día en dónde Alexia se había ido, ya después de unas horas, la noche para ser exactos, YoonGi se encontraba recostado en la cama de MiJoon.

Había entrado a su habitación pues por muy estúpido que sonará,ya la extrañaba.

Su teléfono sonó llamando su atención, respondió la llamada sin ver quién era.

—¿YoonGi dónde estás? Estamos frente a tu casa pero...

—Vayanse de ahí, chicos váyanse ahora mismo de ahí.

—¿Que?¿Que es lo que pasa?

—Se los explicaré después solo alenjen se de ahí.

—Bien dinos a donde ir.

—Estoy en casa...

—¿SeokJin?... Jungkook y disculpa olvide tu nombre...que sorpresa verlos aquí, el mundo es muy pequeño.

—¿Gwen?

—Recuerdas mi nombre...que dicha ¿YoonGi está con ustedes?

—Eso a ti que te importa...vamos chicos, es hora de irnos.

—Parece que es mi vecino...que alegría —su tono burlón lo hizo sentirse asqueado.

—Te equivocas... él no está ni vive aquí...de hecho dejamos de verlo hace años, se fue del país—hasta ese punto ellos habían olvidado por completo que él estaba escuchando todo.

—Uy...que mal, me hubiera encantado verlo.

—Tu estás mal de la cabeza verdad...estás loca.

—Bueno no creo que nadie en este mundo este completamente cuerdo...ni ustedes.

—Vamos Jin, no debemos perder el tiempo con basura.

—Aw...el bebé creció, ¿Cuantos años tienes Jungkook? ¿25? Bueno no importa,cuando quieras diversión ve a mi casa, veremos qué tan rudo eres en la cama.

—Ignoren la...vamos con MiJoon.

—MiJoon...ya tienen a una zorrita, bien cuando se cansen de jugar con niñas vengan conmigo, podríamos volvernos ricos.

YoonGi escuchaba todo con miedo, nunca había visto la realidad en la que vivía Gwen, no era más que una mujer con pensamientos extraños y con la mente dañada por culpa de los excesos y el dinero.

A los segundos de escuchar eso último, Jin colgó la llamada, sin saber que ya había sido demasiado tarde pues YoonGi ya se encontraba afectado por todo.

Sudaba frío, temblaba y sus ojos estaban llenos de lágrimas las cuáles caían mojando sus mejillas.

—Ella ya no puede hacerme daño...no puede lastimar me... ella.

Nuevamente está teniendo un ataque,sus latidos se volvieron pesados y acelerados, el miedo lo consumía lentamente hasta que soltó su teléfono dejando lo caer de forma seca rompiendo la pantalla.

Se encontraba solo y eso solo lo hacía tener más miedo, no quería hacerse daño así que aún con sus manos temblando llamo a Jin quién al instante le contesto.

—¿Dónde estás?

Sabía que él no estaba bien,lo presentía.

—M-mijoon...

—¿En casa de MiJoon?

—S-si..

—Bien...cubre tus oídos y respira junto conmigo, no cuelgues,pon el teléfono en un lugar cerca de tí, necesito escucharte YoonGi.

—Y-ya.

—Okay... inhala... exhala—jin le daba instrucciones y le pedía cada tanto que hablará solo para saber que él seguí consciente.

El tiempo pasó y los chicos llegaron al apartamento de MiJoon, YoonGi lentamente camino hasta abrirles la puerta.

Los chicos cuando lo vieron se fueron directo a él solo para envolver lo entre sus brazos.

—Estamos aquí...no te dejaremos solo.

Jungkook era quien repetía aquello, los otros dos estaban afectados pues la última vez que lo vieron de esa manera, él buscaba acabar con su vida solo para no sufrir más al tener recuerdos poco deseados.

—YoonGi...respira amigo, debes estar bien, debes lograrlo.

YoonGi sabía que debía hacer algo solo para que esa situación no se volviera a repetir y menos ahora que ella había vuelto y que su desgracia se había convertido en su vecina. Debía encontrar una solución y sabía por dónde empezar.

—Quiero ir...

—¿A dónde quieres ir?

—Con un psicólogo.

Los tres chicos sintieron alegría pues desde hace años ellos le pedían asistir y él negaba diciendo que estaba completamente bien.

—Iremos... buscaremos al mejor psicólogo del país y te tratará.

—Si, te acompañaremos en todo este proceso y volveremos a ser los mismo de siempre.

—Buscaremos sanar junto contigo.

En ese momento YoonGi supo que tenía una familia después de todo, talvez no de sangre pero si de corazón, esas tres personas le demostraron lealtad y sinceridad a lo largo de los años y no le importaba más.

Tenía a sus tres amigos, a un chico que le hablaba de dureza y una joven mujer que prontamente le daría un hijo al cual amaría con todo su corazón, no podía pedir más.

—Lo haré...quiero sanar.