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–En verdad no lo puedo creer. –dijo Marlene. –¿Tú desaprobando dos exámenes en una semana?

No solo había desaprobado su exámen, sino que habían salido casi una hora más tarde por culpa de uno de sus compañeros.

El muy imbécil había insultado a una profesora y debieron quedarse allí para recibir una charla por parte del director sobre cómo debían tratar a sus superiores.

–No sé que me sucede. –susurró Remus decepcionado.

–Tranquilo, son solo calificaciones, no significan nada. –lo reconfortó colocando su mano en su espalda.

–Nunca me fue así de mal, Marls.

–No tienes tiempo, Rem. Me pone feliz que tengas trabajo, en verdad, pero te está consumiendo.

–Estoy bien.

–Lo sé. –alargó la "e" –Pero sales de aquí y vas corriendo al local para salir cerca de las diez de la noche, llegas y caes rendido a la cama, no tienes tiempo para estudiar. Tal vez deberías hacerle caso a tu madre.

–Necesita el dinero.

–Pero Fleamont los ayudará.

–Lo sé, lo sé. –suspiró. –Pero no nos alcanza, la mayor parte de las cosas las compra papá, y cuando él se marche no tendremos con qué vivir. –habló ignorando la incomodidad que sentía al dirigirse hacia él como padre.

–Solo... –se quedó en silencio y frenó su paso.

–¿Qué sucede?

Marlene señaló fuera del colegio, donde su ex estaba parado. Al verlo, el chico sonrió y elevó su mano en forma de saludo.

–¿Qué hace aquí y por qué saluda como si nada?

Remus se quedó congelado. Sabía gracias a Marlene que había regresado a la ciudad, pero no creía volver a verlo.

–Remus. –llamó Marlene al notarlo estático.

–Solo vámonos.

Ambos comenzaron a caminar, evitandolo por completo y aprovechando el tumulto de alumnos para perderlo de vista y poder irse de allí de una vez por todas.

–¡Remus!

El castaño rodó los ojos y comenzó a caminar más rápido, obligando a la rubia a hacer lo mismo.

–Remus. –sintió que tomaban su brazo. El castaño se giró rápidamente y quitó el agarre. –Hola.

–¿Qué se te ofrece? –habló Marlene de mala manera.

–Déjamelo a mi. –le susurró Remus. La rubia lo miró dudosa pero se alejó unos pasos al notar la mirada segura de su amigo. –¿Qué necesitas?

–Hola, yo... regresé hace unas semanas. –dijo como si nada.

Lo encuadró con la mirada, llevaba su cabello perfectamente acomodado, como siempre, su chaqueta de fútbol y los jeans que parecían cortar su circulación.

Tiempo atrás, Remus hubiera sentido miles de cosas al verlo, pero ahora no sentía nada, absolutamente nada.

–¿Y?

–Creí que podríamos hablar. No terminamos en buenas condiciones.

Remus rió irónicamente y relamió sus labios con frustración.

–¿Hablar? Dime que bromeas.

–Escúchame, sé que actué mal, medité mucho tiempo y la verdad te extraño.

UNKNOWN [Wolfstar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora