La verdad

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Jongseong se mordía las uñas por los nervios. Miraba la pantalla de su teléfono, dudando en enviar el mensaje que ya estaba escrito. Había pasado largos minutos pensando en lo mismo: "¿Estará bien hacerlo?".

Habló enserio cuando le dijo a Jungwon que no esperaba una respuesta devuelta cuando se confesó, pero desde entonces estaba distanciado y sentía que lo evitaba. Los primeros días estuvo bien con eso, no quería apresurarlo de ninguna manera, solo que después no pudo hacer que su corazón dejara de sentirse vacío al no tener al menor a su lado.

Estaba tan acostumbrado al de cabello negro, que no tenerlo cerca un solo día le afectaba.

Tras darse palmaditas en el hombro a sí mismo para calmarse, envió el mensaje. Eso sí, se aseguró de lanzar su teléfono lo más lejos que pudo al ver las dos palomitas que indicaban que había sido entregado.

Jongseong
¿Estás ocupado? Me gustaría llamarte.
8:23 p.m.

Eso no era exactamente lo que quería decirle, pero no importaba.

No sabía si era por el nerviosismo que sentía en ese momento, pero mientras esperaba una respuesta los minutos se hacían eternos. Se dirigió a la cocina para servirse un poco de agua y bebió mientras regresaba a paso lento a su habitación. No sabía porqué estaba actuando de esa forma, solo sabía que estaba comenzando a avergonzarse de sí mismo.

El repentino sonido de su tono de llamada lo hizo paralizarse en su lugar por unos segundos, hasta que finalmente se apresuró a tomar el aparato y aceptar la llamada.

—Jungwon, hola —su voz salió temblorosa pero se las arregló para recuperarse.

Hola, Jay hyung —respondió el menor con la voz ronca al otro lado de la línea y Jongseong no pudo evitar sonreír.

Le gustaba su voz, más cuando decía su nombre.

Al inicio fue un poco incómodo, después pasaron a conversar como normalmente lo hacían. Perdieron la noción del tiempo, duraron largas horas en la llamada, a este punto hablando de cualquier tema.

—Entonces... los arándanos.

Sí. Solo los que tienen chile.

—Ya veo, parece que te gustan mucho, ¿cómo es que no te vi comerlos antes?

Mamá me los prohibió por un tiempo, decía que eso me provocaba gastritis. —Jungwon hizo una pausa—. Por cierto, ¿pasó algo? Me tomó de sorpresa que me escribiera tan tarde.

Jongseong negó con la cabeza aunque sabía que Jungwon no podía verlo. Tenía la mirada fija en algún punto de su habitación, de pronto su mente estaba en blanco.

—No pasó nada. Pero... Bueno, olvídalo.

Dígame, hyung.

Jongseong no lo escuchó pues estaba sumergido en un debate interno sobre si debía decirle la verdad mientras comenzaba a caminar de un lado a otro. Aunque, finalmente decidió hablar sin pensarlo más.

—En realidad, quería verte. Sí, esa es la verdad —Jongseong rio como reflejo de los nervios que tenía en ese momento. Sentía los labios resecos, así que constantemente los relamía.

Por otro lado, el corazón de Jungwon se aceleró. ¿Qué quería decir Jongseong con eso?

Oh, Jay.

—Es solo que... te extraño.

Jungwon no sabía con exactitud lo que le provocaba escuchar a Jongseong decir todo eso. Dejó escapar un suspiro.

El Club de Cupido ⋆ JayWonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora