Final

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—Ya veo porqué te gusta venir aquí —Jungwon le dijo a Jake.

Frente a él se hallaba uno de los paisajes más hermosos que jamás haya visto.

El cielo pintado de naranja y amarillo iluminaba el parque en donde harían un picnic. Las palomas paseaban por el lugar sin temerle a las pocas personas que caminaban tranquilas entre ellas, el césped de un verde vivo de alguna manera le transmitía tranquilidad y le hacía sentir feliz.

Se recargó sobre un gran árbol, sintiendo de inmediato la brisa fresca que mandó escalofríos por todo su cuerpo. Se sentía bien.

Han pasado dos meses desde el festival de talentos, desde que se dio la oportunidad de conocer a fondo a Jongseong. Todo marcha bastante bien, muchas cosas han cambiado en este lapso de tiempo; comenzando por Heeseung, que ha confesado que le gusta ese tal Sunghoon que es su amigo. Se ve muy feliz, a decir verdad, así que está contento y prefiere no interferir entre ellos.

Respecto al club, cerró al no recibir los resultados esperados, su situación fue más común de lo que pensó; algunos cupidos sufrieron de enamoramiento hacia uno de los flechados. Ahora Chaewon es presidenta de su clase, y por lo que ha escuchado, es muy buena manteniendo el orden en el salón de clases. No esperaba menos de ella de todos modos.

Sunoo se sentó sobre la manta ya tendida en el suelo y ayudó a Ni-ki a sacar la comida de las cestas para acomodarla de la misma forma en la que había visto en fotos de Pinterest el día anterior.

—Hanna sigue sin hablarme, ni la foto del picnic funciona —dijo Ni-ki con una mueca en los labios. Este tiempo el menor del grupo lo ha pasado igual de bien que los demás, conquistando a una chica cuyo hermano es muy celoso. Ya declaró que no se rendirá ante ese obstáculo, así que lo único por lo que se preocupan sus amigos es por la tierna chica de cabello castaño, quien se interpone siempre entre las peleas de su hermano y el chico que le gusta para separarlos.

—¿Saben si Jongseong llegará pronto? —preguntó Jungwon cuando terminó de ayudar a ordenar todo—. No responde mis mensajes.

Los chicos se encogieron de hombros, realmente sin prestarle mucha atención.

Y como si lo hubiera invocado, Park Jongseong apareció. Llevaba puesta una camisa rosa y unos pantalones rectos color crema, con una canasta en su mano derecha y la otra detrás de su espalda.

Jungwon sonrió involuntariamente, quedándose estático cuando el mayor extendió un ramo de girasoles hacia él.

—¿Para mí?

Jongseong dejó escapar una pequeña risa.

—Así es. Para ti.

Aceptó el ramo y lo observó detenidamente—: Estas son mis flores favoritas. Gracias.

—Entonces estoy feliz de haber escogido esas.

Sin importar qué, Jongseong siempre le hacía sonrojar como un tomate con sus acciones.

—Iremos a comprar unas cosas que nos faltaron —Sunoo carraspeó—, ustedes dos quédense aquí.

Jungwon se recargó sobre un árbol, estaba sentado en el suelo de nuevo, invitó al mayor a hacer lo mismo.

A Jongseong le parecía demasiado tierna la forma en que comía magdalenas. Lo observó detenidamente, era lo único que le interesaba en aquel momento. Quiso quedarse así un poco más, pero Jungwon lo notó y se acercó a tal punto de que sus narices rozaban, Jay, nervioso se inclinó hacia atrás. Pero se le olvidó un pequeño detalle, y ese era que detrás de él también había un árbol, con el que su cabeza impactó al dejarse caer. Soltó un quejido y pasó sus manos por la cabeza en un intento de apaciguar el dolor que sentía.

El pequeño de hoyuelos reía y se retorcía en su lugar, sus ojos parecían dos medias lunas y su cabello negro como la noche comenzaba a desordenarse por el movimiento de su cuerpo. Y se estaba riendo de Jay pero, ¡cielos! No le importaba en absoluto porque sentía que frente a él estaba un ángel.

Después de un breve momento dejó de reír, pero mantenía en sus labios sellados una sonrisa. Se puso de cuclillas, sacudió su cabeza para quitar los mechones de cabello que le dificultaban ver.

—¿Estás bien?

Sus palabras lo sacaron de su hipnosis e instantáneamente recordó que su cabeza dolía.

—Y-yo... Estoy bien.

El azabache no parecía convencido.

—¿Estás seguro? Se escuchó fuerte —su mano se dirigió hacia su cabeza y palpó hasta tocar exactamente el lugar que le dolía —¡Oh! Lo puedo sentir.

Jay en ese momento quería salir huyendo, encerrarse en su habitación y no salir hasta que pudiera superar aquella situación que estaba pasando. Estaba tan avergonzado que sintió cómo se sonrojaba. Bajó la mirada y empezó a arrancar el cuidado y sano monte verde que crecía en el suelo para distraerse.

—N-no te preocupes, no es nada —tartamudeó por segunda vez, y hasta ese punto, ya no sabía si podía llegar a sentirse más humillado.

Realmente Jongseong no era así. Muy pocas veces se ponía tan nervioso que no podía ni hablar. Sus amigos lo conocían como alguien despreocupado o quitado de la pena, bromista y seguro de sí mismo, incluso intimidante, y en ese momento no era nada de eso. Cuando estaba con Jungwon, era una versión diferente de sí mismo; demostraba lo serio que podía ser, no teme decir lo que siente y expresar su amor hacia él y a los que ama. Con él se siente cómodo todo el tiempo.

Rio sintiéndose un manojo de nervios, sus manos habían comenzado a temblar desde el momento en que el muchacho se acercó. Y es que había una razón específica para su comportamiento: ese día quería formalizar su relación.

—Está bien. —Alejó sus manos de la cabeza de Jay.

—Jungwon.

—¿Sí?

—Esto es lo que quería decirte antes de hacer el ridículo —calmó su risa de a poco—. ¿Qué te parece si damos el siguiente paso? —De la canasta que llevó consigo sacó una pequeña caja cuadrada.

Jungwon apreció el regalo; era un brazalete muy parecido al primero que le había obsequiado, con la diferencia de que el dije en este era más grande y tenía la figura grabada.

—Yo tengo el mío —dijo señalando el que ahora tenía puesto—. Y tiene algo especial, cada vez que me extrañes, o que yo te extrañe a ti, aprieta el dije. —Jongseong hizo una demostración, el sol en su brazalete se iluminó al tocarlo.

Jungwon lo imitó emocionado, amaba la idea y se le hacía tan único y especial para ambos.

—Jungwon, ¿aceptarías ser mi novio? —lo miró con fascinación. Estaba demasiado enamorado del contrario, de eso no había duda alguna.

—Por supuesto que sí, Jongseongie.

Jungwon y Jongseong disfrutaron de la tarde juntos, demostrando su amor sin límites, más enamorados que nunca.

Un día de muchos.

¿Quién diría que terminarían así? Jungwon debía agradecer al Club de Cupido por eso.

¿Quién diría que terminarían así? Jungwon debía agradecer al Club de Cupido por eso

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Jay en modo: ¿quieres ser mi chavo?

Esto no es todo, ¡en algún momento les traeré un pequeño extra!

El Club de Cupido ⋆ JayWonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora