Después de que Lena se fuera, Amaya se quedó conmigo mientras mi mamá bajaba a comprar algo a la cafetería del hospital. Hablamos por un rato, pero la verdad es que no me concentraba mucho en la conversación, no podía dejar de pensar en Lena, tanto que Amaya se dio cuenta que no le estaba prestando atención:
-Jesús. Me llama Amaya para bajarme de la nube en la que estaba
-Dime. Contesto sin entender que pasaba
-No me estás atendiendo, si quieres me voy y así te dejo pensar a gusto. Dijo Amaya haciéndose la ofendida
-Aunque te diga que sí, no te vas a ir, así que no hagas dramas. Dije mirando su cara de falso enojo
-Ya yo sé en quien tú estabas pensando. Me vas a contar que paso para que te desmayaras, no me creí el cuento que Lena le dijo al doctor. Hoy es domingo, no hay trabajo, así que eso no pudo ser. Dijo Amaya esperando una respuesta
-Nos estábamos besando cuando me desmayé, pero no sé si fue por eso. Dije mirando hacia otro lado
-No creo que haya sido por eso, conmigo nunca te paso. Dijo Amaya levantándose de la cama -Pero no le dijiste eso al doctor, ¿Por qué?
-Porque mi mamá no sabe nada de esos encuentros que he tenido con Lena, y no quiero complicar más las cosas, pero se lo diré a la profesora de yoga, igual ella tiene más respuestas que el doctor. Dije viendo como mi madre entraba a la habitación
-Qué bueno que llegaste. Yo me voy a tener que ir, tú ahora estás de vacaciones, pero los demás trabajamos. Mañana paso por tu casa a ver cómo seguiste. Recuerda lo que dijo el médico, nada de hacer tonterías. Me dijo Amaya dándome un beso en la frente
Amaya se despidió de mi madre y salió de la habitación. Para ser sinceros, no sabía ni que decirle a mi mamá. Ella y Lena habían hablado un poco en privado, pero no sabía cómo había ido, así que no sabía de qué hablar con ella. Poco a poco me fui quedado dormido, los calmantes que me habían puesto, ya estaban haciendo efecto, cerré los ojos y el sueño profundo me venció por completo.
Al otro día, temprano en la mañana. El médico había venido a hacerme la última revisión. Al ver que todo estaba bien, firmó mi alta médica. Cuando ya la teníamos en nuestro poder, mi madre y yo recogimos las cosas, mientras esperábamos a Lena.
Al rato de estar recogiéndolo todo, entra Lena a la habitación. Estaba hermosa, como siempre, lo raro es que no llevaba traje, sino no lo tenía puesto quería decir que no había pasado por la oficina. Lena saludo a mi madre y la ayudó a organizarlo todo. No sabíamos cuánto tiempo íbamos a estar allí, así que cuando mi jefa avisó, mi madre empacó una maleta y bueno, ahora hay que volver a meter todo dentro. Al verlas así, mi corazón consiguió la respuesta que necesitaba ayer, ellas por fin se llevan bien, era demasiado bonito, las dos mujeres que más quería en ese momento, al fin eran capaces de entenderse entre sí:
-Lena, ¿Crees que mi mamá pueda ir con nosotros en el carro? Dije mirando esos hermosos ojos
-Claro que sí. De hecho, que se quede en tu casa un rato mientras yo resuelvo algunas cosas y después yo misma la llevo hasta su casa. Dijo Lena terminando de doblar mi ropa
-No es necesario, yo puedo tomar un taxi, pero si me gustaría dejar bien acomodado a Jesús en su casa. Dijo mi madre tomando mi mano
-No es molestia señora, yo la llevo sin ningún problema. Dijo Lena cerrando la maleta
-No me digas señora, me llamo Linda. Dijo mi madre extendiendo su mano
-Un gusto conocerla oficialmente. Dijo mi jefa apretando la mano de mi madre
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Solamente Tuyo
RomansaMuchas cosas han pasado desde que conocí a la mujer más maravillosa de este mundo, pero no todo es color de rosa. El destino a veces te juega malas pasadas y eso fue lo que me pasó a mí. Mi vida dio un giro de 180 grados el día que Lena Ruiz Amador...