Capítulo 23: Te Protegeré También

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Llevamos un buen tiempo en el camino, la verdad es que el tráfico está horrible y más si es el de la casa de mi madre. Lena me dejó ir conduciendo, hace tres meses me había sacado el carnet de conducir, así que cada vez que viajábamos juntos, me dejaba conducir a mí, además creo que también lo hace para mirarme todo el camino. Después de unas largas horas estancados en el tráfico, por fin habíamos llegado a su casa. Nos bajamos y ya mi madre nos estaba esperando en la entrada junto con Amaya, la cara de Lena hablaba por si sola. Estuvimos toda la cena hablando sobre las cosas que había hecho en mi juventud, mi madre se dedicó a dejarme en ridículo y Amaya por supuesto no se quedó atrás. Lena poco a poco se relajó, la presencia de Amaya le incomodaba un poco, se podría decir que, la veía como su enemiga. Intenté cambiar un poco la conversación, recogimos las cosas de encima de la mesa y nos sentamos en la sala a tomar el café:

-Lena... Dijo Amaya intentando llamar su atención -¿Por qué te caigo mal? Y no me digas que no, porque desde que llegaste noté que te incomodó mi presencia

-No me caes mal, al menos ya no, no te preocupes, eso ya pasó, no te voy a negar que, cuando llegue si me sentí extraña, pensé que iba a ser una reunión familiar, pero después de ver cómo convives con todos, me di cuenta que eres parte de la familia. Dijo Lena tomando mi mano mientras miraba a Amaya con una sonrisa sincera

-Me alegra tanto que todos se lleven tan bien, Amaya es como la hermana mayor de Jesús, siempre lo ha cuidado y le estoy totalmente agradecida por eso. Dijo mi madre tomando la mano de Amaya en señal de agradecimiento

-Chicos, no es que los esté echando, pero creo que todos nos deberíamos ir ya, es de noche y hasta donde pude comprobar, la casa de Lena es bastante lejos de aquí. Dijo Amaya poniendo cara de preocupación

-Si Amaya tienes razón. Dijo mi novia tomando las llaves del coche para dármelas -Toma mi amor

-Espera un momento, ¿Vas a dejar que Jesús conduzca? Preguntó asombrada Amaya

-¿Y por qué no Amaya? Pregunté mirándola directamente a los ojos mientras sonreía

-Tú no tienes carnet, además creo que no sabes conducir. Dijo Amaya observando como Lena y yo nos reímos discretamente

-Jesús se sacó el carnet hace 3 meses, desde que empezamos a salir, le empecé a enseñar, así que en cuanto se vio preparado, se presentó al examen y lo aprobó. Dijo mi novia dándome un beso en la sien

-Felicidades hijo, estoy muy orgullosa de ti, no me habías contado nada. Dijo mi madre fingiendo enojo

-Mamá he estado un poco ocupado en la empresa, pero si pensaba contártelo, te lo prometo. Dije levantándome para abrazar a mi madre y así despedirme de ella

-Hace falta que me des una vuelta de vez en cuando, así compensas la cantidad de veces que yo te serví de taxi. Dijo Amaya riéndose

-Si, en cuento tenga coche propio. Dije despidiéndome de ella

Entre risas salimos de la casa, Amaya tenía razón, estaba muy oscuro, se nos había pasado el tiempo volando, lo pasamos muy bien. Lena se sintió parte de la familia, mi madre al fin aceptaba nuestra relación sin peros, era el hombre más feliz que existía en todo el planeta tierra. Al llegar a la casa, ambos subimos a nuestra habitación, estábamos muy cansados, había sido un día muy largo, a pesar de que Lena no fue a trabajar, tuvo que hacer unas cuantas cosas en casa, hoy le dio el día libre al servicio y nosotros hicimos todas las necesidades que llevaba una casa, un poco estúpido, sí, pero fue el mejor día de nuestras vidas. Por primera vez nos sentimos como una pareja de verdad, sin nadie que nos pudiera decir que estaba bien y que estaba mal. Juntos preparamos el almuerzo y nos sentamos a degustarlo encima de la mesa de la cocina, parecíamos dos adolescentes, fue muy divertido y a la vez muy cansado. Caímos como piedras en la cama, solo nos dio tiempo a abrazarnos y en esa posición nos quedamos dormidos.

Al otro día, sin abrir los ojos, recorro todo su lado de la cama con la mano, notando que estaba completamente vacío, pero en una de esas, mi mano chocó con un pedazo de papel, me obligué a abrir los ojos para poder leer mejor lo que decía:

"Buenos días mi amor:
No te quise despertar, sé que estás muy cansado, tu Jefa te da permiso para llegar tarde al trabajo hoy. Te dejé el coche listo en el garaje, no quiero que cojas un Uber. Nos vemos en la oficina, te amo"

Al terminar de leer, me doy cuenta de que es muy tarde en comparación a la hora que siempre me suelo despertar, seguro Lena había quitado la alarma para que pudiera dormir un poco más. A los cinco minutos, tomé fuerzas para levantarme y empezar a asearme, me vestí, bajé las escaleras, pasé por la cocina, cogí una manzana para desayunar en el camino y me dirigí al garaje para sacar el coche. Después de un rato, estaba casi a medio camino, cuando vi una cara familiar caminando por la entrada de un barrio un poco violento. Me sorprendí mucho al ver que era mi suegra. No pude evitarlo y bajé el coche, algo me decía que esto no iba a acabar bien. Cuando me estaba acercando a ella, un hombre salió de la nada e intento robarle el bolso a punta de navaja. No lo pude evitar y corrí hacia ellos para que no le pudiera hacer daño. Cuando este notó mi presencia, dejó a mi segura y se dirigió hacia mí, ahora, no sé si eso era bueno o era malo, me estaba apuntando con el arma blanca, muy cerca de mí:

-Dame todo lo que tengas o te juro que no la vas a contar. Gritaba aquel hombre acercándose cada vez más a mí y dejando atrás a mi suegra

-Señora por favor vallase lejos posible de aquí. Le decía a mi suegra sin apartar la mirada de aquel hombre

Mi suegra se echó a correr, no fue muy lejos, se escondió detrás del carro donde yo había venido, observaba todo lo que estaba sucediendo y yo la observaba a ella que ya estuviera fuera de peligro. Intenté llamar la atención del asaltante, cuando de repente, suena la bocina de un coche, eso hace que el atacante se distrajera, dándome tiempo para agarrar su mano y tratar de quitarle la navaja. Unos minutos en el forcejeo, siento como algo me atravesó el estómago. Poco a poco vi como aquel hombre se alejaba de mí, mientras iba perdiendo cada vez más fuerzas, a tal punto que no me podía sostener. Al caer al suelo, mi mirada se empieza a nublar, cuando siento que alguien se acerca a mí y me toma por la cabeza para elevarla un poco:

-Jesús... Siento como alguien grita mi nombre desesperadamente -Jesús por favor, quédate conmigo, no te duermas

[Por favor, necesito una ambulancia, una persona acaba de agredir a mi yerno con un arma blanca, por favor no se demoren, está perdiendo mucha sangre]

-Jesús por favor, no te duermas. Seguía escuchando aquella voz que me sonaba familiar, pero no sabía reconocer de quién era

Mi vista cada vez se nublaba más, mi cuerpo poco a poco se iba quedando sin fuerzas para poder reaccionar ante lo que estaba pasado. Ya había dejado de entender lo que decía aquella voz. Solo sé que antes de quedar completamente inconsciente, unas palabras salieron de mi boca:

"También la tengo que proteger a ella, es parte de mi familia"

Esas fueron mis últimas palabras, casi sin fuerzas, hice mi último esfuerzo para que alguien las pudiera entender. Mi cuerpo se fue apagando poco a poco entre los brazos de aquella persona desconocida, todo se volvió negro cuando sentí que mi corazón dejaba de latir

Solamente TuyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora