I

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Maela Targaryen era la primogénita de Aegon II y Helaena Targaryen, muchos se sorprendían de que una persona tan repugnante como era Aegon, había nacido una hermosa princesa que había heredado la belleza de su madre. Por más que Aegon fuera el peor con las personas, con su pequeña era muy diferente, a ella la amaba de una manera que dejaba a todos impresionados, siempre le traía presentes de sus salidas de la fortaleza, decían que era la única que lograba hacer que Aegon demostrara sus verdaderos sentimientos.

Era muy notorio que era la favorita de Viserys y su tío Daeron, su relación era algo muy lindo, sin la presencia de Rhaenyra en su hogar, el rey sentía que teniendo a la pequeña Maela era tener una parte de su hija mayor, sentía como si viera a Rhaenyra pequeña.

Con el que no podríamos decir lo mismo era del príncipe Aemond, cuando se enteró de que Helaena estaba en cinta de ella, abandonó el castillo por un tiempo y no volvió por un largo tiempo. La princesa no entendía el rechazo de su tío, cuando este volvió y lo conoció, él solo la ignoró haciendo sentir a la pequeña mal. La única vez que podía estar cerca de él era en la cena o cuando lo veía entrenar a escondidas, a veces deseaba poder tomar su dragón y volar con él junto a su tío, pero aún era pequeño.

Maela no era la única hija en el matrimonio de Aegon y Helaena, también se encontraban Jaehaerys y Maelor, se la pasaban siempre jugando por la fortaleza y correteando a excepción del último que seguía siendo muy pequeño.

Para sus tan solo 14 años era muy inteligente y le gustaba hablar en alto valyrio. Según algunas personas de la fortaleza, contaban que en las noches se escapaba e iba hacia el dragón de su tío Aemond y le daba de comer, haciendo que el dragón le tuviera cariño sin que su tío lo supiese.

Aquel día, era el regreso de la familia de Rhaenyra para reclamar la sucesión de Driftmark que le correspondía a Lucerys Velaryon, La pequeña estaba ansiosa, se moría por conocerlos ya que su abuelo Viserys le había contado tantas cosas sobre ellos que le hacía ilusión a la pequeña conocerlos.

Daeron aquel día llegaba al jardín con su sobrina.

—¿Ya acabaste, Mae?

—Listo —se levantó y le mostró las flores—. Ya quiero dársela a la tía Rhaenyra.

El platinado le sonrió con dulzura, le alegraba saber que a pesar de que el mundo fuera algo cruel, había todavía una pequeña luz que era su sobrina, siempre la cuidaba, más que una sobrina la veía como su hija.

—Estoy seguro que le encantará.

La pequeña le sonrió. A lo lejos escuchó ruido por lo que tomó la mano de su tío y lo arrastró hasta el patio de entrenamiento encontrándose con que Aemond luchaba contra Criston Cole.

Maela al ver a Aemond sonrió emocionada, lo admiraba mucho y deseaba compartir mucho con él a pesar de que este solo la alejara como si fuera un estorbo.

—Deberías ir a buscar a tu madre —sugirió Daeron al ver los golpes limpios de Aemond.

—Eso puede esperar, el tío Aemond está luchando.

El mayor sonrió divertido al ver la manera en que la pequeña veía a su hermano, la vida le cobraría todo lo malo que hizo Aegon con la dulce Maela.

Al Aemond ganar recibió una cantidad de aplausos que hacían que su ego creciera, le gustaba vivir de los aplausos, ser alabado.

—Bien hecho, mi príncipe. Va a ganar torneos muy pronto.

—Me importan una mierda los torneos —fijó su mirada en sus sobrinos—. Sobrinos, ¿vinieron a entrenar?

—¿Quedaste con las ganas de la otra vez que Luke te arrebató tu ojo?

Aemond le dio una mirada amenazadora apretando su espada. Daeron maldijo por lo bajo y miró a Maela.

El Amor en la Gran Guerra || Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora