Maela se bajó de Sunflower con una pequeña sonrisa, luego se despidió y entró a la fortaleza buscando a su hermano, pero no lo consiguió. Suspiró, era muy escurridizo, no lo culpaba por a veces querer gozar de eso e ignorar los deberes.
En mitad del pasillo se topó con Aegon, el cual le regaló una pequeña sonrisa.
Por más que no lo dijera, su corazón la estaba empezando a hacer sentir pequeños sentimientos por el platinado, tal vez por fin había olvidado a Aemond y podía ser feliz con alguien como siempre soñó cuando su padre le leía los cuentos.
Tal vez Aegon —su esposo—, era el príncipe y ahora rey que siempre había soñado, siempre se preocupaba por ella y la cuidaba. Nunca fue grosero con ella y siempre la apoyó, nunca tuvo intenciones de forzarla a hacer algo.
En la boca de su estómago podía sentir nervios y emoción.
¿Era lo que ella creía que era?
Maelor y Baela siempre se burlaron de ella con su relación con Aegon.
¿Ella era la ciega que no lo veía?
—Hola.
—Hola esposo.
Ambos se miraron, fijamente.
Maela lo había meditado con la almohada y siempre que salía con Sunflower, habían pasado ya unos años, estaba preparada para darle un heredero a Aegon. Sabía lo bueno que él era con los niños, siempre que iban al pueblo a ayudar con algunas cosas, ella lo observaba discretamente.
A pesar de que su mente le dijera que debía seguir aferrada a Aemond, su corazón le decía lo contrario, debía soltar a Aemond e intentarlo con Aegon, su tío nunca la hubiera hecho feliz, siempre le traería desgracias, su temperamento no era el mejor y si lo conseguías de mala, valías madre.
En cambio, Aegon, el dulce Aegon, no solo era el rey de los siete reinos...también era el rey de su corazón.
—Volviste rápido con Sunflower.
—Oh, bueno, si quieres me voy —bromeó.
Él negó, rápidamente y la tomó de su mano.
—Me alegra verte...digo —se aclaró la garganta—, siempre es bueno verte y hablar.
—A mí también me gusta verte, Aegon.
Su corazón se aceleró.
—¿Tienes una reunión?
—Algo así, pero puede esperar.
—Ve tranquilo, solo quería preguntarte cuándo nos iríamos a Driftmark.
—Oh, entiendo —pensó un poco—. Apenas acabe la reunión.
—Perfecto, iré a buscar a Maelor.
Se acercó a él y depositó un besó en su mejilla sorprendiendo al platinado, ella nunca hacía eso. Se sonrojó mientras la veía partir con una sonrisa boba plasmada en su rostro.
El rey estaba loco por su reina.
A todas estas, Maelor se encontraba en los calabozos hablando con su tío, como le prometió iba cuando podía a verlo y platicar con él, no quería que se volviera loco como su abuela.
Igual seguía con su promesa, no dejaría que su hermana se enterara de la presencia de su tío en la fortaleza y menos que Aemond supiera que ella seguía viva, podía ser el menor, pero sabía todo lo que su hermana había sufrido y no lo volvería a permitir.
—¿No deberías estar con las septas?
—Sí, pero me gusta ser su dolor de cabeza.
—Hijo de Aegon tenías que ser.
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El Amor en la Gran Guerra || Aemond Targaryen
FanfictionFanfic de Aemond Targaryen x Maela Targaryen