XV

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Maela había sido rescatada, era un momento que nunca iba a olvidar. Como Cregan Stark impidió a tiempo que recibiera otro golpe por parte de los hombres, siempre estaría agradecida con él por eso.

Recuerda bien el día que volvió a pisar un pie en la fortaleza, Aegon la recibió junto a Viserys y Baela, la joven se arrodilló ante su amigo mientras lloraba desesperada pidiendo perdón y misericordia, pensando que le harían algo.

El rey solo le sonrió y ordenó a Maelor que pasara, cuando Maela escuchó el nombre de su hermano, sintió que se iba a morir. Se levantó con las pocas fuerzas que tenía y abrazó con fuerza a su hermanito

Aquella escena los conmovió, aunque no lo dijeran. Sin embargo, en medio de esa pequeña felicidad, le hicieron saber de las muertes de su madre y su padre. Ambas muertes la devastaron, pero sin duda la que más le dolió fue la de Aegon.

A pesar de todo lo que había hecho, él seguía siendo su padre y todo lo que le sucediera, siempre le dolería.

Todos le aseguraron a Maela y Maelor que ahora estaban a salvo, nada ni nadie los lastimaría más. Podían vivir felices y sin estar en una guerra, algo que la platinada lloró bastante agradeciéndoles.

5 años después.

Como el platinado había planeado, él y Maela se habían casado, pero nunca consumaron el matrimonio, la reina se encontraba en un estado que apenas dejaba que la tocaran la mano, sentía que la lastimarían.

Aegon entendió eso y nunca la presionó, siempre la apoyó en ello. Más que esposos, eran dos mejores amigos que se habían conocido en un momento donde más necesitaban apoyo de alguien.

No fue sorpresa que Viserys y los de su corte empezaron a presionar de que el rey no tenía herederos. Nadie sabía que ambos reyes no habían consumado nunca su matrimonio, para ellos la misma noche de bodas lo habían hecho. Por lo que la falta de bebé, se había hecho creer que era por problemas de fertilidad.

Maela seguía cuidando a Maelor, les era divertido a Baela y Aegon ver cómo era la relación de aquellos hermanos. Todos habían crecido juntos esos años y se habían acostumbrado a ellos, Viserys no tanto, pero hacía lo mejor que podía. Parecía que Daemon había reencarnado en aquel niño.

Aegon era muy dulce y atento, era como su madre. Todos en el reino lo amaban, sin duda había hecho un gran cambio en el reino, sin duda hace tiempo no había un rey como él.

Maela quería a Aegon, pero no se podía permitir amarlo porque para ella siempre estaría Aemond en su corazón, cada año lloraba en silencio su muerte al igual que la de sus padres. Maelor le dolía verla así, siempre trataba de hacerla sonreír a pesar de todo.

El hijo de Rhaenyra muchas veces les ofreció a los dos que hablara con Alicent, pero esta se negó al igual que Maelor, no querían nada con ella. Para ellos, su abuela también había muerto en aquella guerra.

A todas estas, un barco de Essos había partido hasta King's Landing, horas después había llegado, un hombre se bajó de él y empezó a caminar con una capa puesta. Todos se alejaban rápidamente de él como si tuviera miedo y no les trajera una buena espina.

Ese era Aemond Targaryen, el cuándo había sobrevivido a su pelea con Daemon apenas, tuvo que agradecer que lo cuidaran y lo ayudarán a sobrevivir, lo mantuvieron ocultó un tiempo, donde luego viajó a Essos con el fin de olvidarse de todo y empezar con una nueva vida solo.

Últimamente tenía sueños que no lo hacían descansar, algo le decía que debía volver a King's Landing, no sabía la razón, pero él solo siguió las órdenes de su corazón, cosa que casi nunca hacía.

El Amor en la Gran Guerra || Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora