Tic... tac... tic... tac...
Mientras el segundero del reloj martillaba el silencio de la habitación, Katara daba vueltas en su cama.
No podía dormir. Estaba demasiado ocupada pensando en lo que Aang le había revelado esa noche: los monjes se lo llevarían el cuatro de abril.
El mismo día de su muerte.
¿Era este asunto lo que había empujado a Aang a quitarse la vida? Era claro para ella que el muchacho estaba sufriendo por toda aquella la situación.
Haberlo visto derrumbarse en sus brazos, abrazándose a ella, desesperado, y las lágrimas derramándose por esa carita pálida... eso la destrozó por completo.
—Malditos monjes egoístas—murmuró con rabia.
¿Es que acaso no veían el sufrimiento que le provocaban a Aang? Espíritus, se suponía que esos ancianos decrépitos se encargaban del bienestar del chico, no de destruirle la vida.
Estaba enojada. Enojada con los monjes, enojada con la situación, enojada con todo. O quizás, más que molesta, estaba asustada.
Asustada de lo que podría pasar.
¿Y si se lo llevaban? Sabía lo que le había prometido a Aang; que Gyatso seguramente lo solucionaría. Ella creía en lo que dijo. Pero ¿y si no? ¿Y si Gyatso no podía hacer nada? ¿Y si se llevaban a Aang lejos de ella? ¿Y si no volvía a verlo nunca más? Porque sabía lo que pasaría si Aang iba al Este. Lo internarían en esos monasterios, alejado de cualquier forma de comunicación con el exterior, hasta que estuviera listo y lo enviaran a alguna parte de la India o el Tíbet.
O peor aún.
¿Y si no podía salvarlo?
Katara comenzó a hiperventilarse.
No, no podía perderlo de nuevo. No podía dejar que se suicidara. Pero ¿qué podría hacer ella para evitarlo? Recordó entonces el plan de escapar.
Si... eso parecía un buen plan. En todo caso, ella misma robaría el auto de Sokka.
Aunque era difícil que Sokka perdiera de vista las llaves de su auto...
No importa. Se llevaría a rastras a Sokka, con llave y todo, si era necesario. Ya tenía el auto, ¿qué más? Dinero, comida, agua, ropa para todas las estaciones...
Ya estaba armando una lista mental de todo lo que necesitaría para empezar sus vidas de fugitivos cuando, de pronto, un pensamiento fugaz la atravesó.
¿Y si esto no era la única razón por la que Aang decidió suicidarse?
Katara se paralizó.
Ahora que lo pensaba, no recordaba que Aang le hubiera dicho, hacía cuatro años, que se mudaría o lo enviarían lejos. En sus memorias, el muchacho de ojos grises siempre había estado feliz y alegre durante sus últimos días, incluso después de haberlo visto pasar corriendo a través de la ventana del restaurante.
Aang no podría haberles ocultado algo como eso. Entonces, eso significaba que no había pasado. De alguna forma, el plan se había cancelado, y no se lo llevaron.
Porque sino, al menos se habría despedido de ellos ¿no?
Si hubiera querido despedirse, al menos habría dejado una nota.
Se estrelló contra aquella dura verdad. Es cierto. ¿Por qué Aang no había dejado si quiera una carta explicandolo todo? Recordó entonces la tristeza y la impotencia que la golpeó en aquella época.
Aang se fue de la peor forma posible, sin siquiera explicarle el por qué había tomado tal decisión
No es como si el hacerlo, hubiera aminorado el dolor que la desgarró por dentro, o los meses siguientes que pasó llorando durante las noches hasta que no pudo más porque lo extrañaba con desespero. Ni siquiera hubiera sido mejor para su salud mental y ni bajado el precio de las pastillas que tuvo que empezar a tomar para contrarrestar la depresión por no soportar su ausencia.
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7 days
FanfictionKatara nunca supo la razón por la que Aang se había suicidado. Cuatro años después, Katara obtiene una nueva oportunidad para cambiar lo sucedido. ¿Logrará ella descubrir el verdadero motivo que llevo a Aang a quitarse la vida y así poder salvarlo? ...