𝕊𝕚𝕖𝕥𝕖

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«¿Crees que podamos volver a encontrarnos?

¿Crees que podamos comunicarnos por los sueños?

Dime, ¿crees en esas cosas? »

El chico frente suyo la veía fijamente con ojos grises como nubes de tormentas.

Aquellos ojos que Katara se había grabado en la memoria.

—¡Aang!

Se abalanzó sobre el muchacho sin poder contenerse, sorprendiendolo en el acto, y lo rodeó con brazos desesperados. Se aferró a él como si fuera el aire que necesitaba para respirar.

Sintió el cuerpo de Aang tensarse ante su acción repentina pero él no la alejó en ningun momento, ni se removió. En cambio, el joven posicionó sus manos sobre la espalda de la morena, aunque algo inseguro.

Katara quiso largarse a llorar de felicidad.

Lo había extrañado tanto... Más de lo que jamás se pudo imaginar...

Y verlo aquí, frente suyo, y poder abrazarlo...

Espíritus, lo había deseado tantas veces y agradeció en silencio a Tui y La por haberle concedido tal oportunidad.

Pero sabía que esto no era verdad. No podía serlo.

Aang estaba muerto.

—¿K-Katara?— el cuello de Aang tembló al lado de su oído a causa de las vibraciones de su voz al hablar.

Aún así, incluso si esto era cualquier especie de ilusión, quería pensar que era cierto.

—Dame un momento—le suplicó ella, apretando su agarre como si temiera que fuera a desaparecer—. Por favor... déjame estar contigo un poco más.

Aang la rodeó por la cintura, esta vez con brazos más firmes, y se quedó muy quieto, dejando que Katara se tomara todo el tiempo que necesitara pegada a él.

Katara sonrió ante aquello y se dedicó a prestar atención a los detalles. Memorizaría cada uno de ellos ahora que podía, para recordarlo más vividamente una vez que este pequeño sueño llegara a su fin.

Podía percibir la firmeza de sus músculos, delgados pero magros, bajo la camiseta de manga larga que llevaba; la respiración tranquila y calma del muchacho, el aroma fresco y limpio que él no sabía que tenia pero que a ella le encantaba, saboreó la calidez de su piel y de su cuerpo.

Luego de un rato decidió que era hora de separarse.

Incluso si esto era un sueño, le parecía que estaba abusando de su derecho a la cercanía con el joven monje.

—¿Ocurre algo?—preguntó él, genuinamente preocupado una vez que colocaron una distancia prudente entre ambos.

El chico tenia las mejillas teñidas con un suave tono rosado.

Se ve adorable.

—No, no. Todo está bien—dijo Katara sonriendo, a pesar de que sus dedos enjugaban las lágrimas que amenazaban con escaparsele—. Es solo que... estoy muy feliz de volver a verte, Aang. Ha pasado tanto tiempo.

7 daysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora