Minatozaki Sana, una universitaria de 19 años que cursaba su segundo año en la universidad de Seúl. Cree que no es apta para la carrera de "administración de empresas", así que busca obtener un puesto en la empresa de Tzuyu para ganar experiencia.
C...
Escucha, Minatozaki... Q-quiero pedirte una... Una disculpa. ¿Contenta?
Me despertó la voz de una mujer. ¿Quién era y por qué se estaba disculpando con Sana? ¿Acaso ella era Chou?
Quise saber quién era, así que estuve a punto de levantarme a encender la luz de la habitación. Lo único que iluminaba dentro era el resplandor de la luna que se filtraba por aquella ventana pequeña del cuarto.
Me detuve enseguida.
Yo no era para nada una persona entrometida, simplemente quise saber hasta dónde llegaba esto, y si las cosas se ponían mal, interferiría.
...
Al cabo de un rato, escuché que la mujer estaba saliendo de la habitación mientras los gritos de mi novia resonaban por todo el departamento. Un sollozo me sacó de mis pensamientos, deduje que era Sana y me levanté de la cama a encender la luz.
Me le acerqué—Todo está bien, cariño—ella empezó a llorar aún más fuerte y lo que hice fue abrazarla con toda mi fuerza. Estuvimos así por un rato hasta que Momo tocó la puerta y luego entró uniéndose al abrazo.
Ahí estábamos las tres, apoyándonos en absolutamente todo. Siendo la familia que éramos.
Las personas creen que cuando tus mejores amigos empiezan a salir, debes alejarte un poco y darles su espacio. Pero ese no es nuestro caso. Momo y yo decidimos que Sana será eternamente parte de nuestras vidas, incluso si llegáramos a separarnos. Siempre seremos las tres, no importa qué.
—Nana, ¿Momo y yo podemos dormir contigo esta noche? Ya sabes que me da miedo tu departamento—fingí tiritar mientras me sobaba los brazos—. Además, no puedo dormir sin Momoring. ¿Qué dices?
Momo entendió el mensaje y me siguió la corriente—Sí. Encima hace mucho frío como para dormir sola, puedes resfriarte.
Sana solo sonrió y asintió como respuesta.
Nuestra amiga había sufrido demasiado por hoy. Estar a su lado en todo momento era nuestro trabajo, haciendo lo que sea, pero no dejándola sola.
Presente.
Me desperté con la alarma de mi celular y vi qué hora era aún con los ojos semicerrados.
Cinco y media de la mañana...
Me levanté de la cama y empecé a vestirme. Cuando estuve lista, tomé lápiz y papel para escribirles una nota a Momo y a Sana.
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