IX

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Eran las tres de la mañana y me encontraba en la sala común intentando no despertar a nadie, aunque la persona al otro lado de la línea no ayudaba.

- Kenzie, ¿A donde fuiste?. No puedes solamente huir de todo, necesitamos hablar.

La insistencia de Nate ya era demasiada, ya no podría seguir soportándolo por mucho tiempo más. Y estoy segura de que él sabía eso.

- No tenemos nada de que hablar, Nathaniel - murmure, lo escuché suspirar.

- No importa a donde hayas ido. Iré contigo Kenzie - insistió hablando más rápido de lo normal - No quiero perderte... Por favor, déjame explicarte todo - antes de que pudiera responder, la voz de Min Ho detrás de mi me hizo soltar un gritito - ¿Kenzie? ¿Estás bien?

- Me asustaste imbecil - espeté ignorando por completo a Nate y dándole un golpe en el hombro a Min Ho - ¿Que estás haciendo despierto?

- Podría preguntarte lo mismo - enarcó una ceja divertido y se dirigió a la cocina.

- ¿Con quien estás? - la voz proveniente de mi celular me hizo rodar los ojos con fastidio.

- Eso no es de tu incumbencia. Adiós.

Colgué rápidamente y arrojé el celular al sofá. Min Ho me miraba espectante desde la barra de la cocina con dos tazas en sus manos.

Se acercó y me tendió una de ellas, era café. Le agradecí y le di un sorbo.

- ¿Era Nate? - su pregunta me tomó por sorpresa y comencé a ahogarme con el café.

- ¿Como es que sabes de Nate? - pregunté una vez que dejé de toser.

- El otro día te escuché hablar con Dae sobre él. Y a juzgar por tu tono de molestia al colgar el teléfono, supuse que sería Nate - lo mire unos segundos y después asentí dándole la razón - ¿Y bien?

- Y bien, ¿que?

- ¿Quien es Nate y por qué tu gran odio hacia él? - fruncí el ceño y él esbozó una sonrisa sincera.

Esa sonrisa me hizo sentir que podía confiarle lo sucedido meses atrás. Tome una bocanada de aire y comencé a contarle todo, desde que lo conocí, hasta cuando nos separamos por su infidelidad. Min Ho me miraba atentamente sin decir absolutamente nada, hasta que sonrió de lado.

- ¿Por qué estás sonriendo? - enarqué una ceja.

- Por nada. Solo me alegra saber que no soy la persona a la que más odias, eso es todo.

Se terminó su café y recogió ambas tazas para llevarlas de nuevo a la cocina. Yo miraba un punto fijo en la sala, intentando procesar lo que acababa de decirme.

¿Él cree que lo odio?

- Yo no te odio, Min Ho - musité y volvió a la sala rápidamente - No podría odiarte...

Su mirada se clavó en la mía y se acercó lentamente hasta quedar demasiado a centímetros de mi.

- ¿Ah, no? - escaneó mi rostro y se detuvo en mis ojos.

Estábamos tan cerca que su respiración chocaba con la mía. No podía decir nada, no podía moverme, y eso solo empeoró cuando colocó un mechón de cabello tras mi oreja, dejando su mano en mi cuello.

Sus ojos cambiaron de dirección, ahora veían mis labios. Pude sentir mi corazón latir a toda velocidad cuando acercó su rostro al mío.

Y por un instante, solo por un instante... creí que me besaría.

- Descansa, Kenzie - susurró y regresó a su habitación.

Me quedé ahí de pie y solté el aire que no había notado que estaba conteniendo.

¿Por qué sentía que mi corazón saldría de mi pecho en cualquier momento?

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Dae y yo caminábamos por el campus sin un rumbo fijo; había decidió contarle sobre lo sucedido con Min Ho esa noche y parecía realmente desconcertado.

- Espera... ¿Tu y Min Ho? - afirmé y se sorprendió aún más - ¿Se besaron?

- No - negué con una mueca - No nos besamos, solo... por un minúsculo momento pensé que me besaría.

Él parecía intentar procesar toda la nueva información que estaba llegando a su cerebro.

- Pero, ¿tú querías que te besara? - su mirada estaba clavada en mi, y seguramente no la despegaría hasta que le diera todos los detalles.

Que chismocito.

- No - negué y enarcó una ceja - ¿Si? Ay, no lo sé - me froté la cara con exasperación y Dae rió por mi acción - Deja de reírte de mis desgracias y ayúdame.

- Bien, te haré una pregunta más y quiero que respondas con sinceridad - acepté mirándolo y continuo - ¿Te gusta Min Ho?

Solté un quejido y puse una mueca de sufrimiento. No sabía que era lo que me pasaba con Min Ho, no sabía si me gustaba o simplemente no supe reaccionar a lo de anoche.

Dae pareció notar mi desesperación y me llevó a unas mesas cerca de ahí. Nos sentamos y dejé caer mi cabeza sobre la mesa.

- No se, Dae. Tal vez solo me tomó por sorpresa y no supe cómo reaccionar.

- Si... realmente no lo creo - me queje nuevamente - ¿haz hablado con él sobre todo esto? - negué con la cabeza y suspiró - deberías conversar con él.

Su tono de voz se había tornado serio, muy serio. Levante la cabeza y lo apunte con él dedo, levanto ambas manos en señal de rendición.

- ¿Que es lo que sabes, Dae? - enarque una ceja y Dae miraba los arbustos a nuestro lado como si fuera la cosa más interesante de todo el planeta - ¿Min Ho te comento algo sobre esto?

- Solo digo, que deberían hablar. Aclarar sus dudas, porque, estoy seguro que él tampoco sabe muy bien que sucede.

Tenía razón, para aclarar toda esta situación debía charlar con él. Pero primero tendría que aclararme a mi misma lo que siento por él.

Descifrar por qué mi corazón se aceleró de esa manera al tenerlo tan cerca, por qué no podía moverme o decir nada. La imagen de Min Ho mirando mis labios me vino a la mente y no pude evitar sonreír como idiota.

Pero mi sonrisa se borro al instante, cuando una idea bastante aterradora pasó cruzó por mi cabeza.

- Dae... - el mencionado me miro - ¿Será que...

No podía terminar la pregunta. No quería hacerlo, tenía miedo de que la respuesta fuera afirmativa y tener que afrontar mis sentimientos.

- ¿Será que, que? - el pobre no entendía que quería decir.

- ¿Será que... me estoy enamorando de Min Ho? - su expresión cambió a una de sorpresa, pero la ilusión se reflejaba perfectamente en sus ojos - ¿Me estaré enamorando, de nuevo?











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