𝟏𝟔 | 𝐂𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 𝐒𝐚𝐢𝐧𝐳

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𝚁𝚎𝚜𝚏𝚛𝚒𝚊𝚍𝚘

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𝚁𝚎𝚜𝚏𝚛𝚒𝚊𝚍𝚘

Carlos bajó a la cocina, donde su madre y su padre estaban tomando café y comiendo unas tostadas

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Carlos bajó a la cocina, donde su madre y su padre estaban tomando café y comiendo unas tostadas.

— Buenos días, cariño —saludó su madre con una sonrisa. Su padre también le regaló una y un saludo con la mano, ya que el tenía la boca llena.

— Buenos días —saludo algo apurado. Prendió su celular y reviso el chat de su novia nuevamente.

Le había enviado mensajes desde las 7 de la mañana, pero ella no contestaba.
Estaba preocupado.

— ¿A dónde vas? —preguntó su padre y el alzó la vista de su celular.

— Voy a la casa de Pandora —respondió Carlos y guardo el celular, tomó las llaves de su auto y le dio un beso a su madre en la frente— Vuelvo en un rato —dijo.

— ¡Recuerda la cena! —exclamó su padre para que lo escuchara.

— ¡Si!

Carlos subió a su auto y condujo hasta la casa de su novia.
Unos minutos después, llegó al lugar donde se ubicaba su novia. Saco la copia de la llave que Pandora le había dado hace unos meses atrás. Cuando abrió la puerta se encontró con el argentino, Paulo Dybala, medio hermano de la mujer.

El argentino estaba cocinando mientras miraba el celular. Soltó una maldición cuando se quemo.

— ¡La concha de la lora! —gruño y metió la mano en agua fría.

— Hola, Paulo —saludó el español.

El argentino se volteó y le sonrió.

— Hey, Carlos. ¿Qué tal? —preguntó.

— Bien, bien —respondió— ¿Tú? —pregunto.

— Bien —dijo y soltó un estornudo— Ay no... —susurro.

— ¿Tú hermana? —preguntó Carlos y dejó las llaves sobre la mesa.

— Está arriba —respondió— Esta enferma —aviso— Estoy haciendo un remedio de la abuela —señaló la cocina.

— Con razón —suspiró— La llamaba y le escribía y no respondía —dijo.

— Si, la paso muy mal —hablo Paulo y se sentó— La lleve a emergencias y todo —suspiró.

Eso no ayudó a los nervios del piloto de Ferrari.

— Me hubieran llamado —dijo el preocupado.

— Ella insistió que no —respondió Paulo— Dijo que seguro estabas cansado del viaje —Carlos negó, suspirando.

— Igual. Para la próxima —hablo— Llámame. Suele ser muy terca.

— Si —río un poco.

— Subiré —aviso y Paulo asintió.

Carlos subió las escaleras, y fue directo a la habitación de Pandora. Al abrir la puerta se encontró a la mujer durmiendo. Tenía las mejillas sonrojadas y estaba sudando.

Se acercó a ella y colocó su mano en la frente, efectivamente, tenía fiebre.

— ¿Carlos...? —susurro y abrió los ojos.

— Hola, mi vida —susurro y le pasó el pañuelo, que estaba en la mesita de noche, por el rostro— Me tuviste que llamar —dijo.

— Tuviste un viaje largo —murmuró ella con los ojos cerrados.

— No importa, Pandora. A la otra me llamas —pidió el.

Ella asintió y se sentó soltando un quejido.

— Quiero ducharme —se sentía asquerosa.

— Te vienes levantando —le recordó Carlos.

Ella soltó otro quejido y se levantó de la cama, rápidamente se recargó sobre la pared, estaba débil. Carlos la sostuvo y la llevó al baño, el le quitó la ropa y ella se sentó sobre la tina y el le colocó Shampoo en el cabello.

— Tengo hambre también —susurró y soltó una pequeña risa.

Carlos sonrió.

— Bueno, Paulo te esta preparando un remedio —aviso Carlos y ella se quejó.

— Saben feos —dijo.

— ¿Qué te dijeron en el hospital? —preguntó Carlos y le echó agua.

— Que es un resfrío, todo en orden. Tranquilo. —respondió ella— Y tú no deberías haber venido, sabes —lo miró y el sonrió.

— Bueno, no me importa —dijo Carlos terminando de bañarla.

Ella se levantó y Carlos le secó el cabello mientras ella se envolvía en una toalla.

— Te puedes enfermar —dijo ella y se peinó el cabello.

— No me importa, amor —respondió el y le busco algo de ropa— Estaba muy preocupado.

— Perdón por no responder, no se qué pasó con mi móvil —murmuro ella y empezó a buscarlo.

— ¿No te habrás dormido con el en la cama otra vez y se te habrá caído? —preguntó Carlos y buscó por debajo de la cama. Efectivamente, ahí estaba. Lo tomó y se lo dio.

— Apagado —gruño y lo puso a cargar.

— Te amo, bonita —la abrazó por la cintura.

— Yo más —susurró ella y sonrió.

Carlos le tocó el estómago un poco abultado.

— Los amo —corrigió.

— Y nosotros a ti —ella se volteó y le acarició las mejillas— Perdón por preocuparme. Prometo llamarte luego —dijo y el asintió.

La besó. La había extrañado demasiado. Antes la veía todo el tiempo, pues la mujer trabajaba en Ferrari en marketing.

Ahora, solo mantenía reposo en su casa, y trabajaba desde ahí.

— Bueno, tengo mucha hambre —se quejó ella y el rió nuevamente— No me hagas comer lo que Paulo hace —susurro y el carcajeó más— ¡No sabe cocinar!

— ¡Te escuché, pelotuda! —gritó Paulo desde abajo.

Haré el siguiente one shot del primer piloto que comenten.

— Se despide Didi. 🫶🏻

𝔒𝔫𝔢 𝔰𝔥𝔬𝔱𝔰 | 𝐅ó𝐫𝐦𝐮𝐥𝐚 𝟏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora