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Buscaron un motel para poder descansar, pues era lo único para lo que les alcanzaba.

Durmieron hasta que llegó el medio día.

Salieron del lugar y empezaron a mirar a su alrededor. La verdad es que ninguno de los dos sabía por dónde empezar, pues era un lugar completamente nuevo para ambos.

- Valla, valla, qué tenemos aquí? - La voz burlona de una mujer resonó detrás de ellos.

Ambos giraron y vieron a una señora bajita, castaña con rastas, ojos negros y piel clara. Su brazo izquierdo era una prótesis mientras que el derecho tenía un tatuaje de unas enredaderas. De igual manera, venía con cigarro en boca.

- Qué quiere, anciana? - Reclamó Iván con tono molesto

- Se nota que no son de aquí

- Y?

La desconocida le dió una calada al cigarrillo y echó el humo a ambos jóvenes, quienes de inmediato dieron unos pasos hacia atrás.

- Era necesario? - Cuestionó el pelirrojo

- Saben? Tengo un trabajo para ustedes - Comentó la castaña ignorando al de la máscara

- Y qué te hace creer que aceptaremos el trabajo de una vieja drogadicta? - Explicó el azabache con desden

- Conozco a los de su tipo - Aseguró - Puedo verlo, necesitan dinero rápido, me equivoco?

Ambos menores desviaron la vista

- Yyyyy yo necesito hacer un pago, así que, por qué no vamos a un lugar más privado para hablar?

Ambos se miraron. Tenía toda la pinta de terminar mal, pero era cierto que necesitaban dinero. Soltaron un suspiro y aceptaron.

La mujer los llevó a un bar, y ahí les explicó toda la situación:

De vez en cuando, en la zona organizaban peleas clandestinas, siendo el premio una cantidad considerable de dinero además de armas y refacciones de todo tipo.

Ella había querido participar, más que nada por las refacciones, pero nunca tuvo condición, además de que todos los que participan solían ser gente de fuera contratada por varios dueños de locales y una que otra empresa.

Ahora necesitaba el dinero. No dió muchos detalles del por qué, pero les aseguró que si la ayudaban les iba a dar la mitad del dinero y unas cuantas armas.

Sebastián se cuestionó mucho.

La mujer se dió cuenta de ello, por lo que le dijo que si él no quería no tenía problema, siempre y cuando Iván aceptara el trato, ya que en realidad sólo necesitaba a uno, pero les pedía el favor a ambos para tener la victoria segura.

Iván se recargó en la silla, miró unos segundos al techo, y sin titubear aceptó la propuesta.

El pelirrojo sonrió de forma burlona, pero prefirió no decir nada. Por otro lado, la castaña se sorprendió por la firmeza con la que le respondió, pero de inmediato recuperó su semblante despreocupado de hace unos momentos.

Les dijo que ella podría darles hospedaje mientras llegaba la fecha del evento, y los menores aceptaron.

Saliendo del bar los llevó a dónde ella trabajaba, y bueno...

A pesar de ser la una de la tarde, aquel barrio transmitía una vibra extraña, llegando a lo desagradable.

Llegaron al local de la mujer, el cual era de reparaciones. Algo sencillo a simple vista, pero cuando entraron, ambos chicos se sorprendieron, pues había de todo, desde un par de relojes viejos hasta prótesis y motores de motocicletas.

K.O.F. : "Cenizas del Pasado"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora