Capítulo 12 Samantha de Merlín

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Una luz de color rojo intenso emergida desde el sol atravesaba en ese momento todos los planetas, al pasar por la tierra atravesó justamente a una joven que dormía levitando en el último piso del ministerio.

Abrió repentinamente sus ojos de lo que parecía haber sido una eternidad, se sentía muy cansada, sin energías, pero justo en el momento que abrió sus ojos y se colocaba de pie, un dolor muy fuerte, mas no físico se apoderaba de su pecho, los recuerdos le regresaban a la mente de golpe, se sentía aturdida, enfrente de ella se encontraba una chica mirándola paralizada mente, vestía de forma rara, y en un solo pestañeo, Samantha desapareció.

En ese momento el ministro y Snape ingresaban a la sala de los misterios, se encontraron a una Miriam paralizada que al verlos entrar hablo.

-Ella despertó, despertó - le decía a los hombres.

-¿Y a dónde fue? - le interrogo Snape

-No le pregunte - dijo la chica absorta

-Explícate - le pidió el ministro

-Ella despertó - volvió a repetir la chica

-Eso ya no lo dijiste Miriam, hay algo de más utilidad que puedas decirnos o seguirás repitiendo lo mismo - esta vez exigió Snape

-Una luz roja , muy intensa entro por la ventana y la atravesó, minutos antes ella estaba levitando!!!!, dormida pero levitando y entonces despertó y se levantó, me miro a los ojos ........ - explico ella, aun recordaba esos ojos, esa mirada.

-¿Y? - preguntaron los dos hombres al unísono

-desapareció!!!, así, sin varita, desapareció!!! - fue lo último que dijo, ella sabía que había magos que habían podido hacer una que otra magia sin varita, pero desaparecer era complicado y esa chica lo había hecho sin varita. Hacia magia sin varita.

En un acantilado cerca del bosque prohibido.

Harry se sentía terrible, llevaba en ese lugar las últimas 27 horas, ni siquiera se había movido de posición, aun no podía creer lo que Ginny había hecho, al descubrirla se había marchado a ese lugar, no había contestado ningún patronus de los cientos que le habían llegado. De Hermione llorando, exigiéndole que al menos le dijera que estaba bien, los del ministro que sonaban preocupados, los de la familia Weasley llenos de amenazas, los de sus compañeros que lo buscaban, ni los de ella, que le pedían que le dejara explicar las cosas, que le pedía perdón, que lo amaba. Como si fuera cierto, por primera vez Harry Potter renegaba de su vida, como era posible que la desgracia lo persiguiera, acaso ese era su destino, se preguntaba.

Odiaba su existencia quería olvidar, no sentir, no pensar, no le encontraba una explicación al acto cometido por la pelirroja, él le había dado todo, todo su tiempo, todo su cariño, toda su confianza, todo su amor, toda su vida.... Todo lo había depositado en ella, y a esta nada le había importado.

Decidió bajar y caminar por la playa, necesitaba despejarse, se dejó envolver por el ruido que provocaban las olas al chocar con las inmensas rocas, miro al cielo por primera vez en tantas horas, y ahí arriba del acantilado pudo observar la silueta de una persona que cada vez se acercaba más a la orilla, él pensó que en el borde se detendría pero no fue así, la silueta siguió avanzando y cayo por el acantilado, Harry saco su varita e intento detener la caída, pero no fue posible, parecía que la persona caería sobre las rocas, pero justo en el momento que el cuerpo casi tocaba las rocas una marea grande llegaba y contuvo un poco la caída.

El corrió hacia el cuerpo que parecía sin vida, justo cuando le daba la vuelta se percató que era una chica, una chica muy joven y muy hermosa, parecía estar manchada del cuerpo y de la ropa de una sustancia color plateada. La movió un poco para ver si estaba consiente, lo único que obtuvo en respuesta fueron gemidos, la cargo y la llevo hasta la orilla de la playa, a pesar de que la tormenta había sedado hace unos minutos, seguía cayendo una fuerte brisa.

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