𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐔𝐍𝐎

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Habían pasado, que, ¿cuatro? ¿cinco años desde el incidente? ¿desde el principio del sufrimiento de Minho? Bueno, en ese tiempo le había dado tiempo a acostumbrarse

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Habían pasado, que, ¿cuatro? ¿cinco años desde el incidente? ¿desde el principio del sufrimiento de Minho? Bueno, en ese tiempo le había dado tiempo a acostumbrarse.

Rodillas llenas de moratones y de rasgaduras por estar constantemente recogiendo cosas del suelo o haciendo tareas que mandaba el capitán del barco.
Estaba muchísimo más flaco, prácticamente esquelético, pues no le daban suficiente de comer. Su cuerpo entero lleno de golpes, moratones y quemaduras causadas por la tripulación mezclándose con las marcas púrpuras de manos y dientes en zonas específicas de su cuerpo. Minho podría decir que estaba en el infierno de la vida terrenal, y parecía que ese había sido su destino desde un principio.

Suspiró resignado y observó la bandeja que llevaba en sus pequeñas manos, llena de comida que deseaba probar pero que no podía, por órdenes del señor Kang.
Respiró hondo y caminó hasta llamar a una puerta de madera. Esperó hasta escuchar un grave y áspero "pase", y entró.

Allí estaba él, Kang Dong Ho, su nuevo líder y capitán del barco. Su amo, por decirlo como él quería. Estaba rodeado de otros hombres, su tripulación, de aspecto turbio, que le miraban como si en cualquier momento lo fueran a atacar.
Tragó saliva y se recompuso, caminando hasta llegar a la mesa donde dejó la bandeja llena de comida. La dejó con rapidez y se dispuso a irse, pero la voz del hombre quitó esa idea de su mente.

— ¿A dónde vas tan rápido? —Dijo entre risas, dejando las fichas de dominó a un lado— ¿Acaso te he dado permiso para que pudieras irte?

— No, señor.. —Respondió, lo más bajo y suave que pudo—

Había descubierto que el hombre odiaba las voces fuertes y ruidosas, y para evitar que se enfadase, se había acostumbrado a hablar muy muy bajo.

— ¿Entonces? ¿a dónde ibas? —Se levantó, acercándose a paso pesado—

— Y-Yo... aún debo...limpiar —Murmuró suave—

— ¿No te ha dado tiempo a hacerlo todo?

— N-No, señor —Negó, mirando al suelo—

— Mírame cuando te hablo... —El hombre agarró su mandíbula—

Minho obedeció, llevando sus ojos perdidos hasta los del capitán, oscuros y muertos.

— Eso es, muy bien... —Susurró, sonriendo— Eres un buen chico...

El menor tragó saliva y apretó sus labios con fuerza.

— Puedes irte... —Lo soltó, dándole un golpecito en la cintura para que se moviera—

Cuando empezó a caminar, oyó silbidos y comentarios sucios por parte de los otros hombres.
Apretó sus labios una vez más y salió de allí, corriendo hasta la cocina donde ahora trabajaba.

Volvió a tomar aire, para aguantar lo que le quedaba de día con esos rufianes.

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𝐁𝐀𝐃 𝐇𝐀𝐏𝐏𝐄𝐍𝐒 - 𝐁𝐀𝐍𝐆𝐈𝐍𝐇𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora