Capítulo cuatro.

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Desperté debido al fuerte sonido de la lluvia, abrí los ojos y observé a mi alrededor.

Esta no es mi habitación.

Cierto, estoy en casa de Adam.

Me incorporé y miré a mi lado.

Hyden se encontraba durmiendo placidamente. Sonreí y vi que en el mueble de mí lado había una bandeja con tostadas y dos vasos con jugo de naranja.

Con tan solo pensar en la idea de que Adam nos vió durmiendo juntos, me ruboricé. Joder, puede pensar ideas erroneas sobre nosotros.

Vi la hora en mi celular y vi que esta marcaba las 13:00 p.m

Dormimos alrededor de cuatro horas, al menos yo.

Tomé una tostada y comencé a comerla, tenia mucha hambre. No quería despertar a Hyden ya que se veía sumamente comodo durmiendo, la habitación estaba en un total silencio, solo se escuchaba el fuerte sonido de la lluvia.

—¿Hace cuanto despertaste?

me sobresalté y deje el vaso de jugo en el mueble, me giré para ver a Hyden.

—Hace unos minutos, no te desperté porque te veías comodo durmiendo. —sonreí. —¿Quieres comer ahora?

Asintió, agarré la bandeja y la deje al medio de la cama. El prendió la televisión y comenzamos a comer.

—¿Adam no está? —preguntó.

Tomé jugo y luego tragué rapidamente para contestar.

—Cuando desperté la bandeja ya estaba acá. Pero no he escuchado ningún ruido.

—Probablemente se fue al restaurant.

En las mañanas y al medio día habian otros trabajadores, y por las tardes llegaba yo y mis compañeros. El restaurant es realmente conocido y va siempre bastante gente.

—Supongo, ¿a que hora debes ir a trabajar? —pregunté.

—Tengo que ir a las cinco de la tarde, queda bastante tiempo. —susurró.

—Oye, gracias por dejarme dormir aquí un rato. Realmente me encontraba cansada.

El sonrió.

—Tranquila.

—Ya debo irme, debo hablar con April. —murmuré.

—¿Quién es April?

—Mi hermana. —dije y me levanté, ya ambos terminamos de desayunar. Tomé la bandeja y Sali de su habitación.

—No tenía idea de que tenías una hermana.

—Ahora lo sabes.

Terminé de bajar las escaleras y deje la bandeja en la cocina.

—Lavaré los platos y me voy.

—¿Qué? —pregunto incrédulo. —No, no. Tu eres la invitada. No te preocupes, Adam lo lavará después. —rió.

—Esta bien.

Tomé mi mochila y la coloqué en mi hombro, me acerqué a Hyden y le bese la mejilla.

—Nos vemos en el trabajo. —murmuré.

Sali de su casa y fui a la parada de autobuses, ya no llovía pero si había bastante viento. Me senté a esperar en los asientos de la parada de autobús.

—¿Tienes la hora? —preguntó un chico a mí lado.

Saqué mi celular y miré la hora. —Son las una con cuarenta y siete. —le dije, dedicándole una pequeña sonrisa.

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